Cuando uno comienza a investigar los entresijos del mundo de la inversión, rápidamente se topa con el concepto de “Contrarian investing”, también llamado “Opinión contraria“. La idea en principio es simple: no vas a conseguir ganar más que la mayoría haciendo lo mismo que la mayoría, así que haz justo lo contrario, vende cuando todos compran, y compra cuando todos venden. Esta idea también suele entrelazarse con las investigaciones de economía conductual, que estudian cómo los inversores se dejan llevar por las emociones en el corto plazo y se dan extremos de sentimiento optimista o codicia y de fuerte sentimiento pesimista o pánico; eventualmente estos extremos emocionales vuelven a valores razonables, ofreciendo oportunidades para el inversor frío y paciente. De ahí la famosa frase de Warren Buffett: “Sé codicioso cuando otros sean temerosos, y temeroso cuando otros sean codiciosos”.
La inversión en valor suele estar bastante influenciada por las ideas del Contrarian Investing, pues se intenta invertir en empresas infravaloradas que no están de moda, y se buscan oportunidades en sectores olvidados o muy castigados por la mayoría. Además, el inversor en valor suele generar una rentabilidad superior al mercado siendo más racional, calmado y paciente que la mayoría. ¿Pero dónde están los límites de estas ideas?, ¿ se trata simplemente de hacer siempre lo contrario que la mayoría de forma automática?.
De la mano de los grandes inversores como Benjamin Garaham y Warren Buffett, de los últimos avances en Economía Conductual y de la experiencia acumulada en las últimas décadas intentaremos dar respuesta a esas preguntas. Evolutivamente podemos explicar estos comportamientos de actuar como la mayoría por el instinto de supervivencia: antiguamente, si veías al grupo corriendo en una dirección por la razón que fuera, asumías que el grupo estaba en lo cierto y corrías con ellos para no acabar siendo la cena de algún depredador. Hoy en día este efecto de“Aprobación Social” (explicado en el libro “Influencia” de Robert Cialdini) sigue siendo muy poderoso. Las personas, por general, tienden a creer válido el comportamiento que están realizando un elevado número de personas. Si nos equivocamos, nos equivocamos todos, es más fácil seguir a la mayoría, pero el coste psicológico y social de ir en contra, no estar de acuerdo, ser un pensador independiente, es muy elevado. Te juegas no ser aceptado. En el mercado, sin embargo, esta actitud es muy peligrosa. Repasemos las palabras de Benjamin Graham en su libro “El inversor Inteligente”:
“Imagine que usted es propietario de una pequeña participación de una empresa no cotizada que le cuesta 1.000 dólares. Uno de los socios, llamado Sr. Mercado, es muy atento. Todos los días le dice lo que considera que vale su participación, y adicionalmente, se ofrece a comprarle su participación o a venderle la suya con arreglo a esa valoración. En ocasiones su idea de valorparece razonable y justificada atendiendo a las perspectivas que usted conoce. Otras veces, el Sr. Mercado se deja llevar por el entusiasmo o por sus temores, y el valor que le propone raya en el absurdo. Si fuese usted un inversor prudente o un empresario sensato, ¿permitiría que la comunicación diaria del Sr. Mercado determinase su concepción del valor con respecto a su participación de 1.000 dólares? Únicamente lo consentiría en el caso de que estuviese de acuerdo con él, o en el caso de que quisiese hacer una operación con él. Es posible que esté usted encantado de venderle su participación cuando le ofrezca un precio ridículamente elevado, y que esté igualmente encantado de comprar una participación adicional cuando el precio ofrecido sea bajo. Sin embargo, el resto del tiempo actuaría de una forma sensata si se forma su propia idea del valor de su cartera, atendiendo a los informes detallados de la empresa acerca de sus operaciones y su situación financiera.
Básicamente, las fluctuaciones de precio únicamente deben tener un significado para el verdadero inversor: le ofrecen la oportunidad de comprar con inteligencia cuando los precios se reducen mucho, y de vender con inteligencia cuando han subido también mucho. En las demás ocasiones lo mejor que puede hacer es olvidarse del mercado de valores y prestar atención a los resultados de explotación de sus empresas.”
