Las reglas del juego

1 de abril, 2019 0
Inversor particular en busca de la libertad financiera.
Inversor particular en busca de la libertad financiera.

La vida es un juego apasionante y como todo juego tiene unas reglas. Cuando nacemos, cada uno de nosotros entra en el terreno con unas posibilidades y capacidades . Las capacidades son internas e innatas y crean nuestra personalidad. La inteligencia que tenemos, nuestra resistencia a la presión, la constancia y  esfuerzo, el carácter de nuestro ánimo y nuestra curiosidad innata, así como la búsqueda constante de nuevos retos. Aunque estas capacidades están en nuestro interior podemos desarrollarlas más o menos dependiendo también del la influencia exterior. En ello influirán los condicionantes, de dónde nacemos, tanto en el país o zona del mundo en que lo hagamos, como en el grupo familiar  y sus posibilidades tanto económicas como sociales. Estas favorecerán o limitarán las que teníamos en origen.

Una vez que hemos llegado, poco a poco tendremos que irnos incorporando al teatro del mundo. Ya en la infancia empezaremos a aprender y a observar. Los que nos precedieron nos explicarán lo que ellos han vivido y nos contarán cómo debemos hacer las cosas. En fin, que empezaremos a descubrir las reglas por las que los humanos nos regimos.

En principio, podría parecer fácil comprender qué es lo que hay que hacer para que la vida  transcurra felizmente y con una mejora progresiva. Si seguimos las reglas y hacemos las cosas cómo se supone que debemos todo irá bien. El problema está en que las cosas no son tan claras como pudiera parecer al principio y muchas de las reglas y normas de la vida no son lo que parecen ni están precisamente escritas. Por desgracia, muchos comprueban como les pasa la vida por encima sin conseguir salir medianamente adelante y al finalizar su tránsito, si se les ocurre reflexionar, descubren que el juego estaba amañado y que no era cómo le habían dicho. Pero entonces ya será tarde. Unos achacarán su fracaso a la mala suerte y otros a los demás, pero pocos aceptarán que quizá no comprendieron bien dónde y como se movían.

Si utilzamos metáforas, podríamos considerar la vida como una pista de carreras. Tenemos una salida y un final. Cada uno de nosotros al colocarse al principio está más o menos dotado. Pero eso no es lo único importante. Para empezar, algunos saldrán por delante de la línea de salida, otros lo harán desde la misma línea , pero otros incluso tendrán que comenzar desde detrás de la línea de salida. Es lo que hay y con eso tenemos que lidiar. Una vez que iniciamos, no todos correrán por la misma pista; algunos, normalmente los que salieron más adelantados tendrán la vía más llana y libre de obstáculos. Sin embargo, para la mayoría la pista tendrá trampas y peligros y a veces el suelo será un pedregal. 

Y entonces, ¿cómo podemos saber distinguir cuál es la ruta más fácil?. Pues con conocimiento y sabiduría. Algo que puede parecer sencillo, resulta al final más complejo. Porque la mayoría termina buscando lo que todo el mundo, un currículo basado en títulos y diplomas de prestigiosos centros, que además suelen requerir bastante tiempo y dinero. Luego cuando llega la hora de ponerlos en práctica, ven con desilusión que, o no son requeridos o no son los suficientemente prácticos, o en el peor de los casos los puestos son asignado a individuos menos preparados pero mejor relacionados. Esto acaba creando una frustración que al sucederte cuando todavía no estás curtido en las realidades de la vida, te puede terminar frustrando. Por lo tanto, tendrás que saber buscar tú mismo qué conocimientos son de verdad más prácticos y además se adaptan a tu personalidad. Si quieres dominar algo bien, tienes que dedicarle tiempo y ganas y eso requiere que te guste. De nada vale ponerse con materias que te recomiendan pero que luego no son útiles para la vida real, o que no  te atraen. La sabiduría es esencial y eso lo tienes que aprender por ti mismo. En eso te ayudarán los años, pero si lo descubres antes tendrás mucho ganado.

Y siguiendo con las reglas no escritas, relacionado con lo anterior tenemos el mérito. Todos creemos que tenemos méritos de sobra. Muchos habrán estudiado duramente y tendrán su currículo abultado, pero luego ven que no se valora lo que pensaron. Tenemos que tener en cuenta, que la valoración de los mérito no la hacemos nosotros sino los demás y unas veces porque consideran que realmente no tienen la importancia que nosotros le damos, o bien, por desgracia, porque otros factores independientes de los méritos saltan por encima, nos vemos que no conseguimos lo que nosotros consideramos justo. Esto es algo muy común en esta vida, y si no lo sabes afrontar, el dolor que te causa puede terminar paralizando y volverte una persona amargada y cínica.

Conforme avanzas en la carrera comprobarás también que las reglas pueden ser cambiadas a voluntad por algunos de los participantes en su beneficio o de los suyos. A veces con rabia, verás que lo que creías que era lo correcto es ahora cambiado a mitad de la prueba para favorecer a determinados corredores. Para colmo los árbitros, que deben vigilar que las reglas se cumplan, también son jugadores interesados y en vez de realizar su trabajo de manera imparcial y ecuánime, lo hacen de manera sesgada a sus intereses. Con lo que terminamos dudando de que este juego sea de verdad justo.

Y para colmo, los altavoces del estadio, que te deberían informar de cómo va la prueba, de las normas que existen, y de los posibles obstáculos que nos vamos encontrando o de las situaciones que se están produciendo durante la competición; la mayoría de las veces te dan información sesgada, cuando no directamente mentira, en beneficio de los que les pagan. En eso tenemos que tener en cuenta, que las personas que no siguen las reglas o que las utilizan en su provecho procurarán que el resto de los participantes no se enteren, porque si no seguramente tendríamos protestas y les sería más difícil hacer lo que les conviene.

Y al final, tras la caída del velo de la inocencia que da el paso del tiempo. ¿Qué podemos hacer?. Desanimarnos y quedarnos apartados dejando que pase el tiempo de la prueba, que no dura mucho realmente. Pues yo creo que aún sintiendo que el teatro del mundo tiene mucho de ficción y de mentira debemos seguir participando en él. Eso sí, cuanto antes conozcamos las reglas del juego que lo rigen mejor nos irá. Juguemos nuestras bazas lo mejor que podamos en el poco tiempo que podremos hacerlo. Por lo menos lo habremos intentado y casi seguro nos habremos divertido.

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