El año pasado escribí un artículo titulado “¿Qué hago si me toca “El Gordo”? Espere, escuche, lea y aprenda” que tuvo bastante buena acogida. Tanto es así, que recientemente me contactó un periodista de la Cadena Ser de Valladolid para hacerme una breve entrevista telefónica que se emitió el pasado 9 de diciembre. Para intentar aportar algo más de lo que escribí entonces y actualizarlo al nuevo escenario fiscal, voy a escribir de nuevo sobre qué hacer si somos agraciados con algún premio de la Lotería de Navidad.
Antes de comenzar, merece la pena recordar que la probabilidad de ser agraciados con “El Gordo” es muy pequeña. En concreto, hay una probabilidad de 1 entre 100.000 de ganar cualquiera de los tres primeros premios. Si atendemos a las estadísticas, tenemos más probabilidades de morir por el impacto de un rayo que de que nos toque la Lotería a lo largo de nuestra vida. La probabilidad de que nos toque el reintegro -y podamos recuperar lo apostado- es del 10%. Entre todos los premios más allá del reintegro, la probabilidad de ganar realmente algo es de un 5,3%. Es decir, que tenemos un 84,7% de probabilidades de apostar y no ganar absolutamente nada. Atendiendo estrictamente a las matemáticas, podemos concluir -y creo que nadie se sorprenderá- que apostar a la Lotería de Navidad es totalmente ruinoso. Obviamente, es una tradición cultural y el compartir números con seres queridos, junto con la ilusión de que “pueda tocar”, es algo que las matemáticas no pueden medir ni comprender.
La novedad este año reside en que los premios, como se introdujo en enero de 2013, ya no están exentos de impuestos. En concreto, tan sólo los 2.500 primeros euros están exentos y el resto de cuantías que superen esa cantidad deberán tributar un 20%. De esta forma, si somos agraciados con los 400.000 euros del primer premio de El Gordo, deberemos abonar en nuestra liquidación del IRPF 79.500 euros. Una medida bastante injusta e impopular, teniendo en cuenta todo lo que nos usurpa el Estado a lo largo del año.
Empezando por el final, la inmensa mayoría de premiados de Lotería gastan el dinero en muy poco tiempo y son muy pocas las personas que logran una mejora sostenida de su patrimonio financiero. Según las estadísticas, cerca del 80% de los premiados de Lotería se ha gastado íntegramente el premio en menos de ocho años. Otras personas corren aún peor suerte y acaban tan agobiados por las deudas que optan por acabar con su vida. Algo que debería ser una bendición acaba conviritiéndose en una maldición.Por ese motivo, es necesario inculcar a los premiados unas pautas saludables y prudentes sobre las decisiones que deben tomar para gestionar de forma óptima su premio. Resumiré lo que creo que es la mejor estrategia.
1. Actuar con discreción:
Lo primero que deben hacer los premiados es ser absolutamente discretos y no decirle a nadie -más allá de personas de su máxima confianza- la buena nueva. De esta forma evitaremos que personas de nuestro círculo intenten aprovecharse de nuestra nueva condición económica desahogada. Además, por simples motivos de seguridad y hasta que no se haya cobrado el premio, es mejor no levantar sospechas.
2. Cobrar el premio sin demora:
Lo siguiente que debemos hacer es poner el boleto o la participación premiada en un sitio seguro. Es interesante escribir en el dorso del boleto premiado nuestro número de DNI y hacer una fotocopia del mismo. Como se sabe, contamos con hasta tres meses desde la celebración del sorteo para cobrar los premios. Hasta premios por valor de 5.000€ podemos acudir a cualquier administración de loterías. Para premios de importe superior tendremos que cobrar el premio o bien en cualquier delegación comercial de Loterías y Apuestas del Estado dentro de nuestra comunidad autónoma (se pueden informar en la web de LAE o en el 902112313 al respecto) o bien en cualquiera de las entidades bancarias concertadas con LAE, que son BBVA, Banco Santander, La Caixa y CECA.
3. Abstenerse temporalmente de gastar el premio:
Una vez que hayamos cobrado el premio y tengamos unos cuantos ceros de más en nuestras cuentas corrientes, el paso siguiente es no tocarlo durante un tiempo. Sí, han leído bien. Salvo que nos encontremos ante una situación financiera límite, es aconsejable no empezar a gastar el premio hasta al menos un mes después de haber sido agraciados con él. De esta manera, disminuiremos de forma considerable las clásicas compras impulsivas y tendremos el tiempo suficiente para empezar a planificar lo que queremos hacer. Puede ayudar a aclarar las ideas irse por unos días a un lugar tranquilo y así tener tiempo para pensar sobre nuestro futuro en un ambiente sin muchas distracciones.
