Nos hemos quitado de encima a Sánchez, pero eso es todo. Gracias a una aberrante ley electoral, Españas está abocada, como dice José García Domínguez a la inestabilidad de gobierno. Sánchez ha durado sólo 9 meses, el próximo quizás dure menos. España es un país fragmentado y quebrado por horizontal y por vertical. Horizontalmente, ha tiempo que no hay igualdad entre españoles, como se ejemplifica en el post anterior. En realidad hay una desigualdad creciente. Verticalmente, lo que hay un gobierno débil ante, no sólo separatistas, sino Comunidades Autónomas y grupos de presión, que van cogiendo el gusto a eso de chantajear al gobierno de la nación y, por ende, a la nación: a los españoles, vamos.
Las próximas elecciones no darán resultados estables. Podemos se desintegra, pero eso no parece beneficiar electoralmente al PSOE. Por el otro extremos, VOX va a robar votos a PP y C’s, lo que aleja una entente cordiale entre éstos tres. Los otros dos le hacen mohínes de asco, guiados por Manuel Valls y Garcicano, y es difícil hoy imaginar un gobierno tripartito estable. Por su parte, Rivera I el inestable está coqueteando con el PSOE sin Sánchez. En fin, fluidez sí, pero mucha consistencia no hay. Y es que Ciudadanos no se ha aclarado todavía si es liberal, de centro izquierda o de centro derecha, entre tanta mochila austriaca o sistema de contribución holandés.
¿Saben cuál es el único resultado cierto de esta inestabilidad? Más deuda pública. A más inestabilidad, más deuda. Es inevitable. Es la manera de atraerse votos de los demás: sobornar con deuda pública, cuando lo que necesitamos es todo lo contrario. Vemos en el gráfico (Europress) que estamos en un máximo histórico,
Así que las líneas rojas se disipan, todo es posible, menos lo bueno.
Queda lo menos malo, si es que alguien es capaz de definirlo a priori.