This has an important consequence for a formula of peace in a pluralist society: Individuals may affirm the same common values for different reasons.
Francia Fukuyama tiene un fascinante artículo sobre un encuentro habido en Washington sobre si el ateísmo puede ser compatible con buenos ciudadanos. La respuesta del autor es rotundamente sí.
Por supuesto, Fukuyama parte, como yo, del reconocimiento de papel que ha tenido la religión en los distintos valores civilizadores. No se puede negar eso sin caer en el craso error de negar la "Historia como sistema", como decía Ortega y Gasset. El ateo que parte de la base de que su racionalidad le permite rebatir de cuajo las creencias de otros es un pobre hombre, o mujer, como hay tantos ahora. No es que esté faltando al respeto. Es que se está insultando a sí mismo.
El problema es fácil de plantear: teniendo en cuenta que de dónde venimos del fondo de los tiempos nos ha acompañado una religión, ¿es posible que haya una sociedad civilizada sin creyentes?
Yo creo que sí, como afirma Fukuyama. Hay ejemplos de increyentes, como el mismo Ortega y Gasset, que fueron grandes hacedores de civilización. A la vez, no tuvieron ningún inconveniente en respetar las creencias de los demás. Cuando a Borges le dijeron que su madre, muribunda, quería que su hijo se confesara y comulgara, Borges, gran increyente (aunque tenía obras preciosas sobre los evangelios y Jesús), dijo: "y, ¿por qué no, qué daño me puede hacer?"
Por su puesto, una cosa es respetar las creencias, y otra muy distinta es doblegarse ante los actos viles justificados por esas creencias. Ahora tendemos a pensar que los musulmanes deben ser respetados e incluso admirados cuando asesinan...
Lo cual demuestra que se puede ser una sociedad civil sin creencias y se puede ser una sociedad incivil con creencias. La civilización viene magníficamente expresada en el frontispicio de Fukuyama de este artículo, "los individuos pueden afirmar los mismos valores comunes por razones muy diferentes".
De eso se trata: de algo tan sencillo como complicado, que ha advenido poco a poco, que nadie ha diseñado, y tiene un valor enorme que yo llamo Civilización Occidental. Hace unos años escribí un librito que se perdió en su viaje a ninguna parte, que llamé "Economía desde el principio" en el que pretendía demostrar que la Economía que estudiamos -malamente en España- es un subproducto de las guerras de religiones que desató Lutero, el verdadero inventor del individuo: individuo como conciencia que se afirma a sí misma frente a todo. De ahí, y de la huida a las Colonias Americanas de los protestantes, o "disenters", en busca de una tierra donde poner en práctica con libertad sus creencias, nació un pacto solemne por separar el gobierno de la religión de cada uno en el nombre de Dios.
¿Curioso no? Curioso y fascinante, complejo y que a no todo el mundo le agrada el componente de azar que conlleva, pero es lo que hay. Otra cosa que crispa los nervios En España es cualquier alusión a Lutero, lo que demuestra la raíz nunca perdida del católicismo en nuestro gen nacional, que prefriere antes el ateísmo republicano que el odioso creador del liberalismo individualista.
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