Ambas figuras son Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) y, por tanto, tienen muchas similitudes. El funcionamiento de ambas es muy parecido, siendo vehículos en los que un conjunto de inversores aportan su patrimonio para que sea invertido en una cartera de activos con criterios generales establecidos de antemano. En los dos casos disfrutan de ventajas fiscales, operativas y financieras frente a la inversión individual, aunque obviamente a cambio de un coste. También están reguladas por la CNMV, que impone ciertas limitaciones y restricciones, y están obligadas a presentar comunicaciones periódicas al regulador.
Pero también existen algunas diferencias a destacar:
- Origen. Si bien ambas figuras están abiertas a todo el público inversor, es cierto que tradicionalmente las SICAVs se han utilizado como vehículo para grandes fortunas, aprovechando las ventajas que ofrece el régimen de IIC, a pesar de que en la práctica no era un vehículo de inversión colectiva. Para evitar esto existe el requisito de que una SICAV debe contar con mínimo 100 accionistas. Pero en términos generales los fondos siguen siendo un vehículo más abierto y popular que las SICAVs.
- Legales. Los fondos son patrimonios separados sin personalidad jurídicas, donde los inversores son partícipes del fondo, que delegan su patrimonio en una sociedad gestora. En contraste, las SICAVs son sociedades, y sus inversores son sus accionistas, por lo que son dueños de la toma de decisiones. No obstante, esta es una diferencia más formal que práctica.
- Operativas. Un fondo de inversión se contrata a través de la comercializadora, que puede ser la propia sociedad gestora o un intermediario entre el inversor final y la gestora. En cambio, una SICAV generalmente cotizará en un Sistema Organizado de Negociación, en particular el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), y su contratación se hace comprando acciones a través de una cuenta de valores en una entidad financiera, de forma similar, aunque con matices (véase la entrada sobre las SICAVs), a como se compran acciones de cualquier compañía cotizada.
- Comisiones. En este sentido, las comisiones también varían, puesto que al comprar acciones de una SICAV se incurre en costes de transacción, al igual que al vender sus acciones. Son costes que dependerán del broker en el que el inversor opere. Esto no ocurre con los fondos de inversión, donde la mayoría de ellos no tienen comisiones de suscripción ni reembolso. No obstante, en agregado los costes para el inversor de un vehículo u otro no tienen por qué ser sustancialmente diferentes.
- Fiscales. Aunque al igual que en los fondos, en las SICAVs el pago de impuestos por parte del inversor se difiere hasta que reembolsa su inversión (las plusvalías realizadas dentro del vehículo tributan solo al 1% en el impuesto de sociedades), la diferencia se encuentra, en primer lugar, en los traspasos. Para que una SICAV goce de traspasos libre de impuestos, debe contar con más de 500 accionistas, una característica que pocas cumplen en España de las más de 3.000 que cotizan en el MAB. Pero también hay una diferencia en la forma específica de tributación que conviene que el inversor tenga en cuenta: las plusvalías de los fondos están sujetas a retención una vez se reembolsan, mientras que las de las SICAVs no, al igual que sucede con las plusvalías de las acciones cotizadas.
- Distribución. En relación a las diferencias operativas, existe un punto importante en la práctica, y es que dado el modelo de distribución en España de los fondos de inversión nacionales, las SICAVs pueden tener una ventaja sobre los fondos que no pertenecen a grandes casas de distribución. Mientras que para contratar distintos fondos de gestoras nacionales es probable que el inversor deba incurrir en un proceso de alta y papeleo en cada una de ellas (con el consiguiente coste también para la propia gestora), para contratar diversas SICAVs simplemente se debe contar con una cuenta de valores en una entidad financiera, y desde esa única plataforma acceder a través del MAB a todas ellas.
- Amenazas regulatorias. La otra cara de la moneda es que, a nivel político, las SICAVs gozan injustificadamente de una peor prensa que los fondos de inversión. En consecuencia, regularmente en el debate político se promueven medidas regulatorias contra las SICAVs, que se consideran erróneamente como un vehículo exclusivo de los ricos, con privilegios fiscales a los que no puede acceder el gran público.
Fuentes:
https://www.bolsasymercados.es/mab/esp/SICAV/MAB_SICAV_QueEs.aspx
https://www.bolsasymercados.es/mab/docs/docsSubidos/SICAVS/MODELO_DE_MERCADO_MAB_SICAV_versi%C3%B3nfinal.pdf
http://www.inverco.es/20/22/25