En la noche electoral catalana, opinaba Bernat Dedeu en la televisión pública española; que por cierto cuenta con más trabajadores que Atresmedia y Mediaset juntas (“El dinero público no es de nadie”, Carmen Calvo dixit); algo así como: “Ciudadanos fue un partido creado por el IBEX 35 para contener al independentismo. Una vez ha cumplido su función ya ha dejado de tener sentido”. El joven filosofo (infiero que determinista) y tertuliano nos pone ante el espejo de nuestro gregarismo: Oliu, el presidente del Sabadell, el gran botifler, ha pulsado el botón rojo de los oligarcas y un millón de catalanes ‘colonos’ que habían votado a Ciutadans en la elecciones 'plebiscitarias' de 2017 desistieron. Sólo algunos elegidos, la élite intelectual, son capaces de escapar del dirigismo de los poderes fácticos.
El hecho cierto fue que en 2017, en pleno fervor de identidad nacional, Inés Arrimadas, una gaditana ("¿Por qué no vuelves a Cádiz?", Núria de Gispert dixit), les ganó las elecciones a los Carles, Oriol y compañía; a los catalanes pata negra, a los descendientes de los primeros tarraconenses que deformaron el latín.
El futurible President, Pere Aragonès, dijo en uno de los recientes debates electorales: “El peor enemigo de la Cataluña libre es la Cataluña pura”. La nación de pedigrí es legítima, como el ‘Lebensraum’, pero tácticamente no nos conviene.
La joven Inés, cual Agustina de Aragón, lideró la resistencia al envite constitucional. Muerto Ciudadanos, el mito entre los constitucionalistas españoles ya sólo puede engordar.
Partidos bisagra
Desde que hay democracia hubo varios intentos de consolidar un partido de centro liberal bisexual políticamente. Todos fracasaron.
Ciudadanos y Podemos vinieron para 'regenerar la democracia' pero se quedaron para ganar el poder. Los de Iglesias iban a 'asaltar los cielos' y se han quedado en poco más que la Izquierda Unidad de Anguita; eso sí, con una vicepresidencia y varios ministerios, pero eso es harina de otro costal.
Rivera olió sangre en el Partido Popular y lo apostó todo al sorpasso, a ganar la hegemonía de la derecha y gobernar. Ni en su concepción ni en su desarrollo habían sido diseñados para desbancar a la vieja política, sino para darle un tirón de orejas. El bipartidismo es perenne: en millones de votos, los bloques son graníticos.
Después de cinco años de ‘nueva política’, los pactos posibles son: la izquierda con la super izquierda y la derecha con la mega derecha. Las bisagras chirrían. Las soluciones binarias y maniqueas son de nuevo las preferidas por la plebe.
Ley de hierro de las oligarquías
Cuando Podemos era un partido incipiente, el profesor Miguel Anxo Bastos le recriminó en un programa de televisión a Monedero: “Usted es profesor de políticas como yo, usted conoce la Ley de hierro de las oligarquías y usted sabe que es inexorable. A la gente le puede decir lo que quiera, pero a mí no”. El poder se concentra en una minoría. Siempre. En Torremocha y en la China popular. En la frutería de la esquina, en el consejo de Iberdrola o en el partido menchevique.
Pasó el tiempo y empezaron a tocar moqueta. La revolución devora a sus hijos. El resultado ya lo conocen: de la primera foto de Vistalegre ya sólo queda un moño.
En Ciutadans, Lorena Roldán ganó las primarias y le aplicaron el artículo 33: Carrizosa candidato.
Acertar
Hay una frase célebre del profesor Bastos que dice con mucha simpatía y acentazo gallego: “Ahorro, capital y trabajo duru”. Perosin acierto, el esfuerzo y la frugalidad son baldíos . Rivera pudo ser vicepresidente de Sanchez. Tenían 180 escaños. Pero midió mal sus fuerzas. Le pudo la ambición. El precio fue su cabeza y el declive insoslayable de su partido.
Inés heredó la patata caliente. Y sobre un tema relativamente menor, la moción de censura en Murcia, Inés no acertó. La planificación central no funciona aunque la promueva Iván Redondo. Fracaso y ridículo estrepitoso.
El efecto mariposa
La política no es sólo una partida de ajedrez. Las miserias humanas quitan y ponen gobiernos. El narcisismo y los celos han matado al vicepresidente Aguado. Cualquier excusa es buena para romper a conveniencia un equilibrio cínico e inestable. Ayuso no es una intelectual como Gabilondo, pero tiene olfato político e instinto asesino. Murcia fue la coartada para, inmisericorde, liquidar a su desleal compañero. Y por extensión, al partido que, inmisericorde, liquidó a UPyD.
Según las encuestas, Ciudadanos podría pasar de 26 escaños a ser una fuerza extraparlamentaria en Madrid. Impresiona ver de lo que son capaces los malévolos hilanderos del IBEX 35 (ironía on).
Sit tibi terra levis.
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