En el gráfico, la línea azul es un índice de volatilidad del S&P 500, y la roja es el tipo de interés del Treasury a 10 años. La volatilidad V, cuando sube asusta a los inversores bursátiles, que se refugian en bonos del Tesoro. Por eso cuando aumentaV, el rendimiento del bono disminuye (la gente huye al bono, que sube de precio, baja su rendimiento). Al revés, cuando hay más confianza -menos volatilidad-, la gente abandona el bono y compra acciones, sube el rendimiento de bono.
Nada nuevo bajo el sol. Esta es la relación habitual entre la bolsa y la renta fija pública. Ésta última representa el activo más seguro (riesgo muy remoto de perder la inversión), mientras que la bolsa es el máximo riesgo, además de ser su estimación imposible de objetivar: tiene un componente subjetivo ineludible.
Vale la pena destacar la muy baja volatilidad de la década de los noventa y, sobre todo, de 2003-07, un periodo de exceso de confianza que podríamos calificar de Momenro Minky: exceso de confianza que lleva a un apalancamiento general de todos para entrar en la burbuja como sea antes de que acabe...
También vemos en el gráfico que el momento de la crisis (zona sombreada) fue un excepcional momento de aversión al riesgo. La volatilidad alcanzó un pico máximo, mientras que el bono bajaba su rentabilidad a un mínimo no visto en décadas, al menos desde los años cincuenta.
Otros indicadores mostraban también el colapso que supuso la crisis de 2008 (en realidad iniciada en agosto 2007, cuando PARIBAS anunciaba que suspendía pagos de fondos de inversión porque no sabía cuál era su valoración). Sí, muchos indicadores de entonces reflejarían el colapso de todos los mercados, desde el mercado de liquidez, a los mercados de comercio exterior, por falta de financiación. Mohamed El-Erian ha intentado describir la situación de una manera en mi opinión muy acertada:
"The fourth quarter of 2008 turned out to constitute one of the most dramatic modern collapses in output and trade. Unemployment shot up, with the United States alone losing 8 million jobs (Figure 2). Cross-border trade came to almost a virtual stop (Figure 3), adding to the collapse in economic activity. Letters of credit were virtually impossible to open. Even successful companies with robust balance sheets found themselves cut off from working capital. Prices across a very broad set of financial assets hit huge air pockets. And many of those that were able to deploy cash quickly to take advantage of striking bargains lost their willingness to do so, even when confronted with what a few weeks earlier they would have regarded as dirt-cheap prices and historic bargains. As catastrophic as things seemed at the time, it was only later that many realized how really bad things actually were. And all this paled in comparison to what would have occurred had the “sudden stop” continued. For well beyond the visible economic and financial disruption lay a much less visible weakness that nonetheless constitutes one of the greatest Achilles’ heels of market economies and an interlinked global economy—the erosion of trust in the payments and settlement system."
Sí, el "Sudden stop" se desactivó gracias a la reacción del Tesoro y la FED, en una labor de de convencer a los escépticos Congresistas de que se tomaban medidas, o el mundo -no sólo EEUU- se metería en un agujero del que no se advinaba el fondo.
Pero esa reacción casi instintiva d e la FED, Tesoro, a su vez apoyada por los gobiernos y bancos centrales del G-20, si normalizó los mercados, abrió paso a un periodo no menos incierto y anómalo, de bajo crecimiento y baja o negativa inflación. Si evitamos una Gran Depresión como la de 1929, con caídas anuales de precios del 30%, la resaca ha durado lo que nadie esperaba.
Esa resaca se deja ver en el tramo final del gráfico: la volatilidad se hace cada vez menor, mientras el tipo de interés baje recordó a por abajo: se rompe la relación tradicional. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la anomalía de los tipos de interés tan bajos, y, sobre todo, la expectativa de que no van a subir en mucho tiempo, aplasta la volatilidad, lo que hace subir las bolsas por encima de lo que sería un periodo normal de crecimiento normal, bajo desempleo, y riesgo normal.
Esto ha desarmado a los bancos centrales: les ha dejado inertes ante un nuevo choque, que no es descartable en el contexto tan delicado que tenemos. Los bancos centrales, que fueron tan eficaces en evitar el colapso financiero de 2008, no podrán hacer nada ante un nuevo ataque de pánico. ¿Por qué iba a producirse un nuevo ataque? Porque las bolsas están muy sobrevaloradas y las deudas han seguido creciendo, y hay deflación y el paro es altísimo?
Cuidado con valorar el presente con criterios de antes de la crisis.