Continuando con el análisis de las economías mundiales en el Balcón del Asesor en Aldea Global, en esta ocasión analizaremos la primera potencia mundial, Estados Unidos de América, centrándonos primordialmente en el punto de vista económico desde el pasado hasta el presente. Debemos ser conscientes que cuando Estados Unidos estornuda el resto del mundo respira, proverbio que marca tanto la economía como los mercados.
Aunque los orígenes de Estados Unidos se remonten a los siglos del XV al XIX, con el descubrimiento y formación de la Confederación de Estados y el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón en 1492, ya en el período pre-colonial, los nativos amerindios gozaban de un sistema económico basado en las combinaciones de la caza, la recolección y la agricultura. Estas comunidades indígenas se vieron alteradas, desde el primer momento que Cristóbal Colón descubre las Américas, ya que supuso un gran avance a nivel geográfico, político, social, y sobre todo, económico. Debemos reconocer, que hay estudios que revelan que los primeros europeos que llegaron a América del Norte, fueron los noruegos.
Este descubrimiento supuso el inicio de un nuevo “mercado-continente”, el cual sería un abastecimiento de nuevos productos cultivados en tierras que antes se desconocían.
Se habría un nuevo mercado en América, por lo que fueron muchos los exploradores que viajaban al Nuevo Continente en busca de oro, riqueza, honor y gloria (españoles, ingleses, portugueses, etc.).
La cronología histórica nos posiciona en 1565, con la gran riqueza que fluía hacia España desde sus colonias en México, el Caribe y Perú, despertó gran interés en las otras potencias europeas. Las naciones marítimas emergentes, como Inglaterra, impulsadas en parte por el éxito de sus asaltos contra barcos españoles que transportaban tesoros, se empezaron a interesar por el Nuevo Mundo.
Ya en 1578 Humphrey Gilbert obtuvo una concesión de la Reina Isabel para colonizar las tierras baldías y bárbaras del Nuevo Mundo, antes de que otras naciones de Europa las reclamaran.
Unos años después, en 1585 se fundó la primera colonia británica en América del Norte, en la isla Roanoke, frente a la costa de Carolina del Norte. Esa colonia fue abandonada más tarde, y hacia 1607 se arraiga la primera de las colonias británicas en América del Norte, llamada Jamestown. Situada en la base de una carta constitutiva que el rey Jaime I le otorgó a la Virginia Company.
A comienzos del siglo XVII, en el año 1612, los nuevos descubrimientos por los productos de América originan a su vez, novedades en los mismo como fue el caso del tabaco que se importaba de las Antillas. El primer embarque de ese tabaco llegó a Londres dos años después. Al poco tiempo este producto llegó a ser la principal fuente de ingresos para Virginia.
Seguidamente, en 1620 una agrupación de puritanos holandeses obtuvo una concesión de tierras de la Virginia Company zarpando a bordo del Mayflower destino Virginia. Una tempestad les hizo desembarcar en Nueva Inglaterra creyendo que estaban en un territorio sin jurisdicción. Por ello redactaron un acuerdo formal rigiéndose por “leyes justas e iguales” surgiendo el llamado pacto de “Mayflower”.
Siguiendo con el siglo XVII, durante quince años (entre 1620 y 1635) Inglaterra se vio abrumada por dificultades económicas. La mayoría de la población no podía encontrar empleo, y los artesanos sólo ganaban poco más de lo indispensable para subsistir. La escasez de empleo, originó fuertes movimientos migratorios, en donde la población emprendía un nuevo viaje con esperanza hacia América, ya que era un nuevo mundo de oportunidades.
Estados Unidos de América no nació como nación hasta unos 175 años después de su fundación como un grupo de colonias, en su mayoría británicas. Sin embargo, desde el principio fue una sociedad diferente a los ojos de muchos europeos que la veían desde lejos con esperanza o con aprensión. La mayoría de sus colonizadores, llegaron atraídos por la promesa de oportunidades o libertades que no estaban a su alcance en el Viejo Mundo.
El desarrollo de una sociedad comercial más compleja y altamente estructurada gestó la revolución de Estados Unidos. Diferentes ideologías políticas llevaban a una constante reconstrucción de la sociedad. En Norteamérica, los principios del liberalismo y la democracia fueron firmes desde el inicio. Una sociedad que había desechado las cargas de la historia de Europa había de generar con naturalidad una nación que se concibió a sí misma como excepcional.
La Revolución Estadounidense trascendió mucho más allá de Norteamérica y atrajo la atención de algunos intelectuales de la política en todo el continente europeo. Idealistas notables como Thaddeus Kosciusko, Friedrich Von Steuben y el marqués de Lafayette se unieron a ese grupo para afirmar ideas liberales que esperaban trasladar a sus propias naciones. Su éxito reforzó el concepto de los derechos naturales en todo el mundo occidental y fomentó la crítica racionalista de la Ilustración contra un viejo orden edificado en torno a la monarquía hereditaria y una iglesia oficialmente impuesta. En un sentido muy real, fue antecesora de la Revolución Francesa, pero sin la violencia y el caos de esta última porque tuvo lugar en una sociedad que ya era esencialmente liberal.
La Guerra de Independencia comienza en 1775 produciéndose un conflicto entre Gran Bretaña y sus 13 colonias, aunque posteriormente se unirán a la contienda otras potencias europeas finalizando la misma en 1783. Debido a estos conflictos territoriales, el 4 de Julio de 1776, en plena guerra contra Gran Bretaña, el Congreso Continental adoptó un documento para formalizar la independencia. Su redacción había sido encargada a Thomas Jefferson, un colono oriundo de Virginia, reconocido por su habilidad para escribir con claridad y elocuencia y un firme defensor de los derechos individuales. Este documento marca un hito a la Guerra de la Independencia.
