Aunque es obvio pensar que a mayor grado de endeudamiento, más trabajo va a costar salir de la crisis porque estaremos mucho más tiempo “desapalancándonos”, no parece que nuestro gobierno lo tenga claro a tenor de las últimas declaraciones eufóricas por haber obtenido un ridículo crecimiento intertrimestral en el último trimestre del año pasado (aunque recordemos que el interanual sigue siendo de descenso).
Para la explicación de esta lógica aplastante me gustaría utilizar un gráfico que le debemos a nuestro estimado colega John Mauldin, aunque más centrado en la cuestión de los supuestos riesgos que la deflación puede acarrear para cualquier economía, en la que por otro lado no estoy de acuerdo, al menos en sus partes principales.
El gráfico que acompaño se refiere a la economía de los EE.UU. donde, afortunadamente para ellos, disponen de una completa accesibilidad a estadísticas fiables de todo tipo. Muy distinto al caso español, donde tenemos que ir a cuentagotas, o utilizar estadísticas de otros países extrapolando, no sin reservas, las conclusiones finales.
El gráfico representa la evolución en trimestres después del estallido de diferentes crisis del ratio entre la deuda de los hogares en relación a los ingresos. De esta manera podemos apreciar que en la crisis actual, desde 2007 hasta ahora los hogares norteamericanos se han desapalancado alrededor del 20% de las deudas totales contraídas antes del momento del estallido de la crisis.
De esta manera vemos que, a diferencia de otras crisis donde el desapalancamiento casi no existe, como en las crisis anteriores a 1990 y la de ese mismo año, los hogares se han tomado en serio ese desapalancamiento. La excepción la encontramos sin embargo en la crisis de 2001 protagonizada por el estallido de la burbuja “punto com” donde los hogares, a pesar de la crisis, seguían incrementando sus deudas en relación a sus ingresos. Motivos de que la crisis en ese sector afectó en poca medida a la mayoría de los hogares norteamericanos o que la crisis tuvo en realidad un corto espacio de duración, podrían ser los motivos que impidieron ese desapalancamiento.
Pero, ¿cómo afecta el grado de endeudamiento de los hogares a la recuperación de una crisis como la que estamos padeciendo en estos momentos? En la medida que los hogares están endeudados y ven que su situación económica empeora, bien por reducción de sus ingresos, aumento del desempleo, o en nuestro caso, una ridícula política fiscal que aumenta su presión en épocas de crisis, y no justo lo contrario como la lógica indica, hace que la mentalidad cambie de una orientada al consumo y al incremento del endeudamiento, a otra de restricción y de esfuerzo en la reducción de las deudas contraídas con anterioridad.
El desapalancamiento no es malo en sí, de hecho es algo que se debe producir tarde o temprano (ninguna familia puede endeudarse hasta el infinito). Pero si unimos a este fenómeno el incremento de la presión fiscal, la reducción de los ingresos y el incremento del desempleo, nos encontramos con una espiral negativa para nuestra economía que depende en gran medida del consumo interno.
Hay que tener en cuenta que las familias no cambiarán la tendencia en su desapalancamiento mientras sus condiciones económicas no mejoren, tanto en términos de desempleo, ingresos y expectativas sobre su situación económica futura. Y mientras el fenómeno del desapalancamiento sea importante en España, las políticas económicas que coadyuven a su solución tendrán un efecto muy reducido, cuando no nulo.
No cabe duda que estamos metidos en un buen lío.