Hoy no les voy a hablar de indicadores, ni de sistemas, ni de
amplitud, ni de ondas. Hoy quiero hablar de la vida misma y de algún que
otro sambenito que nos han puesto a gente como nosotros.
La
primera vez que fui a un curso de Bolsa me llevé una de las sorpresas
más grandes de mi vida. Al margen de todo lo demás, había allí otras
veinte personas que hablaban de lo mismo que yo, que les interesaban las
mismas cosas que a mí y que, por lo general, lo llevaban en secreto.
Mi
caso era excepcional. A mi alrededor todo el mundo sabía que me gustaba
la Bolsa, que invertía, que dedicaba tiempo a estudiarla y no les
parecía raro, seguramente porque yo era periodista económico. En cambio,
en la mayoría de mis nuevos colegas se daba la circunstancia de que al
margen de su mujer y algún que otro íntimo amigo era una cuestión que se
llevaba casi en secreto.
Me sorprendió que alguno de estos nuevos
colegas me explicaran que la gente mira mal a quienes invierten en
Bolsa o que no tenían intención de que les tildaran de "especuladores".
En cambio, en el curso se sentían absolutamente felices de compartir
conocimientos y experiencias. Hice grandes amigos allí.
Aquello me
sirvió para reflexionar y fiel a mi espíritu rebelde me hice unas
tarjetas en las que junto a mi nombre, en el apartado donde suele
ponerse eso de "neurocirujano" o "abogado", yo puse "especulador" (en mi
perfil de Linkedin aparezco así). Las repartí en mi entorno y mi
sorpresa fue en aumento cuando la gente torcía el morro. Una cosa era
que yo estuviera al tanto de la Bolsa y otra que fuera un especulador.
Con
el tiempo, en foros y chats descubrí que tras los nicks se escondía
gente que tampoco dice abiertamente que es un especulador, que se
doblega ante la corriente mayoritaria que acusa a los especuladores de
todos los males del mundo e incluso de algunos males intergalácticos. No
es fácil en los tiempos que corren, ni en los que corrían antes, ir
contra el aborregamiento general. Resulta que nadie es especulador, pero
han vendido y comprado casas al menos tres o cuatro veces en sus vidas,
con jugosas plusvalías, claro. Pero eso no es especulación, eso es
mejora del nivel del vida.
Me vienen estos recuerdos a la cabeza
al ver el ritmo que ha llevado el blog y el que está llevando el foro.
Somos ya una legión de especuladores. En el blog entran más de mil
personas al día y me juego el meñique a que todos son especuladores,
cada cual en su escala. En realidad, lo que estamos creando es un lugar
para que mucha gente pueda dar rienda suelta a cosas sobre las que
habitualmente no conversa. Y en el foro la conversación llega a unos
niveles de meticulosidad realmente sorprendentes.
Porque, no nos
engañemos, incluso en el caso de que todos nuestro entorno acepte que
somos unos especuladores, difícilmente van a hablar de Bolsa. En todo
caso, si llega a darse, te preguntarán con suficiencia aquello de ¿has
ganado más que en ING?
Si esto les ocurre, no duden en decir,
también con suficiencia, "diez veces más y en solo seis meses". No den
pistas, no intenten razonarlo. Sólo digan eso. Yo hice el experimento y
dos personas de mi entorno se me acercaron con intenciones bastante
menos críticas en las siguientes semanas. Poco a poco han ido rompiendo
la barrera y empiezan a admitir que les interesa este mundo.
Pero
no he tenido éxito con todo el mundo. Uno de mis mayores críticos, muy
progresista él, me censura que sea capaz de abrir un corto mientras él
se ha despedido de su empresa aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid, le han arreglado el asunto como un despido para que cobre el
paro y, por supuesto, está trabajando en negro en otras cosas.
Y
luego los malos de la película somos nosotros. Tiene bemoles. Me queda
la íntima satisfacción de que no existen blogs para defraudadores al
desempleo, ni foros con sistemas para defraudar mejor. En cambio,
nosotros hemos creado dos vehículos para dar rienda suelta a nuestras
inquietudes. Será que no somos peores que ellos. Tampoco les veo
publicar libros que se titulen "La máquina de defraudar al sistema" y
yo, en cambio, me siento muy orgulloso de ser coautor de uno que se
títula "La máquina de ganar dinero en Bolsa". Será que lo mío es más
decente...