Los mercados financieros completaron ayer uno de los peores comienzos de año de la historia bursátil con pérdidas generalizadas. Los índices de Estados Unidos acumularon una pérdida semanal de al menos 6% en sus principales indicadores. El Dow Jones cedió un 6,2%, el selectivo S&P 500 un 5,96% y el índice compuesto del mercado Nasdaq el 7,3%. Con estos descensos el Dow Jones perdió la marca de los 17.000 puntos, el S&P 500 la de los 2.000 enteros y el Nasdaq la de las 5.000 unidades, tres niveles con los que había cerrado Wall Street el año 15. La primera semana del año fue la peor desde 2011, tratándose de uno de los peores comienzos del año que han tenido los diezmados mercados bursátiles, fundamentalmente por el estallido de la burbuja china, enorme handicap para la economía mundial, también este año.
Las turbulencias originadas en el gigante asiático y la pertinaz caída de los precios del petróleo y las materias primas están detrás de estos descensos: Los temores de incubación de una nueva crisis financiera como la que se desató en 2008 están latentes (tal y como ha apuntado George Soros) y aunque la jornada de este viernes se presentó positiva al comienzo, poco a poco fueron derrumbándose las expectativas y en las últimas horas de sesión claudicaron ante el pesimismo generalizado por los poco halagüeños datos macro mundiales. Los indicadores europeos también sufrieron descensos: la bolsa de Fráncfort terminó con una caída de -1,31%, la de París con -1,59%, la de Londres en -0,70% y la de Madrid en -1,66%, llevando al Ibex 35 a perder el guarismo de los 9.000 puntos.
A nivel semanal, el DAX 30 de Fráncfort fue el indicador que obtuvo el peor resultado desde 2011, con un descenso de -8,32%, le siguió el IBEX 35 que acumuló una caída de -6,65% y el CAC francés con un descenso de -6,54%. Fue la peor semana de los últimos 12 meses. Así las cosas, las pérdidas tampoco se hicieron esperar en los mercados asiáticos. El Shanghái Composite perdió el 10% en la primera semana del año, mientras en Hong Kong la pérdida fue del -6,7%.
China se aproxima inexorablemente al precipio en forma de crisis financier, lo que ha desatado auténtico pavor en el mercado. Hasta ahora la situación se había mantenido controlada porque China era el último bastión del crecimiento y ahí se dirigieron cuantiosas inversiones que facilitaron los bancos centrales occidentales (BCE y Fed, o lo que es lo mismo, Draghi y Yelen) con sus fantasmagóricas tasas al cero por ciento de interés.
Como al final de la travesía se ha descubierto que no habrá tierra prometida y el crecimiento no sera el esperado, las pérdidas resultan inevitables. El panorama para este 2016 es enormemente volátil y complejo y no existe posibilidad de un rearme rápido y sólido de fuerzas, debido en gran medida a la distorsión que generan en este punto del ciclo económico (y en todos) los agentes gubernamentales (Bancos Centrales, Gobiernos, Reguladores, etc). Estos desequilibrios han hundido la productividad y la competitividad, que son la únicas vías del crecimiento posible.
“Si en el mercado hay más tontos que papel, la bolsa sube. Si hay más papel que tontos, la bolsa baja”. (André Kostolany)