Tenemos un artículo de Martin Wolf en que vuelve a hacerse preguntas sobre La desaparición de la productividade n las estadísticas. Al fin y al cabo,
Como argumentó Paul Krugman, también premio Nobel: "La productividad no lo es todo, pero a la larga lo es casi todo". Las mejoras en los niveles de vida dependen casi por completo del aumento del producto por trabajador.
Lo que es misterioso es que en una era de tanta innovación, la productividad deducida de la contabilidad nacional esté continuamente decayendo.
Esta curva es el crecimiento anual de la Productividad de todos los factores, o TFP, es decir, la producción neta obtenida quitando el capital y el trabajo que han contribuido a ello. Si no aumenta - ahora aumenta, pero muy lentamente -, La economía se estanca y no hay un remanente para mejorar el bienestar general y, sobre todo, de los que más lo necesitan. Obviamente, a menor avance de productividad menor avance de renta, lo que suele cabrear a todo el mundo, aunque nadie sabe lo que pasa y suele echar la culpa a la falta de política distributiva. Esa es la base del populismo, al que la productividad de la trae floja y sólo quiere apoderarse de la gallina de los nuevos de oro para estrujarla.
Wolf intenta dar un abanico de las diferentes opiniones surgidas recientemente.
Ningún economista ha hecho más para promover las implicaciones revolucionarias de la tecnología de la información que Erik Brynjolfsson, del MIT, sobre todo ... en un interesante artículo reciente con dos coautores, él también reconoce la "paradoja de la productividad". El documento no se renuncia a la creencia en el poder transformador de los avances tecnológicos recientes, particularmente la inteligencia artificial. Sin embargo, la desaceleración de la productividad, admiten, es real.
Alguna explicaciones apuntan a problemas de medición, pero la verdad es que siempre los ha habido, medir la cantidad y calidad de trabajo y capital es arduo. Otras apuntan a a que los grandes inventos se están produciendo en islas reducidas, de grandes empresas, como Amazon, Facebook, etc, que son capaces de captar las súper rentas de la productividad pero no de transferir el efecto al resto. Otras explicación es que nunca ha sido previsto el surgimiento del gran efecto de la electricidad, o del ferrocarril, por ejemplo, aparte de que hay otros como Robert Gordon que dicen que no se puede comparar la fuerza de la penúltima ola innovativa con la actual. ¿Estaríamos a las puertas de un gran resurgimiento? Nos gustaría que fuera así, pero no tenemos pruebas. Los que saltan de alegría porque hay acciones de empresas innovadoras que chutan, no pueden decir que esto se va a generalizar a todo; simplemente no se sabe.
El caso es que estamos en un mundo extraño, de grandes innovaciones, baja productividad y bajos salarios medios. La competencia en el mercado de trabajo hace que éstos bajen, aunque unos pocos consiguen captar rentas excepcionales. Los servicios ocupan cada vez más cuota de PIB, y hay mucho servicios, como apuntan Wolf, como el cuidado de naciones y niños, la atención sanitaria, etc, de intensidad laboral pero poco innovadores, que nos obligan a mirar con cautela al futuro. A la larga, es una cuestión de calidad sobre la cantidad añadida de factores, que hace que no estemos en la Edad de Piedra.
Lo que es verdad es que necesitamos como agua la reaparición de la productividad, pues su ausencia es una de las raíces que explican el populismo dislocador que nos invade. Sobre todo en Europa.