4. Formarse en cuestiones financieras:
Es importante aprovechar ese mes para formarse mínimamente en cuestiones financieras. Esta tarea aparentemente compleja se puede hacer leyendo a Robert Kiyosaki o libros de iniciación a la Bolsa como “Alicia en Wall Street” de Luis Allué Bellosta. Como la mayoría de la gente ignora y como Robert Kiyosaki explica en su libro “Padre Rico, Padre Pobre”, los ricos no son ricos por sus yates, sus mansiones o sus coches de lujo. Lo que les convierte en ricos son sus activos financieros, es decir, sus empresas, sus acciones, sus fondos de inversión y todo aquello que les da unos flujos de caja recurrentes. Es lo que Kiyosaki llama activos financieros. En cambio, sus mansiones y demás lujos no son más que sus pasivos financieros, los cuales suponen un gasto, una salida de dinero constante. Sin tener interiorizada esta simple realidad, muchas personas agraciadas con la Lotería acaban teniendo que vender propiedades de lujo por no ser capaces de hacer frente a los gastos. Al intentar mejorar nuestros conocimientos sobre inversiones, es probable que lleguemos a la conclusión de que la Bolsa no es tan mala opción como tradicionalmente asociamos. Y es que, en contra de lo que el común de los mortales piensa, a muy largo plazo -más de diez años- la inversión en Bolsa es el activo más seguro y rentable que hay. La renta fija, en cambio, apenas supera en momentos puntuales de la historia a la renta variable en periodos tan largos de tiempo. Cierto es que no todo el mundo está hecho para invertir en Bolsa, ya que hay personas que no están preparadas para ver su inversión disminuir temporalmente hasta un 50%.
5. Contratar a un asesor financiero independiente:
Un buen asesor financiero independiente, preferiblemente de una EAFI, nos ayudará a hacer una adecuada planificación financiera y decidir de forma eficiente qué hacer con el premio en función de nuestras necesidades y circunstancias personales: no hará lo mismo un joven de veintitres años sin nadie a su cargo que un matrimonio de cincuenta con una hipoteca. Según el perfil de riesgo y las necesidades nos recomendarán hacer una cosa u otra. Huya de cosas complicadas y nunca invierta en nada que no comprenda. Si le hablan de inversiones en Bolsa con un horizonte de corto plazo o si le hablan de productos de inversión complejos o con supuestamente poco riesgo y mucha rentabilidad, busque otro asesor. Las comisiones por este tipo de servicios oscilan entre un 0,5% y un 2%, a las que habrá que añadir la que tengan los diferentes productos en los que nuestro asesor financiero nos recomiende invertir. Aquella parte de nuestro patrimonio que no vayamos a necesitar a cinco años vista debería estar invertida en Bolsa, bien a través de fondos de inversión o de SICAV cotizadas en el Mercado Alternativo Bursátil. Estos vehículos de inversión sólo tributan el 1% en el Impuesto de Sociedades frente al 27% que puede tener que llegar a pagar un individuo en su declaración del IRPF.
6. Tener paciencia:
Una vez que hayamos invertido siguiendo los consejos de nuestro asesor financiero, lo que debemos hacer es tener la paciencia necesaria para que nuestras inversiones den sus frutos. En el caso de la Bolsa, no debemos preocuparnos por la evolución de nuestra inversión a corto plazo sino a medio y largo plazo. Por poner un símil, el bambú tiene una peculiar forma de crecer que viene muy al caso. Durante un periodo que puede rondar los 7 años, el bambú crece debajo de la tierra. Es habitual que pueda llegar a crecer hasta 10 metros de esta forma, siendo inapreciable desde el exterior este crecimiento. Pero de repente, el bambú empieza a emerger y en cuestión de semanas esos 10 metros pueden salen a la superficie. Si no tenemos paciencia al invertir en Bolsa, podemos estar con unas rentabilidades debajo de la tierra, inapreciables a simple vista pero reales. Sólo el tiempo nos permitirá verlas. No es de extrañar que sir John Templeton, la leyenda de la inversión, contestase que lo convierte a uno en un gran inversor es la paciencia.
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