Se mire como se mire, los datos del paro del mes de abril son una gran noticia. El descenso de 111.565
en el número de personas que buscan trabajo supone el mejor dato de
este mes desde 1996. Aún más positivas son las cifras de afiliación a la
Seguridad Social, que se vio incrementada en 133.765 trabajadores desde
marzo, 197.701 respecto a hace un año, hasta sumar 16,43 millones en
total, según ha anunciado el ministerio de Empleo.
Quizá ya no sea pronto para decir que se trata de un dato
esperanzador, sino la continuación de una tendencia. En cualquier caso,
es positivo. Una noticia de la que alegrarse. Sin embargo, estas
mejoras, y más convertdas en costumbre, pueden ocultar una de las
principales causas de la situación actual en España y de la lentitud de
la recuperación: la hipertrofia del Estado. La presencia de éste en todos los ámbitos de la vida es un lastre carísimo en el camino de la recuperación económica.
Que en un país en el que apenas 16 millones de 48 tienen trabajo,
partidos políticos, patronales y sindicatos se lucren de los impuestos
de los ciudadanos es, sencillamente, insostenible e inaguantable. 19
parlamentos, diputaciones, empresas públicas, televisiones al servicio
de gobiernos… Todo un tejido improductivo que mientras supone miles de euros al año para el contribuyente, sus beneficiarios llaman “el chocolate del loro”.
Si es imperdonable que exista esa estructura mientras el paro se
multiplica y aún lo es más que el Gobierno haga cargar a los ciudadanos
con el peso de la crisis mientras sus prebendas siguen intactas, no
pierde gravedad que este sistema se mantenga en tiempos de recuperación,
incluso de bonanza. Siempre será un obstáculo que impedirá que éstas
sean mayores. Bienvenidos los datos del paro. Alegría inmensa. Pero que
no sean otra una excusa para seguir subiendo impuestos y manteniendo un negocio con apariencia de Administración. Lo serán.