Según Scott Sumner, cabeza visible de una escuela monetarista llamada Monetary Market Theory, la política monetaria de estos años, dirigida por Janet Yellen, ha sido cerca de perfecta - pese a lo cual no ha sido renovada, o ha sido despedida co cajas destempladas, por Trump. Según Sumner, la política ha sido cuasi perfecta porque se ha acercado a los dos objetivos de la FED, que son una estabilidad de precios con una tasa de paro cercana a la tasa “natural”, que es la que no es causa de una presión alcista sobre los salarios y la inflación.
Como vemos en los gráficos, la tasa de para ha sido a finales de 2017 del 4,6%, y la inflación perseguida por la FED (deflactor del consumo privado de la contabilidad nacional excluidos energía y alimentos) no ha llegado al 2%.
Por eso no ha sido del todo perfecta, porque el objetivo de inflación es el 2%, y se ha quedado por debajo. Lo que pasas, dice Sumner, es que es muy difícil acertar de pleno. De haber insistido en subir la inflación hasta su objetivo, la tasa de paro se hubiere quedado por debajo de su nivel natural, poniendo en peligro la inflación que vendría después por un mercado de trabajo demasiado tenso.
Bueno, pues mi enhorabuena a Yellen, pero no comulgo con ideas tan simplomas sobre la política monetaria. Es verdad que ese es su mandato, y lo ha cumplido, pero las cosas son más complejas.
Me sorprende que después de la crisis de 2008 (que Sumner niega en su narrativa más generalizada: para él no hubo crisis financiera ni burbuja), haya economistas que sigan defendiendo el modelo monetarista, como si el dinero fuera el único determinante del PIB y la inflación, o, como prefiere Sumner, el PIB nominal.
Esto modelo deja de lado la estabilidad financiera, que debería ser el objetivo prioritario del Banco Central, después de lo que pasó en 2008 (como dicen Stiglitz & co) Y ahora nos encontramos otra vez en una situación financiera mundial endiablada, que como dice el FMI, dista mucho de ser el “New Normal”.
Por un lado tenemos a la economía mundial creciendo, y por otra unos desequilibrios de deudas y de excesivos niveles de bolsas y otros activos nada tranquilizantes.
Y es que los BC han continuado con su política monetarista (o Neokeynesiana) de atender sólo al mundo real como si lo que pasara en el mundo financiero no fuera la causa principal de los morrocotudos tortazos de la economía. Las finanzas son, decía Minsky, el caballo de Troya de la economía cada ciertos años. Muy, bien, puede decir Sumner, la política de QE y tipos cero ha restablecido la economía real, pero las consecuencias colaterales no han sido inocuas. La calidad de empleo creado deja mucho que desear, la clase media, que era la base sólida de la sociedad ha desaparecido o está a punto de hacerlo, y los ricos son los que más se han beneficiado de unos tipos de interés que han fomentado la especulación. La acumulación de riqueza de los ricos transferida a sus hijos consolidan la distribución perversa de la renta, la “Escala de Jacob” del ascenso social ya no existe, ni el EEUU. La productividad, que permite pagar buenos salarios, ha hecho mutis por el foro. El populismo se alimenta de eso y nos llevará por delante.
No, no creo en simplezas como MV = PIB*P, como expliqué en este post, “Economía del desequilibrio”. Lo que cabe en M, dinero en circulación, es mucho más que el PIB, una parte ínfima de las transacciones financieras. Pero falta mucho para que se afronten estas cosas.