Cito el párrafo entero de Jesús Cacho que va sobre Francia y su decadencia, que al fin y a la postre es la decadencia de Europa.
“Una Francia en declive en una Europa en declive, condenada a convertirse en un gigantesco parque temático para millonarios asiáticos. Sin liderazgo alguno. Con Merkel en trance de desaparición y prematuramente derrotado Macron, sobre el mapa de Europa se cierne el paisaje melancólico de lo que pudo haber sido y no fue.”
No puedo estar más de acuerdo, salvo en la expresión “que pudo ser y no fue”. Europa nunca pudo ser más de lo que es. Debería decir “que no pudo ser, y no fue”. Hay todavía mucho europeistas desnortado, que conozco bien, pues he trabajado codo con codo con el espécimen europeista-patriótico. Y siguen soñando con que Europa, un día, levantará el vuelo que se estancó en Maastritch. Pertenecen a la especie autóctona de la burocracia europea, ésta sí realmente el único producto verdadero del tinglado.
Europa sólo ha podido ser dos cosas: lo que era antes de Maastritch - un grupo reducido de países homogéneos, democráticos, pero económicamente independientes aunque colaboradores - o un enorme bloque burocrático, con países países de toda laya y origen, de diferente tradición histórica, atados, que no unidos, por una moneda que no ha funcionado ni funcionará nunca en los momentos estresantes.
Sin Maastritch estaríamos ahora mejor económicamente, pero más desunidos (es decir, atados); cada uno con su propia moneda gestionada por su banco central, un punto de ajuste que nos hubiera servido para salir mejor de la crisis (véase el ejemplo de Reino Unido o Suecia), sobretodo que ésta hubiera sido menos tremebunda porque las burbujas anteriores no se hubieran formado. Ahora los paises del Sur no le deberíamos tanto dinero a los del Norte, porque no hubieran afluido tantos capitales como con el euro. El euro fue el anestesiante de las movidas de capital Norte Sur.
Con Maastritch y el euro estamos simplemente más atados unos a otros, y maniatados para salvarnos individualmente, si no hay una gran operación de convertir Europa en una unidad política federal, tipo EEUU. Todo lo demás son pamplinas. Necesitamos unos mercados financieros, una deuda pública única, y una banca homologada y sana, la italiana como la alemana, y ésta como la de EEUU. Necesitamos una unidad fiscal incontestable, con decisiones fiscales y de bienestar social centralizadas que pueden no ser aceptadas benévolamente por todos, y que puede dar lugar a gigantescas movidas a nivel europeo como las hay hoy en Francia, por ejemplo, por un tema baladí.
Necesitanos, finalmente, un profundo y general patriotismo europeo del que por ahora no hay el más mínimo signo. Y necesitamos un ejército de un solo mando. Todo esto para empezar.
Se comprende que son cosas que no se improvisan ni se consiguen mediante órdenes, reglamentos burocráticos, recomendaciones, etc.
Las naciones nacen de las guerras. Eso dice la historia, y la historia rara vez cambia de costumbres. Europa-nación no va a nacer del tinglado burocrático que hay ahora.
Pero si tiene que haber guerra, ¡mejor nos quedamos como estamos! ¿No? Es decir, prefiero vivir en un parque temático decadente, que languidece lentamente mientras los lideres le dan vueltas a la manivela de la ruleta a ver a qué afortunado le ha tocado el coche o el apartamento el Benidorm, o el viaje a Venecia. Sinceramente.
Y mejor será que vayamos abandonando sueños de grandeza si no queremos que nos peguen un zas en toda la cara por haber perdido el sentido de la realidad. Leyendo esto se comprende que Europa nunca será una gran potencia decisiva en el mundo en el próximo siglo. Vayan asimilándolo.