Como todos sabemos, aunque casi nadie lo toma seriamente en cuenta, la esencia de la vida es la incertidumbre. Y al igual que en la vida, en la inversión ocurre lo mismo. Nada es seguro, todo cambia y fluctúa. La duda es la base sobre las que nos tenemos que mover los inversores y el que no lo acepte así que abandone este barco.
Pero estos mismos retos que nos plantea la vida y la inversión son la sal y pimienta de éstas. Creo que la mayoría de los que estamos en este mundo no estamos sólo por ganar dinero sino por mucho más. Es vivir un reto continúo, un desafío a nuestra inteligencia que nos mantiene integrados en el mundo. Debemos estudiar, analizar y decidir en base a lo que hemos vistos y razonado. Qué debemos hacer y cuáles serán sus consecuencias. Si acertamos, además de la ganancia material, tendremos una mucho más profunda al sentir superado el reto.
Esa misma incertidumbre, es la base del beneficio. Las fluctuaciones que producen las dudas, y que a veces carecen de una razón verdadera, son la puerta que nos brinda las mayores oportunidades. Y aquellos lo suficientemente valientes y perspicaces serán los que obtendrán la recompensa.
Ahora mismo en España estamos en uno de esos momentos críticos que más dudas generan. Sin embargo para mí, sin que me agrade especialmente el gobierno que se puede formar, no me produce mucho más miedo que cualquiera de las situaciones que ya hemos venido viviendo desde que nos conocemos en estas páginas de inversión. A lo largo de los años, y así de memoria, me vienen un montón de presuntos peligros que luego se fueron desdibujando: la posible ruptura de Europa, la salida del euro, las crisis de los PIGS, Grecia, Corea del Norte, la llegada de Trump, el Brexit, y tantos otros... Al final, nada fue tan importante para provocar la pronosticada hecatombe. En el mundo siguen como siempre las dudas y los miedos, la Guerra comercial, la recesión global, el brexit sin arreglar... y tantos otros que vendrán. Y en nuestro país tenemos la gran incertidumbre de qué ocurrirá con las nuevas políticas, si será el acabose definitivo para nosotros los pobres inversores. Pero, y siguiendo con la visión vital que tengo que es en esencia optimista, al final la sangre no llegará al río. España está ya demasiado engastada en Europa para que pueda tomar medidas absolutas y radicales ella sola. Tenemos los ejemplos de Grecia, de Italia, de Portugal. Gobiernos que parecían que iban a dar un giro radical se terminaron adaptando y convirtiéndose en algo descafeinado de lo que se temía. Hubo mucho más ruido que nueces.
Dicho todo esto, no quiero decir que no tengamos que estar atentos y ver por dónde se dirigen los tiros. Está en nuestro ADN la observación constante y la adaptación al medio. Pero seguro, que a pesar de los miedos que podamos tener, probablemente aparecerán oportunidades que ahora mismo no vemos y que son la esencia de nuestra actividad.
Así que mantengamos la calma, sigamos leyéndonos unos a otros y aprendiendo de las ideas que cada uno pueda aportar. Veremos como sorteamos esta nueva amenaza de tormenta que parece que aparece en el horizonte...