Los votantes suizos han rechazado de forma masiva la propuesta conocida popularmente como 1:12, que defiende el
establecimiento de un ratio legal para limitar los pagos a ejecutivos en no más
de 12 veces el salario más bajo existente en una empresa. Según los resultados
oficiales del referéndum de ayer, casi dos tercios de los electores (65,3%)
votaron en contra de la medida, algo esperado a pesar del descontento existente
en ciertos sectores sociales del país alpino.
El Gobierno de Suiza había instado a
votar No, calificando la ley 1:12 de golpe potencial a los ingresos fiscales y alertando
de que su aprobación ahuyentaría a las empresas extranjeras. Tras el
referéndum, el ministro de Economía suizo Johann Schneider-Ammann elogió el
resultado y subrayó que permitirá a la economía suiza mantener su alta
competitividad. Sin embargo, instó a los directivos empresariales a tomar nota
de la indignación pública sobre algunos de sus salarios. Con más claridad se
expresó Christoph Darbellay, jefe del Partido Demócrata Cristiano, al afirmar
que el Sí hubiese sido equivalente a un tiro en el pie.
La campaña en favor del Sí estuvo
encabezada por el ala juvenil del Partido Socialista, junto con los Verdes y
los sindicatos. Para ellos, ya era hora de cortar las alas a los sueldos
excesivos, subrayando que un ratio no oficial de cercano a 1:12 era la norma en
1998, poco tiempo atrás.
Ayer domingo, el jefe de las Juventudes
Socialistas Suizas, David Roth, reconoció que no hubo manera de convencer a la
gente de que esta “estafa” de los círculos ejecutivos de las empresas debe
terminar. No encontró la forma él ni todos los que los días previos al domingo
invadieron medios digitales y redes sociales con comentarios de alabanza a la
propuesta y de envidia hacia Suiza, sentimiento seguramente ya desaparecido a
la vista de los resultados.
A pesar de ellos, la negativa de los
votantes era un resultado esperado y esperable. Lo contrario hubiese supuesto un
golpe mortal a la competitividad económica, empresarial e incluso moral de
Suiza, además de una ruptura de la tradición helvética de baja intromisión del
poder político en la vida privada. En otras palabras: un suicidio. Aquello de que el pobre sea más pobre con tal de que el rico sea menos rico.