Ha levantado cierta polvareda el informe trimestral del BIS (Bank of International Settlements), que nos describe un panorama con focos de inquietud difíciles de ocultar, sobe todo por parte de China.
Primero, dos párrafos del discurso de presentación de Claudio Borio, jefe de economistas, sobre los ulrimos acontecimienros, mostrando que los bancos centrales ha llegado al límite y que se requieren otras políticas que complementen o sustituyan a los BC.
Existe, por supuesto, una explicación habitual a esta discordancia: la interacción de las decisiones de los bancos centrales con las decisiones de inversión de los participantes en los mercados. Los bancos centrales, mediante una combinación de tasas de interés oficiales cercanas a cero o incluso negativas, compras de activos a gran escala y orientación de expectativas («forward guidance»), han estado intentando relajar las condiciones financieras con miras a estimular la economía y, sobre todo, a elevar la inflación hasta niveles más cercanos a sus objetivos numéricos. El periodo analizado no ha sido una excepción, con la aplicación de medidas de relajación monetaria por los bancos centrales de Japón, Inglaterra y otros países, así como señales de acomodación continuada por parte de la Reserva Federal y el BCE. Por su parte, los participantes en los mercados han presionado aún más a la baja las tasas de interés, ya fuera en un intento de buscar duración para cubrir sus pasivos a largo plazo (como en el caso de los fondos de pensiones y las compañías de seguros) o para obtener rendimientos adicionales cada vez más escasos. El resultado han sido tasas de interés persistentemente muy bajas e incluso rendimientos de la deuda negativos para vencimientos muy largos.
A su vez, la perspectiva de tasas de interés más bajas durante más tiempo ha tenido un doble efecto. Por un lado, ha fomentado el conocido giro hacia la renta variable y una búsqueda de rendimientos (search for yield) más amplia, generando las habituales señales de «exuberancia». Por el otro, ha planteado serias dudas sobre la rentabilidad de las entidades bancarias, dado que las tasas de interés tan bajas y las curvas de rendimiento planas suelen erosionar sus márgenes de intermediación y reducir el coste de mantenimiento de préstamos improductivos, retrasando con ello el necesario saneamiento de sus balances.
La reciente recuperación ha despertado sentimientos encontrados: más garrote que zanahoria, más empuje que tirón, más frustración que alegría. Esto explica la persistente pregunta acerca de si los precios del mercado reflejan plenamente los riesgos futuros. En los últimos días, parece haberse intensificado las dudas sobre las valoraciones, que solo el tiempo resolverá.
Los acontecimientos en el periodo analizado han ilustrado una vez más hasta qué punto los mercados se han vuelto dependientes de los bancos centrales. Su sensibilidad ante cada decisión y declaración de los bancos centrales quedó de manifiesto el viernes pasado, cuando los mercados se desplomaron y los rendimientos de la deuda repuntaron tras las declaraciones que matizaban las perspectivas de la futura senda de las políticas en las principales jurisdicciones. Cada vez resulta más evidente que los bancos centrales han estado sobrecargados durante demasiado tiempo. Como argumentamos detalladamente en nuestro último Informe Anual, es fundamental conseguir una combinación de políticas más equilibrada para guiar la economía mundial hacia una expansión más robusta, equilibrada y sostenida.
Es decir, el "New Normal" después del susto de Brexit, que decididamente se encargaron de hinchar los partidarios apocalípticos del "Brexin". Después se vio que los problemas reales están en otra parte, pero que había que hacer ruido para precisamente desviar la atención de ellos. El estacazo electoral a Merkel es un nuevo aldabonazo a los que no quieren mirar de frente. Que son todos, vista la cara de encantados-de-haberse-conocido de los de la Cumbre Bratislava, que es donde realmente son felices estos "pobres políticos" que nos llevan al abismo.
Vamos a lo de China. El BIS ha publicado un indicador de China escalofriante, que demuestra muchas cosas. Primera, que China está al borde de una gran implosión, y, segunda, que los mercados están decididamente locos. Lo único que les ha preocupado es la tasa de crecimiento de China: si era mayor del 6,5%, todo estaba bien. Bueno pues resulta que tal tasa de avance del PIB se debe a una acumularción de deuda creciente (por cierto, como en España, a otra escala y proporción, afortunadamente). El llamado Gap financiero, que es la tasa de deuda sobre PIB comparada con la media histórica, es en China nada menos que de 30,1. La deuda total China alcanza el 255% de PIB. Hurra.
La opinión de Amborse Evans-Prichard sobe este dato,
CChina has failed to curb excesses in its credit system and faces mounting risks of a full-blown banking crisis, according to early warning indicators released by the world’s top financial watchdog.
A key gauge of credit vulnerability is now three times over the danger threshold and has continued to deteriorate, despite pledges by Chinese premier Li Keqiang to wean the economy off debt-driven growth before it is too late.
The Bank for International Settlements warned in its quarterly report that China’s "credit to GDP gap" has reached 30.1, the highest to date and in a different league altogether from any other major country tracked by the institution. It is also significantly higher than the scores in East Asia's speculative boom on 1997 or in the US subprime bubble before the Lehman crisis.
Studies of earlier banking crises around the world over the last sixty years suggest that any score above ten requires careful monitoring. The credit to GDP gap measures deviations from normal patterns within any one country and therefore strips out cultural differences.
It is based on work the US economist Hyman Minsky and has proved to be the best single gauge of banking risk, although the final denouement can often take longer than assumed. Indicators for what would happen to debt service costs if interest rates rose 250 basis points are also well over the safety line.
China’s total credit reached 255pc of GDP at the end of last year, a jump of 107 percentage points over eight years. This is an extremely high level for a developing economy and is still rising fast .
Outstanding loans have reached $28 trillion, as much as the commercial banking systems of the US and Japan combined. The scale is enough to threaten a worldwide shock if China ever loses control. Corporate debt alone has reached 171pc of GDP, and it is this that is keeping global regulators awake at night.
Se pregunta Borio, eufemísticamente, si no hay cierta sobrevaloración de los mercados, dados estos datos. Lo que es innegable es que las primas de riesgo están distorsionadas a la baja, lo cual es lo mismo decir que hay una burbuja y no sólo en las bolsas. Se puede producir perfectamente un recipiente de tipos de interés inesperado que haría temblar la Tierra.