En El Mundo de hoy, una interesante entrevista con el geógrafo-sociólogo Guilluy, francés. Me salta a la vista una frase que resume toda la entrevista: “la economía de hoy no crea sociedad”. Es interesante porque, al introducir la geografía de un país, ya no hay lucha de clases, sino de localizaciones frente a las cada vez más poderosas ciudades, que por su parte no son ya capaces de absorber a la población decadente de esas localizaciones. Un ejemplo es lo que se habla hoy de “la España vacía frente a la periferia y Madrid”. Pues resulta que esto pasa en todos los países occidentales, lo que se ha concretado en Trump en EEUU, el Brexit en Gran Bretaña, y la manifestación de los “chalecos amarillos” que apenas hemos comprendido en España.
Según el autor, el error muy extendido es el empeño en identificar estos fenómenos como de izquierdas o derechas, cuando en realidad los chalecos amarillos eran, si algo les une, los franceses de zonas rurales semi abandonadas, con sensación ciertamente de abandono de los poderes públicos, ante los que protestan su indefensión ante su empobrecimiento. Entre ellos, había jóvenes y ancianos jubilados, desplazados por el poderío de París y grandes ciudades.
Es interesante esta introducción de la geografía en las fuerzas y desequilibrios sociales, pues nos vendría a decir que la Economía clásica no tiene respuestas a este problema que, según el autor, seguirá agudizándose.
¡La sociedad, cada vez más distanciada del sujeto económico único de los modelos macroeconómicos al uso!
Al menos Keynes dividía los sujetos económicos en varias categorías, como consumidores-trabajadores, empresarios, financieros y Estado, cada uno de ellos con sus fines sus recursos bien distintos. Según Guilluy, esto sería ya insuficiente. Ha surgido la clase de los desclasados, pues ya no hay clase media en torno a la cual se estructuraba a sociedad de antes.
La crisis ha sido un sutnami que, cuando se ha retirado, ha dejado a unos más ricos y a otros más pobres. De estos surge la clase geográfica de “los olvidados”, como son los “chalecos amarillos”, que han expresado su ansiedad votando a partidos populistas nuevos, aunque usen etiquetas del siglo XIX.
En un par de post anteriores hablaba de Extremadura a través de mi visita a Zafra. Extremadura es la quintaesencia ejemplar de ese desplazamiento hacia la nada en España, aunque hay otros, sin duda.
Creo que en Keynes cabría, a través de inversiones públicas, atender esas necesidades de reintegración de esa geografía olvidada – claro que Keynes, cuando pensaba en la inversión pública, daba por supuesto una gestión eficiente, no “a la española”. En todo caso, está claro que hay regiones deprimidas que necesitan atención vía inversión pública, y que esa inversión fuera centralizada para su las eficazmente implementación.
Con las deficiencias seculares que hay en muchos servicios públicos, desde educación a transporte, creo que hay margen sobrante para ser eficaz.
Ciertamente, esto es un palo crítico al actual sistema de autonomías, que reciben traspasos y dinero desde el centro que no utilizan eficazmente. ¿O sí? Yo me temo que no.