La vida sigue su curso en São Paulo, a pesar de los cortes de luz. La gente conversa en la calle con la normalidad de quien está acostumbrado a estas interrupciones, los condominios más afortunados sufren con el ruido infernal de los generadores y la cafetería de mi calle atiende a la luz de las velas, confiando en que la situación no se alargue tanto como para estropear el genero almacenado en las cámaras.
Los cortes de luz, y también los de agua, son algo habitual en esta megalópolis de cemento en la que todo se apostó al crecimiento, al igual que en el resto de un país, Brasil, que en los años 40 se consideraba el del futuro, pero que hace apenas diez aún tenía amplias zonas sin suministro, detenidas en el siglo XIX.
Hoy, existen graves problemas para el abastecimiento, con plantas escasas y costes crecientes en la factura. Todo ello agravado por una sequía brutal y que podría terminar de colapsar con el fenómeno de El Niño previsto para el año que viene.
EL BOOM
Brasil lleva años en boca de todos: por su gran crecimiento a rebufo de la subida de precios de las materias primas que atesoran, y sobre todo, por la creación (por fin) de una clase media, que se constituiría en una enorme bolsa de consumidores, a pesar de las enormes diferencias sociales que persisten.
Era el país en el que había que estar, al que se le premió con un mundial de fútbol y unas Olimpiadas para hacer aún más visible el cambio, y por el que se peleaban políticos y empresarios, convirtiendo a Lula en una auténtica pop-star y llevando los precios de los locales bien situados al nivel de los de la Quinta Avenida.
LA CAÍDA
Solo ahora se ven los pies de barro del país, que se enfrenta a una tormenta perfecta:
- - Con los precios de las materias primas desplomándose, resulta difícil no sólo cuadrar las cuentas públicas sino mantener la paz social, ya que peligran las subvenciones a los carburantes y los recortes están cada día en primera plana de los periódicos: ya ha habido huelgas en Educación, por ejemplo.
- - Todos los indicadores económicos mostraban desde hace meses que el país se encaminaba a la recesión: de la producción industrial a las ventas de coches, pasando por síntomas claros de que el boom inmobiliario en las grandes ciudades está a un paso de explotar.
- - La inflación continua siendo elevada, y el real brasileño está sufriendo una devaluación brutal respecto al Euro y, sobre todo, el dólar.
- - Todo ello está ha llevado a unos Presupuestos para el 2016 que contemplan déficit público por primera vez en una década, a pesar de los ajustes realizados.
Estar en una situación económica tan peligrosa se agrava, además, por la inestabilidad política derivada de los escándalos de corrupción, a pesar de que el equipo de Gobierno aún no ha cumplido al año desde las últimas elecciones.
NO TODO ESTÁ PERDIDO
No hay una receta mágica, pero lo que es innegable es que hay mucho margen para actuar:
- - Es uno de los países más proteccionistas del mundo, lo que no sólo dificulta la entrada de capital sino también de profesionales capacitados, muy necesaria en determinados sectores.
- - La fiscalidad es muy compleja, con grandes diferencias entre estados, lo que dificulta especialmente el establecimiento de empresas de tamaño medio.
- - El déficit de infraestructuras es otra piedra en el zapato de los brasileños, con una red viaria detenida en el tiempo y sin apenas ferrocarril ni metro.
- - Y, por supuesto, la burocracia: lenta, costosa, arbitraria, desaforada, aterradora. Les podría contar decenas de anécdotas, pero voy a contenerme.
- - El país sigue teniendo inmensas oportunidades:
- - El mercado interior tiene un enorme crecimiento potencial, con 200 millones de habitantes.
- - Dispone de una variedad de recursos naturales de ensueño: energía, agricultura, explotaciones ganaderas...sin contar las posibilidades turísticas, apenas explotadas.
- - El nivel de endeudamiento es relativamente bajo y las reservas en divisa son mayores que en las últimas crisis.
- - São Paulo es, y seguirá siendo, el principal polo financiero de América Central y del Sur.
¿Y LOS MERCADOS?
¿Y por qué es tan importante saber qué pasa en Brasil? Muy fácil: la relación económica con España es enorme. No hay más que ir a las cuentas de alguno de las grandes, como Santander o Telefónica, para advertir el enorme impacto que van a tener en los resultados. Primero, ya lo están teniendo por la devaluación de la moneda. Y pronto, se multiplicará por la caída en los resultados. Mapfre, Prosegur o Iberdrola también están en el punto de mira, así que mucho ojo los próximos meses.
Para terminar, echemos un vistazo a la bolsa brasileña, el Bovespa. En el gráfico se puede ver la evolución desde el 2005, cuando la fiesta comenzó, y cómo a día de hoy solo es apta para amantes de las emociones fuertes, con fuerte volatilidad y a punto de perder su última zona de seguridad antes de caer al abismo. Ustedes mismos.
En definitiva, el panorama que se presenta a los brasileños es complicado. En el mejor de los casos, una corta recesión para intentar retomar la senda que termine por convertir al país en eso que siempre se esperó que llegar a ser. Esperemos que así sea, porque pocos pueblos son más amables y alegres que el brasileño. Se lo merecen.
Feliz fin de semana.