Somos muy malos a la hora de tomar decisiones basándonos en la probabilidad de un suceso.
La probabilidad que "percibimos" a la hora de tomar una decisión sobre un suceso muy improbable es siempre mayor.
Por ejemplo, si nuestra vecina nos dice que hubo un atraco en la sucursal de tu banco del barrio, seguramente decidiremos ir a sacar dinero a otra sucursal. Sin embargo sabemos que es poco probable que se repita el atraco en la misma sucursal y además seguramente aumentaron la seguridad.
Y también funciona así para sucesos positivos. Por ejemplo, cuando decidimos comprar un decimo, percibimos que tenemos más posibilidades de que nos toque la lotería que las que de verdad tenemos.
Y en sentido contrario funciona al revés. "Percibimos" que un suceso “muy probable” es “menos probable” de lo que realmente es.
Si vamos de viaje a un país donde sabemos que el alojamiento es variado, bueno y barato, seguramente decidamos coger el alojamiento en la agencia donde contratamos el viaje (más caro, menos variado,...) que directamente al llegar al país. Aunque es prácticamente seguro que allí podríamos elegir algo mejor y más barato, cuando tomamos la decisión en la agencia no lo percibimos tan seguro.
Increíblemente también funciona para sucesos negativos. Un boxeador que he hecho un mal combate, percibe que tiene muchas posibilidades de perder a los puntos, pero menos de las que realmente tiene. Y decide pelear con todas sus restantes fuerzas el último round para ganar un combate que tiene prácticamente perdido.
Adicionalmente existe una carga "emocional" en cada una de estas situaciones.
Sentimos miedo en el caso de la oficina atracada, que difícilmente volverán a atracar y a tener un alojamiento peor que el que nos ofrece la agencia, aunque sabemos que al llegar contrataríamos algo mejor y mas barato.
Sentimos esperanza al jugar a la lotería, aunque es improbable que nos toque y el boxeador siente esperanza de ganar un combate que tiene prácticamente perdido.
Todo esto se podría expresar de forma gráfica en el siguiente cuadro.
Es desalentador, pero lo hacemos de forma inconsciente, por el mero hecho de ser humanos.
Sin embargo se puede aprender a tomar mejores decisiones.
Por ejemplo en la segunda guerra mundial durante los bombardeos, los soldados veteranos se protegían en los cráteres de las bombas. Sabían que era "altamente improbable" que otra bomba cayera en el mismo sitio durante el mismo bombardeo. Sentían miedo y percibían mas posibilidades que las reales de que la bomba cayera en el cráter pero aprendieron a vencerlo y tomar la decisión correcta.
Así que una buena idea seria "aprender" a aplicar todo esto en las decisiones que tomamos en nuestras inversiones.
Por ejemplo, sabemos que las probabilidades de ganar en una inversión son muy altas, porque las cotizaciones se empiezan a recuperar tras una caída muy profunda y la economía es expansiva. Deberíamos invertir con mucha mayor decisión de la que "sentimos" pues nuestra percepción es siempre menor y nuestro sentimiento de temor.
Y en el caso contrario. Por ejemplo, estamos invertidos, las cotizaciones están cayendo claramente y los datos económicos indican que estamos entrando en recesión. Es decir las probabilidades están claramente en nuestra contra. En este caso, debemos actuar también con decisión y cortar las perdidas. Porque nuestra percepción de las posibilidades de ganar (que los precios vuelvan a subir) están distorsionadas al alza y tendemos a tener "esperanza" de una recuperación muy poco probable.