“Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión”. Definición de la RAE de Sedición
A pesar de su carente aparente impacto, la situación actual económica española está marcada irremediablemente por el golpe de estado que está en marcha por parte de una comunidad autónoma que conforma nuestro país, España. Un golpe de estado, guste o no denominarlo así, supone un quebranto de las leyes que rigen a un determinado Estado y la imposición de unas autoridades que ascienden al poder sin una legitimidad. En Cataluña, por desgracia, parece este que algunos en nombre de todos han decidido tomar esta vía ilegal. Muy lejos queda el caso de Tejero en el 23-F, donde una banda militar quiso imponer a base de plomo su fuerza. La situación de Cataluña supone un caso que es novedoso dentro de la moderna Unión Europea.
Muchos análisis destacan el impacto que puede tener en términos políticos, sociales y, evidentemente, económicos. Múltiples análisis se centran en los efectos a corto plazo en términos de comercio o riqueza. Pero más allá, de una cifra o un dato, el análisis económico moderno sobre desarrollo económico en el largo plazo destaca la importancia de unas correctas instituciones sobre el mismo. Son ellas, y no otras hipótesis, las que condicionan que un país tenga una mayor o menor riqueza, la acumulación de factores por si mismo no vale para ello.
Una definición rápida y sencilla de institución serían las reglas de juego (que materializan las costumbres y hábitos de una sociedad en un conjunto de leyes) que se marcan un grupo de individuos en un territorio determinado (Estado) para regir su día a día, tanto personal como económicamente. El caso que nos atañe con Cataluña, este sería un asunto de flagrante quebranto de esas reglas de juego que nos habíamos establecido (residiendo en la Constitución, como su ley suprema) por parte de un grupo de esta sociedad, dirigidos por parte de una élite que gobierna y detenta el poder en contra de la legislación (una vez han decidido ir en contra de las leyes que les permitieron llegar ahí), que considera que para ellos ya no son de aplicación y deciden, de forma unilateral, quebrantarla. Qué hacer con esta gente que decide no respetar estas reglas de juego no es mi objetivo.
Mi preocupación reside en cómo este suceso se materialice y suponga un incentivo para la aparición de movimientos similares dentro de nuestro país y fuera de él. Evidentemente si España y nuestro entorno ha alcanzado el nivel de desarrollo actual es gracias al buen hacer de estas instituciones, tal y como se puede deducir del libro de Acemoğlu y Robinson ¿Por qué fracasan los países? Uno de los grandes soportes sobre los que se cimienta el progreso que ha vivido nuestro país en la era actual democrática, se basa en la existencia de unas instituciones sólidas que han permitido - con mayor o menor grado de libertad, lo cual es un debate aparte que no pretendo abordar ahora – progresar en términos de riqueza para el conjunto de la sociedad. Múltiples ejemplos nos ayudan a comprender esto, el desarrollo de España en la época post-franquista o la gran divergencia entre las dos Coreas - donde la Corea de moda, la de Kim-Jong-Un, no es la beneficiada en esta comparativa.
Necesitamos comprender adecuadamente la fortaleza que tienen estas instituciones para poder conceptualizar la importancia que tienen en el largo plazo. Sin unas reglas de juego claras, iguales para todos y que permitan el libre desarrollo de la actividad, sin privación de la misma de los demás, no podremos progresar. A pesar de que se diga que la riqueza se acumula en unos pocos, nunca antes en la historia el porcentaje de pobreza había sido tan reducido como ahora – tema aparte es la desigualdad, tema de futura discusión sin duda-. Es necesario que respetemos estas instituciones y que las hagamos mejorar con un objetivo común y no partidista. Es necesario si no se quieren repetir errores pasados.
Todo esto nos plantea que si es posible romper las reglas de juego, que entre todo nos habíamos dado, por parte de un grupo de la sociedad de manera unilateral, se está poniendo en grave peligro las instituciones actuales, si una parte de la sociedad puede decidir ir en contra de la ley y se le permite, supone un peligro antecedente que puede hacer cambiar el entorno que actualmente conocemos, acercándonos hacia peligrosas derivas autoritarias que bajo una falsa máscara de libertad de expresión o democracia que pueden derivar una forma moderna de discriminación clasista. He aquí el porqué me surge el concepto que encabeza esta entrada, Sedición Institucional, como concepto que nace del desarrollo económico post-IIWW, entendido este como los 75 años de paz en el contexto de los países desarrollados que ha coincidido con el periodo de mayor desarrollo económico de la historia del ser humano.
Puede que este movimiento de Sedición Institucional derive en Rebelión o, quizás, en nada, pero supone un cambio de paradigma moderno que se ha visto incentivado por la crisis económica que hemos vivido. Me temo que estos movimientos no se quedarán en mera anécdota si no se hace valer y respetar la ley, ya que, si los partidarios de la independencia de Cataluña son coherentes, nada impedirá que Barcelona reclame su identidad de manera unilateral frente al expolio del resto del nuevo país ficcional. Un absurdo que, casualmente, surge por parte de las regiones ricas, quizás porque una élite autoritaria que, camuflando sus intenciones originarias, busca retener más poder, ya que, dudo y mucho que la independencia de Cataluña sea para incrementar la libertad de los individuos en sus ámbitos personales y económicos. Un simple vistazo de quienes apoyan este proceso nos lleva rápidamente a saber que lo que buscan no es progreso económico y bienestar, si no un estado de dependencia del Estado que corrompe las instituciones que nos han permitido progresar. No buscan incrementar la riqueza del conjunto, no buscan que la gente pueda ser libre en sus decisiones, buscan canalizar y ocultar sus pretensiones últimas de carácter autoritario.
Será mi ingenuidad a la hora de comprender este proceso en términos de desarrollo económico, o será mi sensación de que, terriblemente, estamos en un proceso que tan malos presagios me causa en términos de oportunidades y riqueza futura, es decir, de desarrollo económico.