Imagino a doña Ángela indignada y preguntando a su esbirro
Schauble aquello de ¿cómo es posible, con lo que yo he hecho por la
economía alemana? Y en la pregunta tiene la respuesta: efectivamente,
por lo que usted, Frau Nein, ha hecho con la economía alemana.
Resulta que tenía usted un país que era la envidia del
mundo y que pese a la crisis generalizada creaba empleo y riqueza. Y así
en 2009, en 2010, en 2011… Y se creció de tal forma que no fue capaz de
ver la clara realidad. Mientras le compraran sus mercancías podría
usted crecer, pero si no pueden comprarle, mal iba a ir.
Y a medida que usted se fue poniendo inflexible menguó la capacidad
de media Eurozona de comprar productos alemanes, carísimos por cierto.
Parece que las recetas de competitividad que va enseñando por ahí no las
aplican en demasía en su propia casa y la venta de calidad a un precio
determinado funciona bien en periodos de bonanza, pero en las crisis,
el precio es predominante en la toma de decisiones.
Pero es que además todo ha coincidido con que China tampoco crece
como lo hacía. Es una pescadilla que se muerde la cola. China vive de
fabricar productos que no consume ni en un 30% y si el mundo está en
crisis se ve obligada a fabricar menos y, por tanto, a crecer menos. Y
si crece menos sus incipientes clases medias dejan de comprarse el
Volkswagen y las clases altas ya no sueñan con el Mercedes o el BMW.
Ya es casualidad, Frau Nein, pero se le ha juntado todo. La lástima
es que no queriendo ver en Alemania el problema, podría haberlo
aprendido de China, pero no está usted para tonterías de andar
estudiando nada cuando tiene las soluciones a todos los problemas: meter
la tijera y cuando ésta se mella de tanto recortar, la volvemos a
afilar y tan contentos.
Resulta además que tanta bonanza le permitió a usted tomar una
posición hegemónica en Europa y que nadie discutiera sus criterios. De
esa forma logró usted pasar de puntillas sobre la necesaria
restructuración de su sector financiero. Los bancos de los lander son un
desastre tan grande como las cajas españolas y los grandes bancos
tampoco están para tirar cohetes.
De hecho, el que hace aguas es el más inesperado. Deutsche Bank se
enfrenta a serios problemas legales en Estados Unidos y ha tenido que
reformular sus cuentas de 2012 por ello. Y ahora Egan Jones habla de que necesita 100.000 millones de euros para poner en orden su balance. Los 23.000 millones de Bankia son un juego de niños.
Ni creo ni dejo de creer en esas cifras y en esos vaticinios, pero
aviso de que “cuando el río suena, agua lleva”. Y la agencia de rating
insiste en que la situación de los bancos de los lander es una bomba de
relojería.
¿Y las tres grandes? Todas calladas y manteniendo la triple A a
Alemania mientras Egan Jones, que se precia de no cobrar por sus
informes y financiarse exclusivamente por sus inversores, abre una caja
de los truenos que muchos pensaban que nadie se atrevería a abrir. De
hecho, Frau Nein ha conseguido que los landerbanken no estén bajo el
escrutinio del BCE o que la mayoría de ellos no hayan pasado el test de
estrés de la EBA en ninguna de las dos ocasiones en que se han
realizado.
Así que ya sabe usted, Frau Nein. Queda rebajado su rating y además
con perspectiva negativa. A ver si abandonamos esa altanería y esa
soberbia y vamos poniendo un poquito más los pies en el suelo. Ahora
comienzo a comprender algo mejor que el representante alemán en el BCE
ya no fuera tan inflexible respecto a nada e incluso hablara de una
rebaja de tipos si es necesario.
Las piezas empiezan a cuadrar y el puzzle amenaza con dejar al pairo
las vergüenzas alemanas antes de que Frau Nein llegue a las elecciones
de otoño. Mala suerte, doña Ángela. Peor lo ha pasado algún primer
ministro griego por su culpa o cualquier desahuciado español.
Directamente por su culpa.