Tercera parte de… cosas extrañas

3 de septiembre, 2021 0

A) ¡Habla!

Hace poco bajé de las montañas a la ciudad y me pareció que los habitantes de la misma estaban un poquito tensionados por decirlo de alguna manera.

Al caminar en medio de la gente, escuché fragmentos de conversaciones que giraban entorno a dos mono temas: el dinero y el virus.

Al llegar a una calle donde hay una tienda de 24 horas, donde hago mis primitivas y de vez en cuando algún euromillón, me topé con la siguiente escena que es un buen ejemplo de que en las ciudades, al menos en esta en concreto, se está poniendo divina la película.

Una señora, que parecía la madre, le iba diciendo, al que parecía su hijo, un chaval de unos doce años,que iba de la mano de la que parecía su abuela, que hablara.

El chaval no hablaba.

En un momento dado, la señora agarró el bolso por la correa, lo impulsó hacia atrás y descargó el bolso con furia contra la espalda del chaval, mientras gritaba:

-¡HABLA!.

.

B) Encuentro con un "zumbi"

La tensión in crescendo que se vive en la ciudad, se traduce en violencia de algún grado, depresión o locura.

Unos minutos más tarde de la escena de la señora, cruzo una fuente de estas que lanzan chorros hacia arriba, y a pocos metros, un chaval de unos 19 años, con el pelo súper largo, va corriendo de una forma muy rara.

Al principio pienso que está haciendo la cosa esa de atletismo denominad “marcha”, pero después me doy cuenta de que no es eso, es otra cosa, y no parece muy normal.

Corre de una forma rarita y muy despacio.

De vez en cuando se para, ora en la acera, ora en mitad de la calle donde pasan coches, se da la vuelta formando un círculo, se golpea la cabecita, y remata extendiendo los brazos al cielo durante unos segundos.

Tras estas maniobras extravagantes vuelve otra vez a “correr” de una forma muy, muy rarita.

Al llegar a un edificio de la seguridad social que tiene unos 20 años, cruza la esquina y lo pierdo de vista.

Me alegro de perder de vista al que parece un “zumbi” (zumbado).

.

C)  "Llevo toda la tarde aquí y te estoy esperando a ti."

En 2017, en pleno verano, un día tenía que cruzar una calle peatonal, repletísima de gente, era una muchedumbre enorme.

Tenía que cruzar por allí, para llegar a un sitio, no me quedaba otra.

No me gustan las multitudes tan bestiales, siempre pienso que si pasa algo, saldrán todos corriendo como cabras y como pierdas el equilibrio te pasan todos por encima y te dejan plano.

Yo tengo una lista de miedos que ocupan varios folios por todos los lados, y uno de mis miedos es que una muchedumbre entre en pánico por cualquier cosa, yo pierda el equilibrio y me pasen por encima dejándome…. Plano.

En fin, para entretenerme y no pensar mucho en estas cosas, me pongo a calcular cuanta comida, cuanta agua y cuanta energía haría falta para mantener a este montonazo de personitas.

Ya he recorrido la mitad del trayecto que me separa del lugar al que voy, cuando de improviso, saliendo de sabe Dios donde, se me planta delante una chavala de veintipocos años y me dice:

-¡Llevo toda la tarde aquí y te estoy esperando a ti!.

Lo recuerdo muy bien porque rimaba.

La observé durante un milisegundo, no me pareció que entrañara ningún peligro, así que miré al frente, me hice el sueco y continué mi camino, pasando de esta pavita olímpicamente.

Yo no se, si sería algún juego de la gente de la ciudad, o si era una cosa de esas de los retos de tonterías que hay por el internete, del tipo limarse los dientes, ¡menuda burrada!, o tragarse un bote de miel delante de la cámara, ¡menuda bobería absurda!.

Yo no sé si era algo de estos rollos o de que demonios se trataba, en cualquier caso era algo extraño y yo tenía cosas que hacer y no me podía quedar ahí a interactuar con una pavita que de entrada tenía un comportamiento tan inusual.

D)  " ¡¡¡Ha llegado tu hora!!!".

Entonces yo todavía vivía en la ciudad, y ese mismo año, en invierno, un día sobre las 22:30, voy caminando tranquilamente por una calle cuando pasa a mi lado un coche a toda velocidad y un chaval de unos 16 años, saca medio cuerpo por la ventanilla, ( cosa harto imprudente, más de uno y más de dos con esa maniobra se han estrellado contra camiones de basura, contenedores y otros vehículos), el caso es que pasa a mi lado de esa manera y me grita la siguiente subnormalidad mientras el coche se aleja:

-¡¡¡Ha llegado tu horaaaaaaa!!!.