Entre sus escritos destacamos: "que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador con ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad, y la persecución de la felicidad."
Para el siglo XVIII, Estados Unidos comenzó a negociar la paz con Gran Bretaña, y a finales de 1783, las dos naciones firmaron el Tratado de París, por el cual el reino europeo reconocía la independencia de los estados americanos y renunciaba a hacer cualquier reclamo al respecto en el futuro.
En la ciudad de Filadelfia, por el año 1787, tuvo lugar una convención cuyo objetivo era solucionar los problemas derivados de los Artículos de Confederación, que era el documento que establecía la forma de gobierno central hasta ese entonces. Varios de los representantes partícipes decidieron que era preferible crear una nueva constitución en vez de modificar los artículos. Es cuando se crea la Constitución de los Estados Unidos, y con ella una nación.
Entre la terminación de la Guerra civil estadounidense y finales del siglo XIX se produjo una intensa industrialización del país. Esta transformación se realizó de una forma mucho más acelerada que en Gran Bretaña. En este proceso, la producción industrial pasó de menos de 2.000 millones de dólares al año hasta más de 13.000 millones, de igual forma el número de empleados en la industria, la minería, la construcción y los servicios pasó de 4 millones hasta los 18 millones de trabajadores.
Con los intercambios con el nuevo continente y los avances en la industrialización, los diferentes sectores fueron abasteciéndose de los recursos naturales, del crecimiento de la población, pero sobre todo, lo que más afectó positivamente a la economía del país, fue la acumulación de capitales y las inversiones extranjeras. Por otro lado, la inmigración proporcionó mano de obra barata, al igual que intercambio cultural a nivel socio-político.
Los avances industriales cada vez más se iban consolidando, por lo que se vio necesario crear el trust, debido a la colaboración entre varias empresas que se unen con el fin de obtener determinados beneficios económicos. Estos acuerdos fueron un impulso para contralar la competencia y reducir los enfrentamientos.
A comienzos del siglo XX se puede apreciar con mayor claridad el paso de una Norteamérica tradicional, fundamentada en el trabajo de artesanos y campesinos cuya principal fuente de ingresos estaba constituida por la actividad agricultora a otra, en la que los ingresos provenían en mayor medida de la manufactura industrial sustentada por vías férreas uniendo ambas costas del país, permitiendo de esta manera el rápido intercambio de bienes a lo largo y ancho del país.
La creación del sistema bancario central se sitúa en 1913, el cual basaba su política en avalar a todos los Estados Unidos, por medio de la Ley de la Reserva Federal. Se origina con el presidente Woodrow Wilson, con la intención de conseguir un orden en el mercado monetario, resolver las posibles crisis y controlar el sistema crediticio de un modo centralizado. Además de esta institución que subsiste hasta la actualidad, se creó en el período la Federal Trade Comission, cuya función principal estaba en pedir reportes a las corporaciones y fiscalizar las prácticas de negocios (monopolios, patentes y precios).Esta institución se hizo totalmente indispensable para el acelerado ritmo con el que empezaba a crecer la economía americana.
En la década de 1920, llegamos a la “década dorada”, la cual impulsó el progreso de la construcción y adquisición de la vivienda en los EEUU, tanto que para 1924, 11 millones de personas habían adquirido una vivienda en propiedad.
El gran auge de la construcción y adquisición de vivienda estuvo acompañado por el "Boom" en la cadena en montaje en el sector automovilístico. Su progenitor es la empresa Ford con su sistema de producción en T, con el que se obtuvieron mejoras significativas a nivel social (economías de escala).
En este clima de crecimiento económico se dio acceso a la población al mercado de capitales revirtiendo en altas ganancias y tasas de interés bajas. Con ello, se formó una burbuja en el precio de las acciones sobreponderándolas en su valor real fomentando la especulación. Todo desencadenó en un crash bursátil por la especulación irresponsable.
Esta caída en bolsa se originó en octubre de 1929, y marcó un antes y un después en la economía estadounidense. La Gran Depresión, el inicio del “Martes Negro” del crash bursátil, tuvo efectos devastadores tanto en los países desarrollados como en desarrollo, y el más afectado fue el comercio internacional, los ingresos fiscales, los precios y los beneficios empresariales. Todo ello, supuso una desconfianza a nivel mundial, pues no sólo América se vio afectada, sino salpicó a todas las economías ya que todas se alimentaban de Estados Unidos.
Unas palabras que marcaron el crash de Wall Street fueron las de John D. Rockefeller: “estos son días en que muchos se ven desalentados. En los 93 años de mi vida, las depresiones han ido y venido. La prosperidad siempre ha vuelto otra vez”.
La continua caída afectó al cierre de fábricas, al incremento del paro, los bancos se hundieron y los niveles de la inflación subieron de forma incesante.
El modo que tuvo la Reserva Federal para paliar la depresión económica que se estaba viviendo encima, era fomentar la realización de obras públicas, la modificación de las normas del sistema crediticio y la creación de la Corporación Financiera para la Reconstrucción de la concesión de préstamos. Esta crisis fue un punto inicial para la política de Roosevelt.
En 1933, tras ganar las elecciones el presidente Franklin D. Roosevelt, pone en marcha el programa de política económica New Deal con la intención de sacar a la economía hacia delante. Estas medidas pusieron punto y final a una de las peores etapas por las que ha pasado la primera potencia mundial hasta 2008.
Sin duda, el New Deal de Roosevelt sentó la orientación a sobrellevar el hundimiento económico y a devolver la confianza en Estados Unidos.