La falta de decisiones relevantes en
términos de política monetaria del BCE de la pasada semana me hizo
pensar e indagar sobre por qué unas medidas de política expansiva,
que a priori serían favorables para la mejora del tejido económico
y que están respaldadas por la mayor parte de los académicos, no se
establecen en el ámbito europeo. Incluso teniendo como referencia el
buen hacer que dichas medidas consiguieron al otro lado del
Atlántico, como podemos ver en el gráfico siguiente del S&P
500.
Señalar que en el primer QE hay una
zona marcada con un círculo, es en este momento cuando la Reserva
Federal decidió reforzarlo.
Por lo que una vez vistos los
beneficios de estas políticas, la única conclusión y la más
plausible, es que, como se debatió en otro tiempo, la Unión
Monetaria Europea no sea un área monetaria óptima. Dado que una
medida de este tipo a la vez que mejora la situación económica de
una región empeora el estado financiero de otro país. Esto
dificultaría la toma de decisiones, ya que el órgano regulador
intentaría que ningún componente del área se viese desfavorecido
en consecuencia de las disposiciones tomadas, mucho menos aquellos
estados los cuáles tengan mayor poder dentro de la misma.
El principal punto que me lleva a esta
conclusión es el impacto desigual que la actual crisis tuvo en ella.
Pues un shock asimétrico de este tipo debería ser corregido por el
área en cuestión si en dicha zona existiese una alta movilidad de
los factores y del trabajo . Pero es aquí donde la zona Euro
presenta sus mayores carencias, pues esta movilidad no es ni mucho
menos la deseada, al existír barreras tanto culturales como
lingüisticas que hacen que este transvase entre los diferentes
componentes no se lleve a cabo en la cuantía adecuada. Dificultando
la corrección de dicho schock, lo que implica que algunos países se
encuentren por encima del nivel deseado de desempleo mientras que
otros tienen factores ociosos. La siguiente gráfica muestra estas
disparidades en la tasa de paro entre diferentes países miembros de
la UE.
Son justo estos desequilibrios los que
impiden que el organismo regulador general, en este caso el BCE,
aplique medidas expansivas. Ya que, en el caso de la inflación
Alemana, esta se mantiene próxima al 1,5%, cifra muy pareja al
objetivo de inflación deseado que es del 2%. Por lo que un
incremento de las políticas monetarias, lo que necesitan la mayoría
de los países de la UE, haría que en un futuro el país germánico
tuviese que afrontar problemas inflacionistas.
Así que no nos intenten engañar desde
Europa diciendo que se tomarán las medidas oportunas cuándo sea
necesario pero que por ahora necesitan más datos. La verdadera razón
de la inactividad del BCE se encuentra en las pretensiones
enfrentadas de los diferentes estados miembros. Situación que no se
resolverá hasta que se den las características propias de un área
monetaria óptima y sus integrantes busquen un objetivo común en vez
de intentar alcanzar metas propias.
Para poner todavía más de manifiesto
esto, el viernes pasado el Tribunal Constitucional alemán acusaba al
BCE de sobrepasarse en sus actuaciones. Actuaciones por otro lado que
aliviaron gran parte de la presión en los países periféricos.