Macron, una nueva esperanza que renace en Europa

26 de mayo, 2017 0
Treinta años Economista Titulado del Banco de España. Economía internacional. Autor del blog "Decadencia de Occidente", blog sobre los estragos... [+ info]
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(Artículo para Revista Consejeros de Junio

La victoria de Emmanuel Macron en la elecciones presidenciales francesas ha hecho resonar en toda Europa una llamada a la sensatez. Como dice el ministro de finanzas italiano, Pier Carlo Padoan, no debemos dejar pasar esta oportunidad brindada por el nuevo presidente de Francia.

Macron quiere solucionar de una vez el problema de la estabilidad del euro y de las finanzas. Como sabemos, el euro es la causa de una discrepancia creciente entre deudores y acreedores en Europa, digamos, casualmente, Norte y Sur. La causa es el diferencial estructural entre la competitividad alemana y del resto de la Zona Euro, que puede verse en el gráfico, una brecha que no se va a cerrar nunca permanentemente.


Esta brecha, cuando no se puede controlar con variaciones de tipo de cambio, produce los siguientes efectos (como explica Paul de Grauwe en su libro: "The Limits of de The Marketing: The Pendulum between Government and Market"): una contracción más intensa de lo que sería normal, porque el Gobierno no puede ni siquiera dejar jugar a los estabilizadores fiscales automáticos, lo que le obliga a buscar recursos (subir impuestos) para que el déficit no se le desmadre. Pese a lo cual, la Deuda/PIB sigue aumentando por la contracción del denominador.

Algunas deudas del Sur hacia el Norte pueden considerarse impagables, por mucho que se quiera estirar el tiempo de devolución. Téngase en cuenta que en la deuda contabilizada no se incluye la deuda futura, es decir, los Fondos de Pensiones de dentro de treinta años, panorama absolutamente dantesco, dado el retroceso acelerado de la población europea.

Macron no ha concretado su propuesta, pero, por lo que ha adelantado, va por algún tipo de Unión Fiscal, con un ministro de finanzas único e, inevitablemente, una deuda en euros única, común a todos (aunque él no haya pronunciado esas palabras), en Europa. Lo que no sabe es lo más difícil, el proceso de transición. Lo que sí se sabe es que es absolutamente necesario.

Wolfgang Münchau lo explica muy bien en el FT del domingo 21 de mayo. No es la primera vez que se habla de esta posibilidad, a la que se han negado los alemanes de plano. Pero las cosas no han hecho más que empeorar, y el euro no está a salvo de otra crisis como la de 2010-11, en la que estuvo a punto de implosionar.

Un de las propuestas de entonces, la más seguida, era mutualizar las deudas vivas, pero sólo hasta cierta cantidad: lo que excediera del 60% del PIB del país correspondiente seguirá siendo deuda de dicho país. El resto se trocaría al acreedor por deuda nueva europea emitida por la nueva entidad, lo que quitaría del frente especulativo en caso de crisis una buena porción, lo suficiente para evitar una nueva crisis de los bonos.

En realidad es lo que ha hecho Draghi con su expansión cuantitativa, al comprar deuda de todos los paises, lo que pasa es que esto es circunstancial y no permanente. Falta una pieza en esta política monetaria que ha salvado al euro, pero una pieza fundamental, que por ejemplo tiene EEUU: un ministerio fiscal que coordine la política de emisión con la monetaria, y que de fuerza y confianza a la primera, pudiendo hacer una política de gasto alejada, además, de las tentaciones de los venales y corruptos políticos como los de nuestro país, lo que no sería desdeñable.

Es importante tener en cuenta que no se trata de política de inversión pública, sino de política básicamente anti cíclica, que empezaría por centralizar la subenciones a los parados de la UE. Esto tendría cero efecto redistributivo o de fondos estructurales, que van destinados a paliar desniveles de renta y capital social. Un fondo contra el paro no iría necesariamente en dirección Norte Sur; podría ir perfectamente de España a Alemania, si España estuviera en un ciclo alto y Alemania en recesión y con aumento del paro.

