No se trata de aplicarles la guillotina, hoy tan de moda gracias a los Twitteros podemistas, pero tiene razón García Domínguez de que en España sobran "emprendedores". España, sus élites, no se han enterado que no se alcanza la modernidad subvencionando y premiando a emprendedores individuales, incentivándolos a que se queden toda la vida de "entrepreneurs", ese palabro francés que a muchos se les hace agua la boquita de piñón, cuando la dicen. Yo, cuando alguien se define, o me endilga una tarjeta de presentación, como entrepreneur, me escachifollo.
Desde que en 1937, Coase explicó porque existen empresas y no somos cada uno un productor individual que vende su producto en el mercado para comprar su consumo, España no ha entendido nada del mundo empresarial. Por ejemplo, se ha mitificado en exceso la Pyme, cuando la Pyme no es más que un proyecto de gran empresa que gane en productividad al crecer. Claro que esto, de que la empresa y el empresario cuánto más grande mejor, no casa con el humus cultural del país, tan de izquierdas absurdamente. Pero hay una cosa que se llama economías de escala, que es el impulso a la eficacia de hecho de que el volumen de producción crezca a más ritmo que los costes.
¿Por qué existe la empresa, y no la auto producción individual? Porque hay costes que se eliminan: los costes de transacción (costes de buscar en el mercado alguien que quiera lo que haces, y coste de encontrar quién produce lo que quieres) y costes de contrato: por cada operación habría que hacer un contrato.
La empresa, mediante la dirección del empresario, reduce esos costes a insignificantes. Maneja unos modelos de contratos limitados para su plantilla, sus proveedores, y coordina a sus trabajadores con los medios de producción sin contratación alguna. Ergo la empresa es un recurso que nace naturalmente de la necesidad. Nadie individualmente puede competir sin arruinarse con el sistema de producción capitalista-empresarial.
Y los "entrepreneurs", tan laureados por el PP, por esa base ideológica que le suministra la suma simpleza del "hazte liberal en siete días" de nuestros austriacos de manual, no deben ser más que un paso hacia la constitución de una empresa. Si ayudamos a los empresarios individuales, se quedarán toda la vida al cobijo de las ayudas, y me temo hay demasiados, como dice García Domínguez, al menos por las cifras que maneja, el doble que en Alemania.
Y es que en España hay muchos intereses creados para que las grandes empresas instaladas no tengan que someterse a la competencia de las emergentes. De modo que así quedan protegidas las realmente interesadas en que las pequeñas no crezcan.
La empresa tiende a crecer, a aprovechar las economías de escala, a reducir los costes medios aunque los salarios aumenten (es más, las economías de escala son condición imprescindible para que los salarios aumenten): es aritmética pura: si la productividad por recursos aumenta, aumentan los beneficios y aumentan los salarios.
Antes de exigir salarios europeos, concedámonos productividad europea. Y antes de teorizar sobre "tejido empresarial" dejemos de penalizar fiscalmente el desarrollo natural de la empresa.
Lo malo es que en España la Pymes tiene vocación de Pymes. En cualquier otro país (que no sea Portugal, o Grecia, además de España) tiene vocación de crecer. Cuanto más crezca, mayores serán sus márgenes, sus medios para invertir, y sus recursos para protegerse contra los infortunios. El tamaño importa, como dice GD.
Buen artículo. El artículo de Coase es uno de los mejores jamás escritos sobre la dinámica empresarial. Para analizar compañías es fundamental entender las ideas de Coase.
En realidad, no hacen falta empresas más grandes ni más pequeñas, solo dejar de desincentivar el crecimiento de las empresas. Luego las condiciones del momento empujarán estructuras más grandes o más pequeñas, es difícil saber que hace falta exactamente.
Un saludo
En España los empresarios prefieren que sus empresas no crezcan por las obligaciones que les pone el Estado (que si más de 50 trabajadores, que si más de 250...). En cambio, lo que hacen es tener media docena de PYMES cada uno.
Exacto. La fiscalidad es disuasoria, va decididamente en contra de las economías de escala.
Ppr otro lado. Tenemos a las del Ibex, que no son precisamente crujidas a impuestos...lo difícil en España es dar el salto, ppr eso tiene merito de Amancio Prada. Claro que Prada se ha expandido en el mundo, supongo que buscando climas fiscales más cálidos.
Gracias por su comentario.
¡Magnífico! Que las grandes empresas creen empleo y renta, que generarán IRPFs, ¡incluso pagarán algo de impuesto de sociedades! La productividad es mucho mayor, la eficiencia es mucho mayor porque lo es la especialización. Los pequeños, pongamos el caso extremo de los autónomos, no tenemos más remedio que ir a comprar el alambrito, cortarlo, afilarlo, hacerle la cabeza, ir a vender el alfiler, tratar de cobrarlo, ir al banco a ver si nos financian, preparar nuestra declaración fiscal, instalar el p... software que ya ni recordamos cómo iba... Infinitas operaciones que tenemos que reorganizar casi cada vez. Pero sobre todo, tenemos que atender la especializadísima tarea de tratar de conseguir subvenciones. Un rollo.
Jaja, no se lo tome así. Sólo digo que la pequeña empresa debe tener vocación de crecer... A menos que los impuestos y otras gaitas las desalienten.
En respuesta a Miguel Navascues
Ah, pero mi comentario iba sin ironía: también creo que en muchísimos aspectos es superior la gran empresa, y si es cotizada, mejor, por la exigencia de transparencia de los socios/inversores. Y que la defensa hispana de las pymes no beneficia a nuestra economía. ¡Lo de magnífico iba en serio, hay que decir eso!
Perdón. Es que lo del alma rito me ha encantado. Creí que era una reivindicación.
En respuesta a Miguel Navascues
¡Nada que perdonar! En el fondo iba usted bien encaminado: para mí reivindico un pequeño, ineficiente y lucrativo monopolio.