Como consecuencia de la crisis financiera que azotó el sudeste asiático a mediados de 1997, Rusia se vio involucrada en una grave crisis financiera. Debido a la caída en los precios de las commodities, el ex-país soviético se vio inmerso en un espiral de decadencia que se tradujo en una crisis económica. El rublo, por entonces estable se devaluó enormemente, agravando los desequilibrios macroeconómicos y conduciendo a Rusia a la suspensión de pagos, declarada en Agosto de 1998.
Varios historiadores argumentan que la crisis económica sirvió como driver del espectacular renacimiento de la economía Rusa a partir de 1999. Según estos, la crisis purgó las ineficiencias sectoriales de la economía y contribuyó a la enorme mejora en términos competitivos. En los últimos quince años, Rusia ha mantenido tasas de crecimiento del PIB alrededor del 6%, pasando su PIB per cápita de 1250€ en 1999 a 10986€ en 2013 (lo que supone un aumento del 800% aproximadamente).
Para entender la situación de Rusia en la actualidad hay que contextualizar los hechos y entender la composición sectorial de la economía rusa. El país que preside Vladimir Putin es el tercer mayor productor de petróleo mundial, por detrás de Estados Unidos y Arabia Saudí. La estructura económica de Rusia es altamente dependiente del petróleo, llegando a suponer este un 35% de los ingresos presupuestarios.
La caída acumulada en los precios del crudo desde junio ha sido un duro golpe para una economía enfocada a la exportación de commodities. Algunos expertos aseguran que Rusia elabora los presupuestos con unas previsiones del barril a 100$, por lo que el precio actual desbarataría completamente las finanzas estatales.
Otro elemento a tener en cuenta es la caída en la cotización del rublo, que canaliza el estado de ánimo de los inversores. La depreciación de la moneda rusa respecto al dólar se acerca al 50%, hecho que ha obligado a las autoridades monetarias del país a subir los tipos de interés de forma consecutiva hasta el 17% actual. En este punto me gustaría comparar lo acontecido en 1998 y la situación actual. Pedro Calvo, en El confidencial-Cotizalia compara la situación y determina que la caída en 1998 fue del -71%, superior a la actual.
Las declaraciones de Putin del pasado jueves parecieron calmar la tempestad si bien es cierto que los dos años que pronosticó para salir de la crisis parecen excesivos y no gustaran a inversores y otros agentes clave.
Como reflexionamos al principio de nuestro artículo, si la crisis de 1998 contribuyó a una mejora de la competitividad y al desarrollo de una industria fuerte, deberíamos concluir que la crisis actual es pasajera. Es cierto que la economía rusa debe reducir su dependencia energética, un mercado que se presenta inestable en las próximas décadas. También es cierto que la situación política actual es totalmente distinta a la de 1998, cuando organizaciones internacionales y países alentaron al estado Ruso después de la transición desde el comunismo. Sin embargo, la situación actual me parece que responde más a ataques especulativos que a profundos desequilibrios. Admito, que Rusia debe corregir ciertas deficiencias, y que de no hacerlo, sufrirá mucho en un futuro en el que las energías renovables se irán imponiendo a las fuentes de energía tradicionales. Pero ahora por ahora, la respuesta de los mercados me parece exagerada, y creo que empezará a revertirse en las próximas semanas.