Que el precio no te engañe

7 de abril, 2014 0
Autor de TheMoneyGlory.com y aprendiz de alquimista.
Autor de TheMoneyGlory.com y aprendiz de alquimista.

El 3 de abril Google dobló las 337 millones de acciones, que ya tenía repartidas en el parqué, en 673 millones de títulos mediante un movimiento técnico conocido como split. Por cada acción antigua la compañía distribuyó una de nueva, y de la cotización de 1.100 dólares pasó a la franja de los 500. La diferencia entre antes y ahora es un simple tecnicismo. La capitalización bursátil es la misma; pero hay más acciones a un precio menor. Las nuevas cifras ya no intimidan a posibles compradores o a analistas que etiquetaban al Buscador de Internet de “caro” por ser un valor "milenario".

Google Stock Exchange

Es más fácil saber el precio de un producto básico que el de una participación empresarial, a pesar de la cantidad de información contable a nuestro abasto. Aunque valga diez céntimos, una manzana podrida es un disgusto para el paladar y nuestro estómago. Y si nos dicen que un Ferrari solo vale 7.000 euros, nos lo miraremos diez veces antes de hacer una oferta. Aparecería aquella voz de la conciencia que nos alertaría de la posible trampa en la que estamos a punto de caer. Son consejos, casi inconscientes, que nuestro razonamiento sabe fabricar por defecto. Diferente que en bolsa. Las acciones no las usamos, ni nos las comemos, ni tampoco las conducimos.

Lo que si hacen las acciones es repartir beneficios; es la compensación básica que se da a los inversores por confiar en el negocio. Las instituciones financieras también pagan, pero porque les presten dinero. Los bancos, por ejemplo, consideran que retener los ahorros de sus clientes durante un año vale aproximadamente un 0,25%. Esto es una inversión conservadora, avalada por un Banco Central, que asegura el retorno de la aportación inicial si hay peligro de quiebra. A cambio de esta tranquilidad, los intereses que pagan a los ahorradores son una miseria; dos euros y medio por cada mil euros de capital.

Google registró 12.920 millones de dólares de beneficios durante el ejercicio fiscal del año 2013. En una situación hipotética que la tecnológica hubiera repartido sus beneficios entre todos sus accionistas, éstos habrían recibido 36,05 dólares por acción. Aunque hubieran comprado las acciones por más de 1.000 dólares, una rentabilidad de 3,605% (36,05 / 1.000) ya es superior al de un depósito bancario.

¿Eran caras las acciones de Google cuando superaron el umbral psicológico del millar? Más caros eran los títulos de Netflix para un inversor que se dejaba más de 370 dólares por cada uno. La empresa sólo le devolvería un 0,5% de su inversión, a finales de 2013, después de presentar unos resultados de 1,85 dólares por acción. En cambio Northern Oil contentó a sus propietarios con una rentabilidad por acción de un 5,7%.

Es posible que la cotización post-split de Google provoque nuevas pasiones. Algunas sin fundamento; un número de tres cifras no espanta tanto. Es verdad que a las carteras modestas les será fácil asumir una participación de esta cantidad y Google ya no será como una ballena en medio de un estanque de agua. En términos absolutos esa conversión puede ser todo un éxito. Relativamente, la cotización se queda igual.

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