Por qué la lectura puede ser iluminadora

1 de agosto, 2017 0
Treinta años Economista Titulado del Banco de España. Economía internacional. Autor del blog "Decadencia de Occidente", blog sobre los estragos... [+ info]
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Leer es una (in)actividad injustificada. Se dice que es bueno porque forma. Leer ficción es desdeñado incluso por grandes escritores, como Pla. Pero he aquí un breve texto de Emilio Renzi (Diarios) que justifica la lectura de grandes ficciones. La literatura es una gnosis irreemplazable por otras fuentes.

"En realidad la literatura muestra la opacidad del mundo, nunca sabe uno nada sobre la gente, incluso sobre aquellos que están cerca y a los que amamos, sólo sabemos lo que nos dicen pero nunca lo que piensan porque siempre nos pueden mentir; en ese sentido, las novelas se leen porque son el único modo de ver a una persona por dentro. Yo conozco mejor a Anna Karénina que a la mujer con la que vivo hace años."

Y no sólo que nos mienten, es que ellos mismos se engañan, aunque no se mientan. Y luego está la incapacidad de expresión. Balbucean. Tropiezan con las palabras o la falta de ellas. Al final sabes cómo tus seres más íntimos van a reaccionar porque llevas años registrando esas reacciones, que ni ellos mismos conocen. ¿Pero no es lo que hacen muchos animales?

La opacidad del mundo. Creo que es radicalmente cierto. Incluso para nosotros mismos, somos unos grandes desconocidos. Por mucho que científicamente sepamos que estamos constituidos por un cerebro que hace tales y tales funciones, que siente tales emociones o forma tales ideas, la verdad es que no nos conocemos ni conocemos a nadie.

La lectura de grandes obras te abren el mundo, al menos una rendija, por la que puedes vislumbrar el otro lado de las cosas. Te consolida vagas intuiciones que habías tenido. Te desvela sentimientos que no podías sospechar, como lo que dice Proust sobre el sadismo, o sobre el amor, al que le quite la capa de melifluidad con la que se suele contemplar.

¿Y los celos? ¿Puede haber amor sin celos? Yo no lo creo.

Y luego está lo que decía Proust, de que leer un clásico es hablar con un antepasado muerto, con el pasado.

Hay miles de cosas que nunca te enseñarán las ciencias. Y no digamos la "ciencia lúgubre" (la economía), que sólo sabe hablar de un aspecto del ser humano, para construir modelos que sólo explican (¿?) lo que hacen grupos sociales en sus relaciones económicas, más complejas que lo que dicha ciencia puede tener en cuenta. Por no hablar de la psicología, que se arroga una preponderancia totalmente injustificada. Según Bloom, el gran crítico literario, Freud estaba celoso de Shaspekeare porque había produndizado más y mejor que él en el alma humana.

Quizás la gran ventaja - la gran aportación -, de la literatura, es la capacidad de hablar metafóricamente. Se avanza mucho más a través del rodeo de una gran metáfora que balbuciendo palabras pobres y mal enlazadas. Y es que hasta las ciencias exactas como la física tienen que recurrir a la metáfora para explicar lo que describen los modelos matemáticos. ¿Qué es un "agujero negro" sino una metáfora? (Y no muy eficaz, por cierto).

Lean el ensayo de Ortega y Gasset sobre "Las dos clases de metáforas". Impagable.

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