Hay mucha inquietud en estos días sobre el mercado bursátil, con los sospechosos habituales pronosticando un crash que eclipsará a los de 2000 y 2007. El propósito de este artículo no es volver a refutar a los catastrofistas, sino mostrar dos diferencias muy importantes (una fundamental, la otra técnica) entre el mercado actual y los mercados de los dos picos significativos más recientes.
A nivel fundamental, según refleja el índice S&P 500, la ponderación de capitalización del mercado por sector parece estar fundamentalmente alineada con las aportaciones de beneficios de esos sectores. Utilizando los datos trimestrales más recientes, se puede observar que la mayor disparidad entre la representación del mercado y el poder de generación de beneficios se encuentra en el sector energético, con una diferencia de alrededor del 2,5% entre el peso de la capitalización del sector energía en el índice y su contribución a los beneficios. El resto de los sectores se ponderan aproximadamente con lo que aportan al índice de beneficios:
Esto contrasta fuertemente con el año 2006 (el último año completo antes de que el mercado alcanzara su punto máximo en octubre de 2007), cuando existían enormes disparidades en los sectores de energía y finanzas, que, en retrospectiva, podemos decir que eran debidas a las burbujas en esos dos sectores, que sirvieron para inflar sus ganancias:
2017 palidece en comparación con 1999, el último año completo de la burbuja tecnológica, cuando el valor de las acciones tecnológicas superó con creces su contribución fundamental, mientras que las acciones financieras estaban relativamente infrarrepresentadas según su participación en los beneficios:
El mercado actual también es técnicamente muy diferente al de estos años anteriores que fueron techos de mercado. Por ejemplo, en el año 2000, la línea Advance-Decline de la Bolsa de Valores de Nueva York, una buena medida de la amplitud del mercado, alcanzó su punto máximo a principios de 1998 y posteriormente disminuyó durante meses, mientras que el S&P 500 siguió alcanzando nuevos máximos, impulsado cada vez más por unas pocas acciones tecnológicas de gran tamaño con un peso elevado en el índice:
En 2007, la línea Advance-Decline de la Bolsa de Valores de Nueva York alcanzó su punto máximo en agosto de 2007 (véase el área resaltada en el gráfico), y no logró alcanzar un nuevo récord histórico, a pesar de que el S&P 500 lo hizo sólo dos meses después. En retrospectiva, la falta de amplitud en el mercado debería haber sido una advertencia de que ese mercado alcista en particular se estaba alargando demasiado:
Hoy en día, tanto el mercado de valores en general como el S&P 500 muestran una fortaleza ejemplar, con ambas medidas mostrando una amplia participación en el avance aparentemente implacable del mercado de valores:
En resumen, hay muchas razones para tener miedo: a diferencia de los picos anteriores, las valoraciones son uniformemente altas y los tipos de interés históricamente bajos, lo que deja a los inversores con pocos lugares atractivos donde esconderse. Sin embargo, según estas medidas, el mercado actual parece estar en buenas condiciones y técnicamente sólido. No parece haber una razón poderosa todavía para que los inversores en renta variable entren en pánico.
[Nota: Este artículo se publicó originalmente en inglés, en el blog de Fortune Financial Advisors. El lector puede seguir al autor en Twitter. Traducción realizada por la edición de inBestia]