En los westerns suele haber una
escena que tiene lugar en el bullicioso saloon. Los vaqueros beben y juegan
mientras el pianista no deja de interpretar una alegre pieza. Es entonces
cuando aparece el bueno y se encuentra con el malo o sus esbirros. Tras una
breve conversación cargada de testosterona las palabras dejan lugar a los hechos
y comienza una pelea en la cual los puños son los protagonistas pero a los
cuales se les van añadiendo más elementos. Uno de ellos son las sillas donde
previamente estaban sentados nuestros rudos cowboys y que pronto se convierten
en armas arrojadizas que, por cierto, no parecen tener una alta calidad dada la
facilidad con la cual se parten en las espaldas de los vaqueros. Mientras tanto
el pianista sigue tocando…
Quisiéramos compartir con el
lector de Inbestia una experiencia real de inversión, finalizada este mes de
abril, que tuvo lugar con una empresa portuguesa llamada Semapa realizada a
través de CFD’s. Ha sido una pequeña inversión conjunta realizada con mi socio
Santiago Casal y a través de ella queremos exponer a los lectores una idea
esencial respecto a la actitud con la cual se puede invertir. Esa idea es que
unos principios de inversión sólidos normalmente darán lugar a unos resultados
sólidos y, simultáneamente, que invertir es una actividad que puede llevarse a
cabo de muchas maneras sin que una sea mejor que otra pero que podemos encarar
y es conveniente abordar sin prejuicios ni dogmatismos.
Las sillas del saloon. CFD’s y la naturaleza de las cosas
Las sillas que mencionábamos
antes tienen una utilidad básica: sirven para sentarse. Esa es su naturaleza,
ese es su propósito. No obstante, debido a las circunstancias, en un momento
determinado pierden esa naturaleza básica y se convierten en un arma
contundente y arrojadiza. No es su naturaleza ni su propósito ser un arma. Pero
en ese momento lo son. Los vaqueros se pelean y necesitan cualquier cosa que
tengan a su alcance para defender sus argumentos. Los puños están bien pero la
silla ejerce de atajo para conseguir el resultado que también se persigue con
los puños, esto es, tumbar al oponente. Podría decirse que los vaqueros no
pierden su tiempo pensando si es o no correcto usar una silla en la pelea. Los
vaqueros no son dogmáticos. Son pragmáticos y realistas. Eligen un medio que
consideran el más apropiado para conseguir sus fines y lo usan sin aparente
remordimiento ni prejuicio. Se hallan lejos de disquisiciones nominalistas o
morales porque en el saloon no hay más verdad que la pelea que acaba de surgir.
Los CFD’s son las sillas del
saloon. Hugo Ferrer ha tratado de ellos en Inbestia señalando sus ventajas e
inconvenientes. Recomendamos al respecto la lectura de sus artículos. Nosotros
creemos que, generalmente, quizá el CFD no es el instrumento más adecuado para
la mayor parte de los inversores. Asimismo, nosotros preferimos las acciones al
CFD. Preferimos el activo real al derivado. Sin embargo, admitimos excepciones.
Pero mi socio y yo sólo las admitimos si concurren determinadas circunstancias.
Es entonces cuando evaluamos conjuntamente la situación y, si pensamos que las
ventajas del CFD para un caso concreto son mayores que sus conocidas
desventajas, pasamos pues, como los vaqueros, de las palabras a los hechos. Eso
sí, pacíficamente.
Los principios no deben ser dogmáticos porque los mercados no son
dogmáticos
Los principios de inversión que a
nosotros nos gustan son los que enlazan con el value investing. Se puede invertir de muchas maneras diferentes
con el value investing y en empresas de todo tipo y condición. Pero el
principio básico es siempre la diferencia entre precio y valor. El margen de
seguridad. La plasmación operativa de ese principio no es para nosotros un
dogma. Aquí sostenemos que los mercados ni entienden ni pierden tiempo en
cuestiones acerca del “deber o debería ser”. Los mercados no son dogmáticos. Su
verdad es sólo el precio. Eso es todo. Prejuicios y dogmas, ideología, son
lastres para el inversor si opera conforme a ellos dado que el lugar en el que
va a operar, el mercado, es completamente “adogmático.” Los principios, en
cambio, son necesarios porque es necesario un esquema intelectual conforme al
cual operar. Nos ayudan a evaluar racionalmente la situación, a analizar, nos
dotan de lógica y capacidad de interpretación y, tan importante como lo
anterior, nos enseñan cómo comportarnos en entornos muchas veces hostiles e
inciertos. Son, pues, una guía imprescindible. Un GPS que nos marca de dónde
partimos y hacia dónde vamos pero que nos ofrece caminos alternativos para
llegar al punto B desde el punto A según las circunstancias y conveniencia del
usuario.
Circunstancias en torno a nuestra inversión en SEMAPA.
Santiago y yo procedíamos de
culturas inversoras diferentes. Él siempre había sido un inversor a corto plazo
en CFD’s y yo un inversor en acciones o fondos con una perspectiva temporal
mucho más dilatada. Los dos comenzamos a compartir nuestras distintas ideas de
inversión y de esa interacción surgió la idea de realizar una operación usando
CFD’s con SEM de subyacente. Ambos nos despojamos de prejuicios que no nos eran
útiles y nos dedicamos a evaluar y examinar la que creíamos era una buena
oportunidad de inversión. La guerra entre análisis técnico y fundamental no
estaba en nuestra agenda y nuestra perspectiva siempre fue la de encontrar
coincidencias y ventajas en ambas facetas en lugar de discutir acerca de quién
tenía o no razón. Eso nos parece estéril y lo dejamos al albur de aquellos a
quienes les guste tener la razón y que otros se la den. Para nosotros tal cosa
carece de interés y valor si no nos aporta algo constructivo que veamos sensato
y razonable, al mismo tiempo que práctico, para lograr nuestros objetivos. Al
mercado, además, no parece importarle demasiado las necesidades de autoestima y
autocomplacencia de inversores y expertos. Al mercado sólo le importa el
precio.
En el siguiente artículo
relataremos por qué elegimos Semapa y por qué usamos un CFD para invertir en
ella. Haremos hincapié en varios aspectos de esta empresa a nivel general dado
que queremos mostrar al lector el razonamiento que nos llevó a elegirla y cómo
consideramos que el precio de adquisición de la misma era lo suficientemente
protectivo como para llevarnos al convencimiento de que el CFD, algunas veces
letal para el pequeño inversor, podía perder en esta ocasión su naturaleza de
silla y convertirse en arma de rentabilidad.
(Escrito en colaboración con
mi socio Santiago Casal Pereira)