La genialidad y simplicidad de Graham lo deja muy claro: si después de un análisis exhaustivo llegas a un valor razonable para tu empresa según sus perspectivas para el largo plazo, esa es la única información importante, y el precio es irrelevante la mayor parte del tiempo, salvo para aprovechar las oportunidades si se detecta una gran diferencia entre precio y valor. Para el inversor metódico, el mercado está ahí para servirle, no para instruirle.
Esto se aleja del concepto de “ir en contra de la mayoría sistemáticamente”, no podemos actuar según ese criterio porque sí. La mayoría puede estar equivocada, peropuede estar en lo cierto. Es cierto que el mercado suele exagerar la información reciente, pero lo realmente importante no es la opinión de la mayoría para así decidir en contra, lo importante es tu propia opinión, ser un pensador independiente y un inversor concienzudo para obtener el VALOR de la empresa y actuar en consecuencia si el precio no lo refleja.
Ir a contracorriente de forma automática puede ser muy peligroso. Aunque la mayoría sea optimista puede que no esté siendo lo suficientemente optimista con una acción, y de igual forma aunque la mayoría sea pesimista puede que la realidad sea aún peor. Uno de los máximos exponentes del Contrarian Investing es David Dreman, quien en 2008 hizo fuertes inversiones en el sector bancario americano que estaba siendo fuertemente castigado, comprando bancos con múltiplos sobre ganancias muy bajos; sin embargo, lo cierto es que la realidad era mucho peor, las “ganancias” estaban infladas por la expansión del crédito artificialmente barato durante años, toda la inversión inmobiliaria no estaba respaldada por ahorro real, y cuando el mercado se dio cuenta, el balance de los bancos pasó a valer una fracción de lo que se pensaba, haciendo que todo el sistema bancario estuviera en quiebra. David Dreman sufrió grandes pérdidas y perdió el 80% de los activos bajo gestión. No podemos comprar empresas griegas sólo porque todos las venden, o invertir en China porque la bolsa entra en pánico. Estas decisiones pueden acarrear graves problemas.
La lección más importante es no caer en la soberbia. Muchos inversores “contrarian” se vanaglorian de ir en contra de la mayoría sólo por ser diferentes y llevar siempre la contraria, tildando a la mayoría de “rebaño de ovejas estúpidas” y mirándolo por encima del hombro sin hacer un análisis personal profundo. De igual forma, muchos inversores en valor creen que sus análisis son los más acertados, lo más racionales, los más refinados, sin embargo el mercado puede saber más que tú, o caer por un evento que efectivamente reduzca el valor real de tu inversión o evidencie que estabas equivocado. En ambos casos se requiere una dósis de humildad.
No sólo hay que calcular un valor conservador y sensato para la empresa, sino que hayencontrar los motivos por los que el precio no lo refleja, si ese es el caso. Si el mercado entra en pánico por un evento que en nada afecta a las perspectivas de largo plazo de tu empresa, lo más probable es que estés ante una oportunidad. Si el mercado castiga en exceso a tu empresa por un problema a corto plazo que crees que tiene solución a largo plazo y tú eres capaz de ser más paciente que los demás, puede que estés ante otra oportunidad. Pero cuidado con la filosofía “contrarian” sin pensar más allá.
Por último, unas palabras de Warren Buffett para calmar nuestros ánimos en pánicos bajistas:
“Si tienes pensado comer hamburguesas durante toda tu vida y no eres ganadero ¿Qué preferirías, que suba el precio de la ternera o que baje? Si vas comprar un coche cada x años pero no eres un fabricante de coches, ¿qué preferirías, que suban o que bajen los precios? Estas preguntas se contestan solas.
Y ahora el examen final: si esperas ahorrar durante los próximos cinco años, ¿deberías desear un mercado que suba o que baje durante ese periodo? Muchos inversores se equivocan aquí. Incluso cuando van a ser compradores de acciones durante varios años se alegran cuando las acciones suben y se deprimen cuando bajan. De hecho, se están alegrando de que están subiendo los precios de las hamburguesas que pronto comprarán. Esta reacción no tiene ningún sentido. Sólo los inversores que piensan vender pronto deberían alegrarse de ver al mercado subir. Los que vayan a crear su cartera deberían querer que los precios se hundieran.”
Para más información sobre los sesgos psicológicos de los inversores os dejo mi artículo 3 consejos para ser mejor inversor.