Hace años yo propuse algo idéntico en, "El euro y el dólar: fundamentos a largo plazo", en la revista "Economía Exterior", número 20 primavera 2002. En él intentaba advertir que el problema del euro era que se suprimía una válvula de ajuste al ciclo importante, en la medida que los ciclos en los paises intra euro fueran opuestos. Al igual que en EEUU, debería desarrollarse un sistema de flujos naturales contra cíclicos que desde el Centro recaudan y distribuyen fondos - estabilizadores fiscales cíclicos - en función de la posición cíclica de estado frente a los demás. Cuando Alaska tiene una recesión, de manera natural recibe fondos del estado para los parados, y esos fondos son cubiertos por el exceso de ingresos del estado debidos a la bonanza cíclica de, por ejemplo, Minnesota.

El euro ha bloqueado todo mecanismo de ajuste y no lo ha sustituido por nada, o peor aún: por una política de austeridad para todos, lo que no ha hecho más que agravar la Gran Recesión. Una centralización fiscal de al menos una buena parte de los presupuestos nacionales ayudaría a sustituir una válvula de ajuste por otra.

Esa es la idea de Macron versión Münchau:

The extreme options of creating a federal state or just reclassifying some portions of national spending as European are either unfeasible or not useful. Much more interesting is the intermediate option of a clearly focused eurozone budget limited to a few areas.
I would like the eurozone to do three things: first, set up a re-insurance system for national unemployment funds. If one member state suffers a shock, its unemployment insurance system would receive compensation. This is not redistribution from the north to the south. The flows could go in the opposite direction.
The second would be a defence procurement union. Defence procurement represents one of the few areas where harmonisation achieves large cost savings. Finally, there should be the capacity to create a fiscal backstop for the financial sector in a crisis.
Such a fiscal union would be small. It would act as only a very limited macroeconomic stabiliser. But it would be preferable to the current rules-based system that leaves little room for counter-cyclical policies.
Over time, the eurobonds would replace national sovereign debt. If a country wants to default on its legacy debt, let it. The eurobonds would dismantle the toxic nexus between banks and governments. The no-bailout rule would suddenly make sense. This is an environment in which states can default.

No todos los observadores, sin embargo, están de acuerdo con que estas medidas fueran necesarias ni suficientes para solucionar el problema, como explica Martin Wolf en el Financial Times del 16 de mayo, en su columna: "Emmanuel Macron and the battle for the eurozone".

Las reticencias de Wolf están en que si los mercados laborales siguen "apresados" nacionalmente como hasta ahora, en cuanto Francia o Italia recuperen demanda interior, volverán experimentar déficits exteriores, lo que perpetuará las diferencias ahorro inversión que determinan a su vez las diferencias de balance Norte-Sur.

Por supuesto que el buen funcionamiento de plan Macron exige una homogeneidad de mercados, y no sólo laborales, porque si no es así, el programa de compensación cíclica fiscal producirá distorsiones en unos países y otros no. Si una aportación neta de fondos para los parados de Alemania a Francia aumenta la demanda y, por culpa de la pujanza salarial, hay un debió hacia las importaciones, no habremos ganado casi nada. Por las estadísticas comparativas que ofrece Wolf, sigue habiendo agudas diferencias de productividad y compensación salarial entre Alemania, Francia e Italia. Pero también hay que decir que la sola homologación de mercados laborales es insuficiente, como hemos comprobado amargamente, y lo que es peor, los países del Sur muestran una resistencia numantina a resolver este problema. (No creamos ni por un momento que España ha triunfado definitivamente en este campo.)

Una centralización fiscal sería insuficiente, pero le quitaría al euro el peso de la responsabilidad de ser la válvula de ajuste de los desequilibrios financieros, y el riesgo de que cada vez que hay problemas se dude de su estabilidad. Si por lo menos una parte de las deudas nacionales se convierten en una sola deuda, ilimitadamente asequible para el BCE, un gran problema se habrá solucionado. Un problema que amenaza con presentarse recurrentemente. Por otra parte, la deuda que queda como deudas nacionales se negociarán libremente y podrá haber quebrantos, que no tendrán porque afectar a la confianza en el euro.

En suma, se trata de una aportación mínima pero interesante, a la par que su vocación de no crear problemas no va a impedir que se encuentre con el Niet de Alemania. Veremos cómo se alinean los países en torno a esta idea, quien se pone detrás de Alemania y quien detrás de Macron... ¡sobre todo en Francia! Esto es de suma importancia, pues Francia y Alemania no pueden, según una ley no escrita, enfrentarse, y la solución final, por muy dramático que sea el camino, será una votación conjunta Francia-Alemania. Así es Europa.

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