Los que alguna vez hayáis leído algún artículo mío, sabréis que soy en esencia optimista. Creo en la capacidad humana de mejorar y de superar sus retos. A lo largo de nuestra historia hemos tenido muchas situaciones difíciles de las que hemos salido. Yo además de ser un lector y de aprender de los demás también invierto mi patrimonio y no tiro con pólvora del rey. Cuando yo hablo en una determinada dirección lo hago con todas sus consecuencias, y como soy un inversor privado me la juego de veras. Por eso, tengo que tener las cosas muy claras, porque los errores los sufriré en mis carnes.
Aquí leemos comentarios muy interesantes de compañeros que dan sus versiones e ideas. Algunos son pesimistas y temen que el mercado se esté preparando para una caída y otros son en cambio optimistas y esperan, como yo, que el mercado se recupere. Nosotros debemos leer a todos pero al final debemos tomar una decisión y posicionarnos, porque si no hacemos nada y nos quedamos paralizados, de qué nos sirve. Así que para mí estos tiempos son una oportunidad creo que el miedo está haciendo tomar a la gente decisiones erróneas. El dolor pasado en la crisis del 2008 está todavía presente y escuece mucho. Nadie se atreve a arriesgar su dinero y lo está regalando a cambio de una pretendida seguridad. Es patético lo de los bonos, son ridículos los depósitos y sin embargo más y más gente los busca. No hay rentabilidad y, sin embargo, sí represión financiera.
Si analizamos fríamente la situación, veremos muchos puntos de esperanza. Realmente la situación es favorable para asumir compromisos. La renta fija no da nada, los países están en paz, el progreso es global, la tecnología avanza de manera sorprendente en fin...
Por eso creo, que los pocos que seamos valientes y dejemos de lado la corriente general, obtendremos la recompensa que espera a aquellos que quisieron asumir riesgos.