Hoy en día no puedo librarme de una sensación de vivir simultáneamente dos realidades económicas y de sentimiento opuestas. Por un lado, tenemos a Estados Unidos con una economía que representa la fortaleza tanto en crecimiento como en indicadores económicos. Y no dejo de pensar si, realmente las subidas que incansablemente se han producido, habrán descontado todo esto y se estará gestando algún proceso lateral o bajista, en cuanto que deben corregirse los excesos cometidos. No obstante, éstos, si se llegan a producir, no cambiarían el fondo de crecimiento. Resumiendo, me invade la sensación de que se está descontando todo lo bueno que puede suceder en EEUU.
Por contra, Europa parece una tortuga que se arrastra tras la liebre, representada por la economía norteamericana. Descuenta una y otra vez malos escenarios en parte apoyados por cifras e indicadores mediocres en comparación con su hermano mayor. Por tanto, tal y como sostenía Hugo, si estos escenarios agoreros no se confirmasen subiría. Yo, pienso que la probabilidad de empezar a mejorar está incrementándose y, cuando esto suceda, debería empezar a reflejarse en las cotizaciones que ahora no reflejan precisamente optimismo y, mucho menos, lo que debería ser un rally alcista de Navidad que podría llegar finalmente o no.
Todo ello me lleva a preguntarme si realmente Europa no será el gran ganador teniendo en cuenta el potencial de mejora en relación a EEUU. También, a veces me permito la licencia de pensar en el retraso en el ciclo que llevamos en relación a nuestro socio del otro lado del charco.
Un peligro
No creo demasiado en la eficiencia de los mercados a corto plazo y por ello considero, y es sólo mi opinión, que una corrección de los posibles excesos en el mercado americano podrían desencadenar caídas en Europa por la razón de una mala interpretación del motivo de los descensos aún cuando Europa comenzase a confirmar una mejora en su crecimiento. "Temeroso es el dinero", suelen decir.
Divisas y competitividad
A mi parecer, el mercado americano es un mercado más introvertido que el europeo. Su orientación hacia el consumo interno le permite ignorar durante un largo periodo de tiempo la pérdida de competitividad debida a una divisa fuerte sin que su crecimiento se vea por ello mermado. Sin embargo, no olvidemos que las empresas dependientes de las exportaciones se verán afectadas por el efecto de "dolar fuerte" aunque se vean compensadas parcialmente si el crecimiento finalmente despega en Europa por efecto del incremento de la demanda.
Europa se orienta a la exportación y, por tanto, su competitividad con el efecto de "euro débil" debería, tarde o temprano, revivir su economía permitiendo la existencia de al menos dos motores para el sostenimiento del crecimiento mundial.
Méjico
Claramente, Méjico tiene una situación privilegiada si sabe aprovecharla. Al rebufo del tranvía americano Méjico está creciendo en exportaciones no petroleras. No olvidemos que Estados Unidos es el socio comercial más importante de Méjico.
El país azteca está sabiendo aprovechar esa relación y, gracias a ello, compensa la caída de los precios del petróleo y el perjudicial efecto sobre su PIB, balanza comercial, etc. Si, finalmente, comprende que debe desligarse de un crecimiento basado en las exportaciones del petroleo, al igual que lo hizo Abu Dhabi y otras regiones productoras del petroleo, habrá dado un gran paso para un crecimiento robusto y sostenible en el tiempo alejado de los caprichos de los precios del oro negro.
Latinoamérica
Algunos de los países más importantes de la zona dependen en gran medida de la exportación de materias primas para su crecimiento. Ello podría perjudicar ciertas economías, como ya lo está haciendo, y España, esperemos que no sea así, sería uno de los damnificados más importantes debido a la presencia de grandes empresas españolas en aquella región. Confiemos en que sepan verlo los gobernantes y eviten una caída de sus economías con ayuda de una reestructuración del tejido productivo y una reorientación de su economía. La excesiva dependencia de los precios de las materias primas traen consigo unos riesgos inherentes a la exposición a precios y demandas. Quizás la sangre no llegue al río pero existe un riesgo nada desdeñable que incide directamente en las cuentas de muchas empresas españolas.
No quiero acabar sin poner una nota positiva y es que venimos de donde venimos y, a pesar de las meteduras de pata de nuestros políticos, se ha producido la selección natural en la mayoría de los sectores por lo que probablemente hemos tocado fondo (en España) y sólo queda un camino... subir y crecer. Esperemos que este escenario se confirme convirtiéndose en una realidad.