Alguna vez llegará, seguro, por lo menos de manera individual y exclusiva para cada uno de nosotros. Pero puede que por ahora no.
La obsesión por los apocalipsis es una afición muy humana. Parece que necesitamos periódicas crisis catárticas para poder avanzar. El Hombre desde la antigüedad, y en todas las culturas, ha predicho el fin del mundo. Los milenarismos también nos acompañan desde siempre. La del año 1000, que no vivimos personalmente, parece que fue dura .La del 2000, que si conocimos la mayoría, iba a ser una hecatombe tecnológica. Los ordenadores se apagarían, los servicios públicos colapsarían y tendríamos grandes problemas en las ciudades. La Nochevieja de ese año era esperada con curiosidad y aprehensión. Al final no pasó nada. Bueno si... que algunas empresas de software se hicieron de oro aprovechando el miedo.
Ahora desde que empezó la crisis financiera del 2008 no descansamos. El susto se nos metió en el cuerpo y no hay manera de sacarlo. Todos vivimos esperando la próxima Gran Crisis que no termina de llegar. Que si se produciría por culpa del euro, que si la deuda de los países periféricos, que si la crisis griega, que si el futuro Brexit, que si Trump... En fin, cualquier cosa valía para pronosticar la terrible debacle. En estos momentos todos estamos, si no asustados, si preocupados por ver si al final ésta es la definitiva.
El miedo es natural en los humanos y en parte es una emoción que tiene aspectos positivos, nos protege de posibles consecuencias negativas de determinados sucesos. Pero como todo en la vida, su exceso puede perjudicarnos.Un exceso de temor te paraliza y te impide desarrollarte, te limita además en tus posibilidades. No podemos vivir siempre pendientes de la próxima guerra, epidemia, crisis y demás miserias humanas. En la mayoría de los casos son muy difíciles de evitar y de tan siquiera predecir. Lo más probable es que lleguen sin anunciarse y cuando nos sintamos más seguros.
Nuestro Mundo de la Inversión es uno de los más expuestos a todos estas imprevisibles circunstancias, pero también gracias a eso mismo es el que presenta más oportunidades. Las posibilidades vitales van también en relación a la capacidad de saber gestionar los riesgos y una vez dentro de ellos, saber desenvolverse de la manera más eficaz posible. En las grandes crisis se dan grandes oportunidades, al igual que en las grandes expansiones se producen situaciones contrarias en las que el exceso de confianza puede ser muy dañino.
Conclusión, lo que todos ya sabemos. Que este mundo no es fácil y que al que algo quiere algo le cuesta. Pero si quieres beneficiarte del juego debes estar en él.