Existen carpinteros, arquitectos, pescadores, cirujanos...todo un universo de profesiones y todas ellas comparten un rasgo común, un ideal, una filosofía, una actitud, se definen por lo que hacen, comparten una profesión.
Una vez se ha definido lo que son, cada cual se centra en los aspectos más relevantes para su tarea diaria. Empezamos a construir a pequeña escala centrándonos en los cimientos de la obra, leemos tratados clásicos sobre cirugía aplicada con éxito en quirófano, utilizamos equipos de seguridad que nos protegen dentro de la ebanistería y acondicionamos los aparejos de pesca antes de salir a la mar.
Sin duda alguna, solo unos pocos alcanzaran un resultado excelente, en el ejercicio de su profesión, destacando sobre los demás, pero todos ellos seguirán formando parte de un gremio bien definido, carpintero, arquitecto, pescador o cirujano.
La inversión, es una profesión, como tal, puede ser todo lo fácil o todo lo complicada que la podamos imaginar, pero sin una actitud y un comportamiento profesional, jamás conseguiremos serlo.
Esta mentalidad es imprescindible para prosperar en cualquier oficio, ya sea la inversión o cualquier otro, es la autentica fuerza motriz. Considerarnos como empleados a tiempo parcial de los mercados, nos brinda el rigor de una profesión, sin necesidad de convertirnos en una autoridad en la materia, aflorando todas las implicaciones que lleva asociadas.
Desde este preciso momento nacen los inversores profesionales y todo inversor profesional, que arriesga su propio capital, con una adecuada dosis de dedicación y esfuerzo, merece nuestro respeto, independientemente del resultado final que produzcan sus inversiones.
Estos principios son aplicados y mostrados desde la creación de mi cartera personal en http://finanzasconfinanzas.blogspot.com.es