En un excelente artículo, Gillian Tett sintetiza lo que están haciendo los mercados a raíz del Brexit.
Los tipos de interés de los bonos a largo han caído (el valor de los bonos ha subido) a nuevos récords, y el tipo de interés negativo se ha extendido a nada menos que 11,4 billones de bonos públicos en el mundo. Esto no es nada bueno: los mercados están descontando que en una década no habrá crecimiento ni inflación. Esta puede cambiar, pero son las expectativas que hay ahora, y que se han recrudecido con el Brexit.
Al día siguiente del Brexit, la compañía de seguros norteamericana MetLife, sin exposición al riesgo en Europa ni RU, sufrió una caída de esas acciones del 14%. No tiene ningún sentido, a menos que se piense en que la caída de los rendimientos de los bonos publicos, principal activo de estas compañías, afecta seriamente a su salud.
Es un espectacular -e inesperado- efecto de un referéndum en la economía, que además amenaza con durar, como no se enderecen pronto las ya débiles expectativas de futuro. El Brexit habría venido a laminar el brote optimismo que se quería ver en la recuperación de la economía, optimismo un tanto forzado, todo hay que decirlo.