Con un 0,7% de crecimiento estimado en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2014 seguiremos perdiendo empleo medido en términos de bajas de la Seguridad Social, el verdadero termómetro del mercado laboral. Nada de paro registrado o encuestas de población activa, el primero por ser simplemente un servicio público de colocación que no tiene que reflejar la realidad del mercado laboral, y el segundo porque se trata simplemente de una encuesta, con todos sus defectos.
Antes de la mini reforma laboral, los estudios indicaban que para conseguir creación neta de empleo, la economía española debía crecer alrededor del 2,5%; tras ella, podría situarse en el 1,4%. Cuestiones de incremento de productividad que contrarrestan la creación de nuevos puestos de trabajo es la responsable de que haya un determinado nivel de crecimiento para la creación de empleo, y la flexibilidad en el mercado de trabajo la responsable de que se haya reducido dicho porcentaje.
A pesar de lo que nuestro gobierno insiste en propagar, que se trata de unos PGE para la creación de empleo, para sacar a España de la crisis, aunque siendo el control de la deuda su razón de ser, no parece que se haya cumplido por ahora. Desde que empezó la crisis nuestro gasto público ha pasado del 45,4% al 47,3% del PIB. A pesar de algunos recortes sobre los mal llamados servicios sociales (educación y sanidad básicamente), que en realidad son motores de la economía a medio y largo plazo, y sobre la parte más débil del problema, los empleados públicos, mientras los gastos políticos (diferenciar de los gastos públicos) permanecen intactos e incluso se han incrementado en determinadas partidas, algunas de forma extravagante y absolutamente innecesarias.
Me temo que a estas alturas de la legislatura hemos perdido definitivamente la mejor oportunidad que hemos tenido en décadas de reducir la estructura administrativa del Estado, motivo por el que el PP fue elegido en las elecciones de noviembre de 2011, no lo olvidemos. Además, el gobierno demuestra a nuestros socios europeos su incapacidad de controlar los gastos; año tras año, no hay forma de cumplir con los límites de endeudamiento, pasando de un 40% de deuda pública sobre el PIB en 2008 hasta sobrepasar este año con creces el 92% (muy por encima del objetivo inicial fijado por Bruselas) y llegar al 100% para el 2014 o 2015 según la generalidad de los analistas.
Todo su afán se va en una previsión voluntarista no basada en hechos reales de que la economía cambiará de rumbo y empezará a crecer por arte de magia. No hay ni recortes en gastos políticos estructurales fácilmente eliminables, ni legislación pro-activación de la economía.
Solo hay un empeño expreso y lamentable de intentar equilibrar las cuentas por la parte de los ingresos vía impuestos. Pero atención que nuestro gasto público está cercano al 50% del PIB. Cualquier economía resiste una cierta dosis de presión fiscal, pero hay un punto a partir del cual la economía se desploma por ser insoportable. Ese nivel se consigue por pasar a negativas las inversiones realizadas (pasadas o las futuras), por la pérdida de competitividad a nivel mundial,… No se trata de un simple capricho de la macroeconomía.
Sólo un ejemplo, en el municipio donde vivo el IBI se ha incrementado un 72,5% sólo en los dos últimos años, mientras que el IAE se ha incrementado del ejercicio 2012 al 2013 en un 165% (ya sé que hay municipios con unos incrementos superiores). Eso significa que los particulares tienen menos poder adquisitivo, que reducirán su consumo en los comercios de la zona, reduciendo los puestos de trabajo existentes, y que las empresas podrían entrar en pérdidas o rentabilidades tan reducidas que les impida realizar nuevas inversiones. Creo que el ejemplo es muy revelador de la situación que padecemos.
A esto se suma una creciente presión fiscal sobre los consumidores y empresas, eliminación de exenciones fiscales a las sociedades,… reduciendo el consumo general y las rentabilidades de las que dependen nuestros puestos de trabajo futuros.
Incrementar la presión fiscal significa directamente seguir profundizando en la destrucción de empleo.
El propio ministro de Hacienda reconoció hace pocos días que la recaudación fiscal de 2013 es peor de la estimada inicialmente. La economía está tan deprimida que las alzas en los tipos impositivos lo único que hacen es hundirla aún más, quedando demostrada la relación entre presión fiscal insoportable y creación de empleo.
La creación de empleo, y lo he comentado en varios posts anteriores, se basa en la rentabilidad de las inversiones. Sin ésta, no hay ni actividad ni nuevos puestos de trabajo.
Los PGE para 2014 son una continuación de los de 2013: un afán voluntarista de intento de control del gasto, reducción de recursos para los motores de la economía, y una esperanza sin fundamento de que el ciclo económico cambie por arte de magia.