Hasta ahora no se ha manifestado la ola de productividad que las novisimas tecnologías tenían que haber mostrado. Ni rastro. Esto preocupa, y a suscitado diversas explicaciones, la más sonada la de Robert Gordon que éstas tecnologías no son tan impulsivas de la productividad como lo fueron el ferrocarril, el teléfono, la electricidad... bueno, puedo que sea cierto, pero ¿ni un ápice de aumento de productividad van a dejar?Otra explicación de, Martin Feldstein es que las estadísticas no son capaces de apresar la verdadera productividad, sobre todo en ramas de actividad muy “sutiles”, servicios especialmente.
Jeffrey Frankel tiene un artículo persuasivo, que viene a decir que las tecnologías serán productivas, pero que nuestra adaptación a ellas no es tan rápida, aparte de que conllevan costes colaterales, como el uso indebido.
Leamos las propias palabras de Frankel:
Pero es posible que las TIC y otras nuevas tecnologías no solo estén haciendo menos para impulsar la productividad que las innovaciones pasadas; en realidad, pueden tener algunos efectos secundarios negativos que socavan la productividad y el crecimiento del PIB. Uno no necesita ser un Luddite moderno para reconocer los posibles riesgos de productividad de la innovación tecnológica.
El primero puede parecer obvio: la disrupción tecnológica es, bueno, disruptiva. Exige que las personas aprendan nuevas habilidades, se adapten a los nuevos sistemas y cambien su comportamiento. Si bien una nueva iteración de software o hardware puede ofrecer más capacidad, eficiencia o rendimiento, esas ventajas se ven compensadas al menos en parte por el tiempo que los usuarios deben dedicar a aprender a usarlo. Y los fallos técnicos a menudo obstaculizan la transición.
La naturaleza cambiante de las tecnologías digitales actuales también plantea desafíos de seguridad. El spam, los virus, los ataques cibernéticos y otros tipos de violaciones a la seguridad pueden generar costos importantes para las empresas y los hogares.
Luego está el impacto que la conectividad tiene en nuestra vida cotidiana, incluida nuestra capacidad para trabajar y aprender. Los correos electrónicos que no son de trabajo, las redes sociales, los videos de Internet y los videojuegos pueden distraer fácilmente a los empleados, compensando al menos parte del potencial de aumento de la productividad de esa misma conectividad. Tales desventajas pueden ser aún más pronunciadas cuando los trabajadores trabajan a distancia.
Del mismo modo, el teléfono inteligente ha moldeado las mentes de los jóvenes, que apenas recuerdan cómo era antes de que las actividades adictivas, desde los videojuegos hasta las redes sociales, estuvieran constantemente al alcance de la mano. Según un estudio reciente, las actividades recreativas computacionales explican en parte una disminución en la oferta laboral entre los hombres de 21 a 30 años. Además, la investigación muestra que las laptops en el aula disminuyen el aprendizaje de los estudiantes, incluso cuando se toman notas, en lugar de navegar en la web.
Además, los teléfonos inteligentes socavan la seguridad física en algunos contextos. En los Estados Unidos, la Administración Nacional de Seguridad en el Tráfico de Carreteras informa que 3,477 personas murieron y 391,000 resultaron heridas en choques de vehículos con conductores distraídos en 2015, siendo los mensajes de texto el mayor culpable, especialmente entre los jóvenes.
Las monedas digitales como Bitcoin también han fallado hasta el momento a la altura de la exageración que los rodea. Lejos de ser más eficiente como medio de pago o como reserva de valor que el dinero convencional, las criptomonedas parecen alentar el desvío de recursos de usos productivos. También dañan el medioambiente, debido al proceso de "minería" que consume mucha energía, mientras que el anonimato total que ofrecen socava la aplicación de la ley.
Más allá de los efectos negativos directos e indirectos de las nuevas tecnologías sobre la productividad, existe el riesgo de que estén minando la calidad de vida de las personas. Pocas personas tienen sentimientos positivos sobre, digamos, las llamadas telefónicas automáticas que han afectado a muchas de nuestras vidas.
Luego está el siempre presente problema de las "fake news". The advent of digital “new media” was once heralded as a democratizing trend that would give ordinary people a measure of control over the “air waves,” at the expense of big companies or established institutions. But it has lately become apparent that “democratizing” information may not actually be good for democracy. For example, fake news has been found to spread faster on Twitter than true news. This has not only made citizens less informed in many cases; it has also enabled public figures – most notably, US President Donald Trump – to dismiss the truth as “fake.”
Una buena lista de cosas que, conjuntamente, pueden mermar la productividad implícita. A la que yo añadiría que los grandes oferentes de estos lujosos bienes no son tan honrados, como el caso Facebook demuestra. Es más, son verdaderos expertos en complicar artificialmente el manejo de sus productos para que tengas un coste adicional constante de adaptación, bajo la etiqueta “fake” de que lo están modernizando. Lo que buscan es hacerlo obsoleto lo más rápidamente posible, lo que supone un coste extra de mantenimiento no desdeñable.
original en mi blog www.miguelnavascues.com
El otro dia precisamente estaba escribiendo algunas palabras inconexas, buscando el limite del crecimiento de las grandes empresas tecnologicas, yo iba mas por el lado de que expulsaban trabajo y pudieran alterar la proporción entre oferta y consumo, rompiendo el flujo circular de la economía pero el limite del crecimiento pudiera estar en algo tan simple como una revisión negativa de las estimaciones de incremento de productividad...
En respuesta a Rafael Manzano
Pues no andabas desacertado
En respuesta a Miguel Navascues
Entonces, me pregunto: ¿por qué cotizaciones tan altas para empresas que, como Amazon, no tienen beneficios?
Se cotizan espectativas... pero si se ven defraudadas en algún momento...
Otro caso es la cotización de Tesla... Si en algún momento el mercado en conjunto entiende defraudadas sus espectativas... el derrumbe es seguro.
En respuesta a Rafael Manzano
Si, claro, ya sé que se cotizan expectativas, por eso no deja de extrañar la distancia entre éstas y lo que sabemos.