¿Qué es la especulación? Aproximándonos a una definición etimológica, especulación proviene del verbo latino “specularis”, que hace alusión a mirar un espejo. De este vocablo subyace axiomáticamente el registro “specula”, mirar lo que desde lejos se aproxima. Si bosquejamos una definición panhispánica, el diccionario de la RAE afirma sobre la especulación: “operación comercial que se practica con mercancías, valores o efectos públicos, con ánimo de obtener lucro”. En ultimo término, y parafrasenado al maravilloso profesor Huerta de Soto se trata de “la función empresarial ejercida entre distintos momentos del tiempo del actor, siendo la quintaesencia de la función empresarial bien entendida y cumple una labor social enormemente importante.
¿Es pues la especulación buena o mala ? La especulación se asocia tradicionalmente con subidas de precios y desabastecimientos. Al parecer, los especuladores sólo entran en escena para acaparar las disponibilidades de algún bien, limitar su oferta, encarecer su precio y lucrarse con el padecimiento ajeno. Difícil, pues, avenirse con un oficio que, según relato de los bisoños, tiene por cometido hacer sufrir a las masas para concentrar la riqueza en cada vez menores manos.
Simplificando descaradamente la labor de los especuladores, se suele determinar que su acción consiste en comprar barato y vender caro, obteniendo como beneficio la diferencia entre el precio de venta y el de compra.
Así las cosas, ¿ a que se dedica per se un especulador profesional ? Esencialmente reduciría a dos estas tareas, que tienen idéntico propósito: coordinar a los agentes económicos. Por un lado, los especuladores redistribuyen los bienes o activos en el espacio y en el tiempo, o si se prefiere, interespacial e intertemporalmente. Por otro, facilitan los intercambios y la acumulación de bienes y activos, dotándoles de un mayor volumen de negociación e incluso de precio.
La primera de estas aristas se comprende perfectamente con el siguiente ejemplo. Supongamos que este año en Rusia se producen unas penosas cosechas de cereales (cualquiera que fuere), mientras que en Reino Unido tienen lugar unas cosechas excelentes de cereales. Sin especulación, los precios del trigo en Reino Unido se derrumbarían, hasta el punto de destinarlo para actividades muy poco valiosas (alimentar al ganado, por ejemplo), mientras que en Rusia la gente moriría de hambre. Sin embargo, gracias al especulador, quien comprará barato en Reino Unido para revender caro en Rusia, el precio del trigo tenderá a igualarse internacionalmente y a destinarse a sus usos más urgentes (que no será el de engordar al ganado, sino poder dar alimento a los ciudadanos rusos).
Lo mismo sucede con la distribución intertemporal de los bienes, aunque en este caso por ser su nivel de complejidad algo mayor, sus efectos suelen ser peor comprendidos. El especulador compra hoy, cuando un bien o activo está barato por ser sobreabundante, con el propósito de vender mañana, cuando ese mismo bien será bastante más escaso y por tanto más caro; gracias a esto, encarece el bien o activo en el presente y lo abarata en el futuro. Sigamos con el ejemplo de los cereales: imaginemos que este año ha habido una cosecha muy cuantiosa en Reino Unido y que el especulador, gracias a su profundo conocimiento del campo, de la climatología o de la demografía (o simplemente por azar), sabe o intuye que en el futuro serán estos cereales más escasos que hoy. Por ello, comprará trigo hoy elevando su precio y volviéndolo más escaso, lo almacenará y lo venderá mañana cuando sea más escaso (abaratando su precio). Y quien habla del abastecimiento de cereales a un año vista, puede hablar de vivienda a una década vista o de petróleo a medio siglo vista. Asmismo, las fluctuaciones de precios, así como la variación en la disponibilidad de los bienes a lo largo del tiempo se reducen muy sensiblemente, evitando saltos abruptos.
Junto con la distribución espacial y temporal de los bienes, hay que mencionar otra función de la especulación tan fundamental como la anterior: facilitar el intercambio y la acumulación de bienes y activos dotándolos de un mayor volumen de negociación e incluso de precio.
Sin especuladores, una persona sólo podría vender un bien o un activo si encontrara justo en ese momento a otra persona que deseara comprar ese mismo bien o activo a un precio y en unas condiciones que beneficiaran a ambos. Así pues, si yo quisiera desprenderme ahora mismo de 2.345 acciones del Banco BBVA, debería encontrar a una persona o grupo de personas que también ahora mismo, de manera sincrónica, quisieran adquirir al menos 2.345 acciones.
Los especuladores, si aludimos a un esquema más sucinto diremos que:
- -Aportan liquididez a los mercados financieros.
- -Sirven de intermediarios en el plano espacial y temporal de las demandas y expectativas futuras de los consumidores.
- -Suvizan y reducen la volatilidad en el precio de los bienes.
Finalmente, es importante asumir que especular no es manipular precios. Es intentar obtener un beneficio totalmente legítimo a cambio de correr un riesgo elevado. Y además es muy difícil hacerlo con éxito, en mercados no intervenidos por el Estado. Los especuladores son beneficiosos para el resto de la población, siempre que el Estado no manipule las reglas del juego.
“Tendemos a adoptar una actitud precavida cuando los demás están eufóricos y, al contrario, pasamos a ser más optimistas cuando los demás empiezan a tener miedo”. (Warren Buffet).