Mi primera reacción es de furia, y mi segunda reacción es de temor.

De aquellas yo tenía una libreta con coincidencias y la subnormalidad que acaba de escuchar me hizo pensar en si eso no coincidiría con algo.

¡Glups!.

Podía ser, a veces pasaba, las cosas en ocasiones están conectadas por las coincidencias.

¡Glups!.

Me quedaban unos trece minutos para llegar al piso en el que vivía entonces, ¡tendría que andarme con cuatro ojos, aquello podría coincidir con algo!.

¡Glups!.

Fui caminando con mucho cuidadín por una cuesta abajo, hasta llegar a un paso de peatones.

El semáforo estaba en verde y recuerdo que había tres coches allí parados, todo parecía muy normal, pero….. el ”¡¡Ha llegado tu hora!!” podía coincidir con algo.

Parpadeé con mis ojos alelados, muchas veces ando sin gafas y a cierta distancia veo todo borroso.

Veía los coches, pero no veía muy bien las caras de los ocupantes.

Allí estoy plantado como un pino delante de un semáforo en verde para mí, y en rojo para los tres coches que están allí.

Estoy dudando, ¿y si coincide que paso y uno de esos coches acelera?, no parece muy probable, pero cosas más raras suceden todos los días, el temor a que la subnormalidad coincida con algo grave para mi persona no me permite cruzar el semáforo, a pesar de estar en verde y de que todo, aparentemente, muy aparentemente está en orden.

Las apariencias engañan y todavía resonaba en mi cabeza el: “¡¡Ha llegado tu hora!!”.

Me imaginaba a mí mismo, tirado en el suelo tras sufrir algún tipo de accidente diciéndole al de la ambulancia o al que estuviera allí: ¡Tengo que apuntar esto en la libreta de las coincidencias, es una coincidencia muy buena!.

En fin, allí sigo, plantado como un pino.

El del primer coche me mira fijamente, yo aunque no le veo bien la cara, aparento que sí, arrugo un poco los ojos para ver mejor, ¡a lo mejor es un psicópata de esos!, me parece incluso que me está mirando mal, pero como tengo los ojos alelados podría ser mi imaginación.

Decido actuar con prudencia, con mucha prudencia, en vez de cruzar el paso de peatones, subo la calle, era una calle cuesta arriba, y cuando estoy detrás de los tres coches, miro a los lados y cruzo casi corriendo a la otra acera.

Me siento muy satisfecho por la maniobra que he realizado, me siento incluso bastante astuto.

El semáforo seguía en rojo para los tres coches, y por tanto verde para mí, yo he cruzado de aquella manera y al llegar a la altura del primer coche, veo borroso, pero veo, que el tipo me mira con cara muy rara.

En fin, ¡me había salvado de una posible coincidencia negativa!, claro que…. Todavía no había llegado a mi piso de entonces.

¡Glups!

Caminé con mucho cuidadín, ahora tocaba una cuesta abajo, después una cuesta arriba, cuando llegue al portal de mi casa, no me lo podía creer del todo, ¡parecía que me estaba librando!.

Claro que, no podía cantar victoria antes de tiempo.

De aquellas solía utilizar el ascensor, hoy en día si bajo a la ciudad, prefiero subir las escaleras que haga falta.

El caso, es que en contra de mi costumbre de aquella época, pase de subir el ascensor, podía coincidir con la subnormalidad.

¡Glups!

Ten cuidado pavito, me dije a mí mismo, cada bendito año unas 2000 personas se bajan del autobús por caerse de las escaleras, es verdad que en gran medida son personas borrachas o drogadas, pero no te fíes, podría coincidir. ¡Podría!.

Subí con extrema precaución.

Cuando llegue al piso y abrí la puerta ya me consideraba medio salvado.

Decidí prudentemente irme directamente a la camita, así me parecía que podía evitar cualquier calamidad que coincidiera con la subnormalidad que me acaban de decir unos 10 o 12 minutos antes.

Al día siguiente cuando me desperté, me sentí muy contento por haberme librado de una posible coincidencia muy negativa.

¡No se había dado ninguna coincidencia negativa para mí! ¡Me había librado!.

¡Que bien!.

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