De China se han escrito ríos de tinta acerca de su economía pero no tanto de una pequeña ciudad-estado al sureste asiático, Singapur, todo un referente del comercio mundial. De pasar a ser un país pobre y devastado tras la invasión japonesa durante la segunda guerra mundial ha pasado a ser uno de los países top de mayor renta per capita del mundo. Las reformas de los años 60 las cuales fomentaban la propiedad privada y el libre comercio lideraron el crecimiento del país, ademas se sería inflexible con cualquier atisbo de populismo, corrupción en especial, suciedad urbana y desorden civil. Otra característica del éxito económico del país es el bajo peso del sector publico en el PIB, no llegando al 5% mientras que en numerosos países europeos esta cifra llega al 45%.
El PIB de Singapur, con un crecimiento medio del 7,6% desde 1960 hasta la actualidad, está al tercer trimestre de 2016 en su crecimiento más débil (0,6%) desde la salida de la crisis mundial de 2008-2009. El espectacular arranque de la última salida de crisis con crecimientos cercanos al 20% en 2010 se han ido diluyendo paulatinamente.
La economía del país es básicamente exportadora no solamente a sus principales vecinos asiáticos sino a todos los continentes, de hecho es el segundo país del mundo en valor total de sus exportaciones respecto al PIB, un 133%. Su industria exportadora se basa en la electrónica, los fármacos y los derivados del petróleo. Su sistema financiero en expansión ocupa buena parte de su PIB, un 25%
La bolsa de Singapur, al igual que las bolsas de buena parte de la zona asiática, es actualmente bajista desde mayo de 2015 cuando finalizó una cuña terminal alcista.
La actual desaceleración del crecimiento del PIB junto con el gráfico bajista del indice bursátil ratifican un enfriamiento económico a nivel global, quizás en los albores de una nueva recesión salvo giro de 180 grados.
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