Es lo que dice Cayetana Álvarez de Toledo, en un debate en la televisión chilena, en una exhibición de su lúcida madurez. Vean la entrevista en este link. ¿Y qué nos importa a nosotros, europeos por encima del bien y del mal, lo que pase en Chile?
Pues lo que pasa en Chile es importante para nosotros, como dicen Cayetana allá. En Chile, inesperadamente, en un referéndum (al que no se debería haber llegado), un gran mayoría ha rechazado una Constitución absolutamente demencial, Constitución que fue diseñada por Boric, su presidente, en una maniobra para excluir de la política la parte más democrática y liberal de Chile. El texto no lo voy a analizar aquí (para el interesado, acudan a las crónicas), pero invito a que oigan el razonamiento impecable de Cayetana sobre la valoración de lo que se (nos) han librado con este rechazo.
Uno de los asesores de Boric, según dice Cayetana, es Pablo Iglesias, y su proyecto huele a ese radicalismo violento que está proyectando este sujeto en España. Luego en algo nos atañe lo que pasa en Chile Cuando está en riesgo de caer bajo una ideología de extrema izquierda.
¿Es importante la Política? Cayetana me ha abierto los ojos. La Política es lo más importante porque es lo que más influye en nuestras vidas. Y es verdad. Algunos quieren creer, y hacernos creer, que podemos vivir a espaldas de la política, que podemos ser felices sin contar cómo se comporte los demás. Esto es unan absoluta falsedad. No somos independientes de los demás, y la Política se encarga de organizar las intrincadas y complejas relaciones con los demás, por muy autónomos y felices que nos creamos. Díganle eso a los súbditos de Putin, o a los judíos frente a Hitler, a la mayoría de los pueblos que soportan un régimen tiránico. ¿Vas recomendarles que se olviden y que se han felices, cuando para tener agua tienen que arrastrarla en un balde desde una fuente lejana, y cuando hay hambruna, no comen sus hijos?
De la organización política depende nuestro bienestar personal, no lo duden.
Y en estas horas del mundo, inestable y pendular, que se ha ido a lo más extremo y no queda sitio apenas para la Razón la Libertad (como dice Cayetana), tan parecido a lo que sucedió en los años treinta, estoy de acuerdo con ella en que hay que defender como sea ese espacio político que ha desaparecido. El espacio que durante la segunda mitad del XX vivimos en algunos países llamados Occidente, que ganó la guerra decisiva contra Hitler, representante de todo lo contrario a la civilización.
Hoy la democracia ha dado acceso al poder en todo el mundo al peor rostro de la tiranía; y en ello no ha influido poco la crisis económica mundial, en la que, reconozcámoslo, los economistas andamos perdidos y sin brújula. Y el horizonte que vemos no es esperanzador. Es como si vislumbráramos que estas crisis parciales que vemos hoy se fueran a convertir en una crisis política y económica universal devastadora. Nadie tiene el poder para enfrentarse a ese fantasma que nos amenaza con los cuatro Jinetes del Apocalipsis.
La raíz de este mal, ¿está en la política o en la economía? No hay economía aceptable sin un orden político que lo sustente. En es orden político debe haber cabida para los reformistas, pero no para los revolucionarios. Un orden como lo describía Popper, u otros autores que ahora no se leen, están arrumbados en el baúl apolillado.
Siempre ha habido poderosos enemigos de ese orden. Es más, dicho orden, por debilidad, ha abierto la puerta a sus propagadores, y han crecido y se han hecho con el poder en muchos sitios. Y es que hay que reconocer que el orden democrático tiene debilidades, empezando por sus pueblos, reacios y amnésicos para defenderlos cuando es necesario, y incluso dispuestos a votarlos. Si, el orden democrático no ha sido ejemplar, porque ha confundido la defensa y sacrificio con el buenismo, y es que esa debilidad es difícil de enmendar. En todo caso hoy, ese orden ya está asaltado en muchos lugares, que se suman al griterío de sus compinches. Latinoamérica es un buen ejemplo de lo que quiero decir.