Trump el travieso

13 de noviembre, 2016 3

“Lo que es bueno para la General Motors, es bueno para los Estados Unidos, y viceversa”. Estas palabras fueron pronunciadas en 1955 por Charles E. Wilson, presidente de una de las efigies del capitalismo americano. Tras ser nombrado en 1953 Secretario de Defensa de los EEUU por el presidente Eisenhower y, lejos de renunciar a sus loables ambiciones empresariales, continuó mando en plaza al frente del gigante de la automoción y la logística. En agradecimiento a sus denodados esfuerzos por el infatigable apoyo prestados al ejército de los Estados Unidos, fue condecorado con la Medalla al Mérito Civil algunos años previos.

Eran tiempos del Rockabilly, del apremiante florecimiento de las clases medias americanas y del revisionismo moderado de la Doctrina Monroe: “América para los americanos”. Como la Historia y la Economía son disciplinas de cómplice retroalimentación: cíclica la primera, praxeológica la segunda, asistimos muchos con la indolente sensación de haber visto ya esta película.

El contemporáneo enrocarse en la doctrina Monroe parece resultar un pilar maestro de la próxima y furibundamente vilipendiada Administración Trump. La soberbia que transpiramos en Europa cada vez que miramos al horizonte donde acaba el charco nos lleva a la necedad, sobre todo la de las minorías estultas que con altanería miran desde una pútrida atalaya a la democracia más longeva de la historia y primera potencia mundial.

Tímidamente despejado el barullo mediático de las Elecciones Presidenciales en los Iueséi, la realidad es que tampoco hay para tanto. Al margen de diatribas de carácter sexista, mucho ruido de martillos neumáticos cimentando el muro con México y que la firma de Cupertino vuelva a morder sus manzanas en suelo yanqui, poquito sabemos de un programa huérfano de concreción.

Rebajas fiscales, dejando un tipo marginal único del 15% en el Impuesto de Sociedads, derogación expedita del “Obama Care (seguramente la mayor estupidez de los demócratas) y proteccionismo de entidades y monopolios locales son el pobre detritus que hasta ahora deja el multimillonario neoyorkino que hasta el año 87 y durante 2001 y 2009 militó en las filas del Partido Demócrata; tiene guasa la cosa.

Además de su remisa y afrodisíaca esposa, que tendrá que graparse las comisuras de la boca a los lóbulos auriculares cuando vengan mal dadas, Mr. President no lo va a tener nada sencillo. Un gran equipo de técnicos y gestores serán la guardia armada del señor pico de plátano. Pero lo que de verdad mola es que una parte considerable de su propio partido no puede verlo ni en pintura: liberales, conservadores, tea party, Unión Demócrata Cristiana, etc.

La síntesis es que no podrá hacer lo que le plazca. Con una agenda política donde el denominador común es la incertidumbre, la recuperación de confianza en política exterior y la ya desabrida legislación migratoria, Donald tiene al enemigo en casa. Olvídense de que tiene mayoría en el Senado, en la Cámara de Representantes y en la Corte Suprema. El hombre más poderoso del mundo libre no puede, ni tan siquiera en su macrocefalia más extrema, pastorear la existencia vital de 320 millones de personas.

No te lo van a permitir Trump. O te portas bien, o te van inflar a collejas.

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Este artículo tiene 3 comentarios
De momento más que muro fronterizo, podria hacer un muro transversal en el Rio Grande y llamarlo pantano del Muro y que los espaldas mojadas pasasen a ser barrigas mojadas al pasar la frontera nadando y de paso aseños y chicanos podrian regar cada uno su parte y vender las verturas en el mercado texano,pronunciese tejano, y asi seria como ser felices sin salir de casa rememorando al General Santa Ana pero con verduras.
13/11/2016 19:43
Pero todo esto NO olvida al mayor responsable de la pesadilla en la que ahora nos encontramos: el neoliberalismo.
Esta visión del mundo –completamente encarnada por Hillary Clinton y su maquinaria DEL MÁS DE LO MISMO

—el ultraliberalismo— que ha eliminado todo control y regulación del capitalismo especulativo y ha destruido el pacto social —una redistribución limitada de la riqueza— sobre el que se asentaban las democracias de la llamada sociedad del bienestar.

Aquí está lo que necesitamos entender: hay un infierno lleno de gente que está sufriendo. Bajo las políticas neoliberales de desregularización, privatización, austeridad y acuerdos corporativos, su nivel de vida ha caído en picado. Han perdido sus trabajos. Han perdido sus pensiones. Han perdido gran parte de la red de protección que solían utilizar para hacer que esas pérdidas fueran menos aterradoras.
Ven un futuro para sus hijos incluso peor que su precario presente.

Al mismo tiempo, han presenciando el ascenso de la clase de Davos, una red hiperconectada de millonarios procedentes del sector bancario y tecnológico, líderes electos que están terriblemente cómodos con esos intereses y estrellas de Hollywood que hacen que todo parezca insufriblemente glamuroso.
Los que sufren no están invitados a formar parte del éxito, y saben de corazón que este aumento de riqueza y de poder está, de alguna manera, directamente conectado con el crecimiento de su deuda y de su indefensión.

Para la gente que veía la seguridad y el estatus como un derecho de nacimiento –esto significa para la mayoría de hombres blancos– esta pérdida es inaguantable.. Es un levantamiento populista global, la angustia blanca, la rabia electoral y un rechazo de los poderes que existen.
"Y Donald Trump apela a vuestro dolor"

La élite neoliberal no tiene nada que ofrecer ante este dolor porque el neoliberalismo fue el creador de la clase de Davos. Gente como Hillary y Bill Clinton son el brindis de la fiesta de Davos. En realidad, ellos organizaban la fiesta.

El mensaje de Trump fue: "Todo es un infierno". Y la respuesta de Clinton fue: "Todo está bien". Pero no está bien, nada más lejos de la realidad.
¿ Seremos capaces de avanzar unidos contra los adoradores del poder y del dinero, por fin?

Se podrían modelar políticas que luchen contra el fascismo institucionalizado, la desigualdad económica ,la corrupcion y recortes solo para el pueblo
Sólo una alternativa de izquierda sólida y decidida, que ofrezca una salida del estercolero al que nos ha llevado el neoliberalismo, puede impedir que sectores de las clases populares sigan los cantos de sirena de la demagogia fascistoide.

La bomba de relojería está activada y el tiempo va corriendo. Pero lo que sabemos de los años 30 es que lo que hace falta para combatir contra el fascismo en una verdadera izquierda..PODEMOS

John Carlin, apunta una pista: el miedo. "En los tiempos que corren, crear miedo a base de mentiras, y después declarar que uno es el dueño de la solución para acabar con el miedo, es la fórmula electoral ganadora".

Ese parece haber sido el secreto de Donald Trump, aventar unos temores que ya existían. Y una sociedad atemorizada, algo en lo que apenas nadie había reparado, ha optado por él porque cree que les va a salvar

No me extrañaría nada que tácticas semejantes aparezcan detrás del proceso que ha llevado al PP al Congreso de los Diputados

A lo mejor Donald Trump y Rajoy no están tan lejos, por supuesto en los trasfondos y en las tácticas: asustar, o al menos apoderarse de los miedos a base de magnificarlos, y presentarse después como salvadores.
https://twitter.com/vmm7773/status/735033702502273024/photo/1?ref_src=twsrc%5Etfw

http://images.eldiario.es/opinion/Debate-politico-altura_EDICRT20161110_0003_14.jpg

http://images.eldiario.es/blogs/Clase-media_EDICRT20161112_0002_14.jpg
13/11/2016 20:06
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