Esas fueron aproximadamente las palabras de Emilio Botín pronunciadas ante un nutrido grupo de empresarios y, por supuesto, ha caído un aluvión de publicaciones referentes a estas declaraciones.
Desde el punto de vista del principal banquero de España, desde luego puede ser acertada su impresión. Los fondos de inversiones, ante la caída generalizada de los precios (alrededor del 40-43% según las fuentes consultadas), y el poder de compra de éstos, capaces de negociar rebajas con la compra de paquetes inmobiliarios, llevan un tiempo cerrando operaciones de este tipo.
Según diversos medios, en este año se han cerrado operaciones con estos fondos “oportunistas” que podrían rondar el 50% de descuento, como mínimo, aún después de las rebajas experimentadas en el sector. Motivos de necesidad urgente de liquidez por parte de la banca, llevan a cerrar estas operaciones, cuya oferta, de ser rechazada conllevaría una espera de varios años hasta la liquidación total si se orienta hacia el mercado finalista nacional, espera que ocasionará nuevas pérdidas ante un mercado bajista.
De hecho, una buena parte de las ventas, posiblemente más de la mitad, corresponde a este tipo de ventas. Es una pena que los medios de comunicación plasmen tal cual la información recibida por el BdE o ministerios, sin hacer un pequeño análisis de qué es lo que está ocurriendo realmente en el mercado inmobiliario.
Como indica acertamente nuestro colega Daniel Lacalle, “una cosa es que el país siga con un enorme problema de paro y bajo crecimiento y otro que la liquidez global esté beneficiendo de manera muy importante a los activos de riesgo, que es lo que está ocurriendo en toda Europa”. Efectivamente, hasta septiembre hemos tenido 17.500 millones de euros de entradas netas en el sector de los fondos de inversiones y a la par, emisiones de bonos por parte de algunas grandes empresas que hace un año hubiera sido imposible de creer, como por ejemplo la ampliación de capital de Mediaset con una demanda de más de 3.300 millones de euros.
Esas entradas de capitales son, nada más y nada menos, que el resultado de las políticas monetarias expansivas procedentes sobre todo de EE.UU., Reino Unido, Japón y la EU. Por supuesto sobra decir, que la inmensa mayoría de esos fondos se quedan en activos financieros, sin que prácticamente beneficie a la economía productiva.
Por eso, Emilio Botín tiene razón, hay una lluvia de dinero sobre España, pero eso no quiere decir que los ciudadanos vayamos a salir beneficiados de alguna manera, ni siquiera con crecimiento económico, y mucho menos con la creación de empleo, que iría en todo caso a remolque del crecimiento, como sabemos.
Por tanto, si queremos crecimiento y posterior creación neta de puestos de trabajo, habrá que orientar esas inversiones más o menos oportunistas o especulativas, hacia la economía “real”.
En nuestro caso, por desgracia, la amalgama de legislaciones, las contradicciones entre legislaciones centrales, autonómicas y locales, las duplicidades de funciones entre administraciones públicas, la enorme burocracia a la que se enfrentan las empresas, la corrupción casi generalizada entre castas políticas,… además de cambios normativos que producen una inseguridad jurídica sobre nuestra economía, como nunca había pasado en tiempos recientes, hace difícil pensar que tengamos una solución a corto o medio plazo, aunque sea cierto que estamos bajo una lluvia de dinero.