Buenas noticias sobre el comercio mundial que se pasan por alto

15 de noviembre, 2018 0
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Entre tanto titular pesimista de la prensa económica, es fácil dejar de lado algunos acontecimientos positivos, pero lo cierto es que hay nuevos tratados comerciales a punto de formalizarse, lo que supone sin duda un desajuste entre el estado de ánimo general y la realidad.

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Si bien no se requiere un tratado comercial para exportar a otro país ni para importar, ya que esas decisiones las toman las empresas o, incluso, los particulares, las barreras comerciales que se levantan entre países –ya sean aranceles, cuotas u otras– pueden afectar a la decisión de compra de empresas y consumidores porque alteran los precios y la disponibilidad de dichos bienes. Por tanto, creemos que estos pactos bilaterales contribuyen a que aumente el número de transacciones internacionales entre las empresas, lo que permite que se engrase la maquinaria del comercio mundial.

Pese a que la mayoría de los medios últimamente se centra en la escalada arancelaria entre Estados Unidos y China, en otros lugares se han producido algunos movimientos de sentido opuesto. Por ejemplo, los acuerdos comerciales firmados recientemente por la Unión Europea con Canadá y Japón son una muestra de que Europa sigue ofreciendo nuevas oportunidades de expansión económica. La UE y Canadá firmaron el Acuerdo Económico y Comercial Global –CETA, por sus siglas en inglés– en octubre de 2016, tras más de siete años de negociaciones. Todavía está pendiente de ratificación por parte de la Unión Europea, pero se puso en marcha de manera provisional en septiembre de 2017. El CETA ha eliminado el 98% de los aranceles entre Canadá y la UE, lo que esperamos que haga repuntar el comercio transatlántico entre ambas regiones en los próximos años.

Mientras que el acuerdo con Canadá es relativamente pequeño, en julio de 2017 la Unión Europea y Japón crearon el mayor bloque comercial del mundo al suscribir el Acuerdo de Asociación Económica, después de cuatro años de negociaciones. Aunque esta alianza todavía no está en vigor, ya que continúa a la espera de que el Consejo y el Parlamento Europeo la aprueben, se espera que comience a funcionar en marzo de 2019. De ratificarse el acuerdo, la Unión Europea eliminaría el 99% de los aranceles a productos japoneses, mientras que Japón haría lo propio sobre el 94% de la producción de la Unión Europea –manteniendo algunas protecciones a los agricultores–, lo que facilitará el intercambio entre países que representan el 28% del producto interior bruto mundial –el PIB, medida del crecimiento económico calculada por los Estados– y el 40% del comercio mundial –en unidades, no en valoración económica.

Si el tratado comercial entre la UE y Corea del Sur, vigente con carácter provisional desde julio de 2011 y plenamente desde diciembre de 2015, es indicativo de lo que podemos esperar, auguramos grandes beneficios para los exportadores europeos. Entre 2010 –el último año completo antes del acuerdo– y 2017, la exportación de bienes de la Unión Europea a Corea del Sur pasó de 28.000 millones a 50.000 millones de euros –prácticamente un 80% más–, mientras que la exportación de servicios entre 2010 y 2016 –último dato anual disponible– creció desde los 9.000 millones hasta los 13.000 millones de euros –más del 43%–. No parece que todo este incremento se deba atribuir al pacto comercial, pero seguramente ha jugado un papel decisivo dentro de un contexto de crecimiento general. Cuando el tratado UE-Japón esté plenamente operativo, se eliminarán los aranceles entre las dos potencias de manera progresiva durante algunos años, así que no esperamos que el efecto inicial sea muy llamativo, pero debería servir de estímulo para la economía y muy útil para contrarrestar el pesimismo actual que provocan las medidas proteccionistas.

En nuestra opinión, las relaciones comerciales entre la Unión Europea y América del Norte en general son mejores de lo que se deduce de la lectura de la prensa económica. En abril la UE selló un compromiso para actualizar el tratado comercial con México que ya dura dos décadas. Los detalles técnicos no acaban de aclararse, pero ambas partes esperan terminar las negociaciones y aprobarlo antes de que termine el año, tras dos años de conversaciones. Si se confirma, supondría un levantamiento de las restricciones y los aranceles para un conjunto de bienes y servicios valorados en unos 77.000 millones, lo que probablemente sirva de acicate para el comercio transatlántico; de hecho, se pretende ampliar el acuerdo para que incluya el comercio electrónico, los servicios financieros y algunas medidas de protección de inversiones. Las conversaciones con EE.UU. también están avanzando. La UE y Estados Unidos emitieron un comunicado conjunto en el mes de julio a favor de limitar las barreras comerciales, evitando cualquier referencia a los aranceles impuestos a la automoción, y hay indicios de que en noviembre se alcanzará un amplio marco de consenso. Aunque dista mucho del anterior Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones –TTIP, por sus siglas en inglés–, es muy posible que se negocie una serie de «minipactos» que abarque partes del contenido del extinto TTIP para facilitar el comercio entre ambas áreas.

Mientras tanto, en Asia la UE está cerca de cerrar más acuerdos de libre comercio con Singapur y Vietnam. Los negociadores finalizaron los textos para el tratado UE-Singapur en abril, que, como ocurre con el tratado con Japón, antes de entrar en vigor debe pasar los trámites del Consejo y el Parlamento Europeos y de la posterior ratificación de los Estados miembros; el importe combinado del intercambio de bienes y servicios supera los 97.000 millones de euros anuales y seguramente aumentará si el pacto se aprueba, ya que elimina casi todas las cargas aduaneras, fiscales y burocráticas. La UE y Vietnam finalizaron el texto de su tratado comercial en junio; de confirmarse acabaría eliminando el 99% de los aranceles en la próxima década.

Y aún hay más. La Unión Europea está intentando enérgicamente llevar sus tratados comerciales a otras partes del globo. En la región Asia-Pacífico, las conversaciones bilaterales van a buen ritmo con Australia, Nueva Zelanda y hasta con China. En América Latina hay negociaciones en marcha con Mercosur –el mercado común formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay– y Chile. Y por no dejar ningún rincón del mundo sin tocar, la UE intentará alcanzar acuerdos con países africanos, de Oriente Medio y del resto de Europa.

Aparte de los esfuerzos de la Unión Europea, los Estados Unidos acaban de firmar revisiones de los tratados comerciales con Corea del Sur y sus socios norteamericanos, México y Canadá. Estos tratados han de ser confirmados primero por parte del Congreso estadounidense, pero exponen a las claras cuál es la dirección de la política real de la primera potencia mundial. A pesar del lenguaje bronco que emplea el presidente Donald Trump en contra de la globalización y las amenazas de imponer nuevos aranceles que lanza a menudo, estas iniciativas sugieren que el proteccionismo no es un objetivo en sí mismo, sino que tiene una intención política, que no es otra que la de recabar apoyos de su base electoral, y otra económica, presionar para conseguir nuevos acuerdos comerciales más ventajosos. Todos estos movimientos apuntan a que las grandes áreas comerciales del mundo están estrechando lazos entre sí, lo que va en beneficio del crecimiento internacional y de los mercados. En nuestra humilde opinión, es muy probable que el pesimismo actual esté fuera de lugar.

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