Expectativa
(Del lat. exspectātum, mirado, visto).
1. f. Esperanza de realizar o conseguir algo.
2. f. Posibilidad razonable de que algo suceda.
3. f. Posibilidad de conseguir un derecho, una herencia, un empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé.
Tesla Motors es una compañía estadounidense dedicada al diseño, fabricación y venta de coches eléctricos así como sus componentes.
La compañía se encuadra en un sector que despierta gran admiración: “los coches eléctricos son el futuro”, “respetan el medio ambiente”, “los combustibles fósiles, y con ellos la gasolina son limitados y se terminarán por extinguir”… innumerables letanías que vierten a diario los medios de comunicación.
Además, Tesla está dirigida por Elon Musk que más que un empresario es un superhéroe, de hecho la versión cinematográfica de Iron Man está inspirada en su figura, y no solo eso, para coronar una estrategia de marketing perfecta un nombre perfecto: Nicola Tesla, el científico croata con mejor reputación de la historia, de él se ha llegado a decir que “descubrió la energía gratis e infinita, estudio que habría sido eliminado y borrado de la faz de la Tierra por las grandes compañías de energía”
¿Qué empresa puede competir a nivel de glamour y marca con Tesla?
El 29 de junio del 2006 el primer precio que marcó en su primera sesión en Nasdaq fue de $19. Hace tan solo unas semanas estaba rozando los $200, prácticamente ha multiplicado su valor por diez en tan solo 40 meses.
Sin duda, son las expectativas de un “futuro con coches eléctricos” las que pueden justificar el rally espectacular de la acción desde su salida en bolsa porque, a día de hoy, los números de Tesla no justifican el optimismo exultante de los inversores. Por ejemplo, La capitalización –número de acciones en el mercado por la cotización- de Tesla es de 16.450 millones de dólares, más del doble que el grupo Fiat –incluye marcas tan veteranas como Alfa Romeo o Chrysler-.
Sin ir más lejos, analistas de la prestigiosa firma Bank of America Merry Lynch (BAML) en julio de este mismo año fijaron el precio objetivo de Tesla en $39, tres meses después la acción estaba cotizando en niveles de $190.
Cuando España estaba al borde de la quiebra más absoluta nuestros políticos y tertulianos afines achacaban todos los males de la economía española a los malvados especuladores, los pérfidos Hedge Funds que apostaban en nuestra contra y dejaban a España en la bancarrota.
¿Qué habría sido de un especulador que se pusiese corto en Tesla en Julio? Los motivos podían estar fundamentados en un sesudo análisis de los estados financieros de la compañía o simplemente por pura intuición. No importa.
Fuente: http://finance.yahoo.com/
La estrategia es sencilla, o vende un producto derivado cuyo subyacente sea Tesla Motors o, vende a crédito acciones de Tesla en el mercado –Nasdaq-. El 16 de Julio viendo que las acciones están a $110 vende acciones. Recordemos que para el especulador la valoración objetiva de la empresa son $39. Así las cosas, según sus cálculos tiene un margen de ganancia de $71
¿Qué sucedió? Que los mercados son a veces muy caprichosos o exuberantemente irracionales como afirma el Nobel Robert Shiller, y Tesla en octubre estaba bordeando los $200. Probablemente nuestro valiente especulador en algún momento del mes de septiembre –o quizás ya antes- se vio obligado a cerrar su apuesta y comprar las acciones muy por encima de los $115 que las vendió en julio.
El entrar vendidos en un valor y apostar por su caída es una opción muy arriesgada, aunque incluso tengamos todos los datos y sólidos análisis que respalden que la compañía está sobrevalorada. Por este motivo, si bien las enseñanzas del value investing son muy conservadoras y amarrateguis, jamás pondrían su capital en riesgo con este tipo de inversiones.
None of us is inmune ot he panic that we feel when a normal stock drops in price, but that panic is restrained somewhat by our understanding that the normal stock cannot go lower than zero. If you’ve shorted something that’s going up, you begin to realize that there’s nothing to stop it from going to infinity, because there’s no ceiling on a stock price. Infinity is where a shorted stock always appears to be heading.
Peter Lynch, One Up on Wall Street, p.274
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