El pasado mes de septiembre la Liga de Fútbol Profesional (LFP) anunció, en un inédito alarde de innovación y modernidad, su asociación con la plataforma Sorare, especializada en coleccionables en formato NFT. LaLiga se convertía así en la primera de las principales ligas europeas en unirse a la moda de los Non-Fungible Tokens o los tokens no fungibles, esos certificados digitales que validan de manera inequívoca la propiedad de un activo inmaterial.
Hasta ese momento, lo más “moderno” en el campo digital con lo que se relacionaba a la liga era la posibilidad de realizar pronósticos deportivos a través de diversos portales desarrollados para tal efecto. Con este anuncio se producía, en cierto modo, un movimiento similar al de las apuestas online: aprovechar las nuevas tecnologías para llevar a cabo una acción tradicional. La quiniela y el álbum de cromos en versión 2.0.
Antes de LaLiga, otras instituciones deportivas clásicas ya habían incorporado la posibilidad de comprar con criptomonedas cromos virtuales ligados a certificados NFT. En este sentido, la NBA puede considerarse pionera. Y la primera institución en demostrar las cifras récord que podía alcanzar el mercado de los NFT. Un ejemplo: algunos videos de las mejores jugadas de la NBA que los aficionados pueden adquirir en NFT han alcanzado precios superiores a los 100.000$.
Pero no ha sido tanto el mundo del deporte el que ha protagonizado la revolución de los NFT en 2021 como lo ha sido el mundo del arte. O lo que queda de él.
En realidad, cualquier elemento digital es susceptible de transformarse en un contrato NFT, y su valor no será ni más ni menos que el que se le dé.
Los NFT nacieron con el fin de aprovechar la tecnología blockchain para certificar la existencia, autoría y la propiedad de determinado elemento. Definen un producto único que es exclusivo de quien lo adquiere. Eso son los NFT: la garantía de que una obra es única -si hay otra igual será una copia de la obra, pero no esa obra- y de que quien dice ser su propietario realmente lo es. Todo esto es comprobable fácilmente a través de la cadena de bloques.
Por supuesto, este halo de valor y exclusividad es un caramelo muy goloso para el mundo del arte, aunque, en realidad, al final lo de menos es la obra. A principios de 2021, se llegaron a pagar 3 millones de dólares por “poseer” el primer tweet de la historia; el famoso meme conocido como “Disaster girl” se vendió por casi medio millón, y el NFT de un video viral de YouTube de 2007, “Charlie bit my finger”, se pagó a 650.000$ en mayo.
Uno de los “bombazos” del año llegó en marzo, cuando el artista Beeple -que hasta entonces era un tipo normal y corriente de Carolina del Sur- vendió su collage digital “The First 5,000 Days” por 69’3 millones de dólares, convirtiéndolo en la obra de arte NFT más cara de la historia.
Y la bola no hizo más que seguir creciendo hasta el punto de que Collins, los autores de los famosos diccionarios, eligieron “NFT” como la Palabra del Año 2021.
NFT en cifras
Nada mejor que comparar números para ver claramente cuál ha sido el impacto del fenómeno NFT en el pasado año. Según informó Reuters, en la primera mitad de 2021 el valor de las transacciones en el mercado NFT alcanzó los 2.500 millones de dólares; un número que se vuelve más impresionante si se compara con los 13’7 millones que se generaron en la primera mitad de 2020.
El final de año disparó todavía más las cifras del mercado NFT. En los últimos cuatro meses de 2021, según DappRadar, el volumen de compra fue de 10.670 millones de dólares, un 700% más respecto a los cuatro meses anteriores.
De acuerdo con los datos que recoge Statista, hasta el 12 de noviembre de 2021, el total histórico de transacciones NFT ascendía a los 10.200 millones de dólares, de los cuales, 1.690 correspondían a los 30 días anteriores a esa fecha. En esos días, se produjeron unas 920.000 transacciones de un total histórico de cerca de 11 millones.
Esas cifras no son de extrañar. A finales de 2021 se rompieron varios récords. En octubre, se vendió el NFT de un CryptoPunk por 532 millones de dólares. Los CryptoPunk son una serie de 10.000 personajes generados por ordenador, con una estética 8-bits. Solo hay 10.000 originales, y uno de ellos, en concreto el n.º 9998, se vendió con su certificado de autenticidad por esa cifra récord.
Aunque para los expertos, esta venta no fue más que un “wash trade”, una venta que se hace para manipular el valor de mercado. El movimiento se atribuyó a una treta para inflar el valor de los NFT. Aun así, en diciembre se alcanzó un nuevo récord: 91’8 millones por “The Merge”, una obra del artista digital Pak.
Habrá que ver qué nos depara el 2022 en el volátil mundo de los NFT.