Después de repasar la situación actual, y las perspectivas
de futuro de las principales fuentes de energía, como son el petróleo convencional, el ‘shale oil’, el gas natural, el ‘shale gas’, el carbón, el uranio y las energías renovables, vamos a intentar en el artículo de hoy, relacionar
la importancia de la energía en la economía, una relación que como veremos va
mucho mas allá de lo que puede parecer a simple vista.
Una de las primeras cosas que conviene dejar claras es que
la energía es, en nuestra sociedad, precursora de la actividad económica. Por
tanto, las principales materias primas energéticas, son en realidad mucho más
que simples materias primas, ya que además de servir para mover coches,
camiones y maquinaria, esta permite que podamos desplazarnos a grandes
distancias o disfrutar de avanzados dispositivos electrónicos que provocan un
indudable impacto económico positivo. En los artículos anteriores hemos visto
como consumimos grandes cantidades de energía, y cada vez en mayor cantidad,
por lo que queda claro que el consumo energético es un prerrequisito para haber
alcanzado los niveles de desarrollo y explotación económica que tenemos hoy en
día.
Tanto es así que aunque quisiéramos cambiar nuestro estilo
de vida hacia hábitos de vida más sobrios, es cierto que podríamos reducir un
cierto pequeño porcentaje nuestro consumo final de energía, pero no sin
terminar afectando a la actividad económica.
Para que nos podamos dar cuenta del significado real del
uso energético en nuestras vidas y en el desarrollo económico, según los
estudios, un americano utiliza de media una potencia de 12 Kw (es decir consume
12.000 Julios de trabajo por segundo). Teniendo en cuenta que un atleta puede
desarrollar, durante períodos limitados de tiempo, una potencia de unos 100
vatios, cada americano medio tiene a su disposición la potencia equivalente de
120 esclavos.
Queda claro entonces que la relación entre la energía (su
uso) y la economía (medida como capacidad de producción y de desarrollo),
tienen un vínculo muy fuerte. Revisando la historia podemos ver como
crecimiento económico medido mediante el PIB y uso de combustibles fósiles
siguen un mismo patrón desde hace más de 150 años.
Lo que todavía llama mas la atención es la relación entre
ambas en las fluctuaciones a corto plazo. Aquí el gráfico con datos del Statistical Review of World Energy de BP 2013 y el USDA.
Podemos llegar a considerar pues, la economía, no como una
ciencia solamente monetaria, sino como una ecuación de la energía excedente,
que lleva asociada a ella el crecimiento de la producción (y de la población
mundial), ya que desde la revolución industrial se han ido consumiendo cada vez
mayores cantidades de energía.
Un patrón indudable que existe, es el que vincula la
población mundial, el consumo de energía y, cabe añadir, una serie de otros
parámetros vinculados entre ellos, como la producción económica y el suministro
de alimentos. Según el National
Geographic, se calcula que para producir 1kg de carne de buey, se consumen aproximadamente
6,25 litros de petróleo. Esto nos
hace reflexionar sobre la extremada dificultad de poder alimentar a 7.000 millones
de personas con una menor disponibilidad de combustibles fósiles.
Un ejemplo histórico de dicha relación, la encontramos en
la gran subida que sufrieron los precios de la agricultura coincidiendo con la
crisis de 1973. La relación más reciente la podéis ver en el siguiente gráfico.
Podemos pensar entonces que si la disponibilidad exponencial
de energía es el factor crítico en esta situación, ¿Podría una reversión de esta
disponibilidad traer a todos los demás a derrumbarse?
Como hemos visto en los artículos anteriores, la relación
crítica entre la producción de energía y el costo energético de extracción se está
deteriorando tan rápidamente que la economía como la hemos conocido durante más
de dos siglos parece que está empezando a cambiar substancialmente.
Relacionando la
Energía y el sistema capitalista
Sintetizando la cuestión, podríamos decir que el
capitalismo se sustenta sobre 2 elementos fundamentales para su buen
funcionamiento como son: unas fuentes de energía baratas y abundantes, y una
demanda creciente que permita seguir con tasas de crecimiento como las que
hemos vivido hasta hace poco.
Si una fuente
energética no es rentable termodinámicamente no puede serlo económicamente en
si misma sin contar con subsidios.
Una fuente energética deja de ser rentable
termodinámicamente en el momento que su TRE llega a 1 o se sitúa por debajo de
dicho umbral. El problema es que la bajada de la Tasa de Retorno Energético (TRE) no se manifiesta
directamente, sino por su impacto sobre la economía. Al bajar la TRE media de
todas las fuentes de energía de la sociedad, queda menos energía neta
disponible para la misma, y eso, en un sistema de libre mercado, se traduce en
una competencia más feroz por los diversos usos de la energía, y en un
encarecimiento de los precios que acaba atravesando toda la estructura de
costes de la economía.
Todos ellos son ciertos y actúan, pero superpuestos a un
factor subyacente, aún minoritario pero que sólo sigue una tendencia, que
es la disminución de la energía neta disponible para la sociedad por culpa de
la erosión de la TRE. Por eso, y aunque la producción siga en niveles cercanos
a máximos históricos, globalmente, la energía neta real que nos está quedando es
descendiente.
Otro problema asociado de la bajada de la TRE es que se
estima que su efecto sobre el coste que representa como parte total del PIB es
exponencial, es decir a partir de una TRE relativamente baja, cada bajada tiene
un impacto mayor sobre los costes energéticos de la economía, como podemos ver
representado en los siguientes gráficos, donde EROEI es la nomenclatura inglesa de TRE.
Los expertos consideran como punto de inflexión, a partir
del cual las cosas podrían empeorar muy rápidamente, cuando la TRE global, caiga
por debajo de 10.
Por otra parte, una subida de los precios hasta niveles
demasiado altos para que los soporte la economía, hace que una parte de la
actividad económica deje de ser viable y muchas actividades dejan de realizarse
por dejar de ser rentables. Cuando el volumen de la destrucción económica es
suficientemente elevado la demanda cae, y con ella también el precio de la
energía como hemos visto en innumerables ocasiones a lo largo de la historia.
Sobre la importancia de la energía en el progreso
económico, y revisando las pistas que la historia nos ha ido mostrando,
podríamos decir que la primera muestra que algo estaba cambiando para siempre
se dio durante la crisis del petróleo de 1973, cuando se dio la primera
escalada seria en los precios del petróleo. La segunda, se dio a mediados de la década del 2000, con el último cambio de paradigma en el precio del crudo. Es interesante ver como la tasa de
crecimiento medio del PIB americano se ha visto afectado desde 1960 y que
podemos ver en el grafico siguiente.
Evolución del precio
de crudo de petróleo (arriba) y ajustado a la inflación durante el año la tasa
de crecimiento del PIB en US, con el promedio a 10 años representado por la
línea azul (abajo).
Desde entonces vemos como las tasas de crecimiento se han
visto reducidas de forma constante en cada década a medida que el precio medio
del crudo iba incrementándose, a su vez, las economías han ido llegando a un
punto de madurez cada vez mas elevada.
Teniendo en cuenta la proyección de la EIA de disminución
de la producción de crudo convencional hasta el año 2035, y la revisión de la oferta potencial de petróleo y gas no convencionales realizado
en los anteriores artículos, vemos que la proyección de la EIA va a ser muy
difícil por no decir imposible de lograr. Como mínimo, el suministro de energía
en el futuro, como ya hemos visto que ha estado ocurriendo en los últimos
tiempos, significará precios más altos y más volátiles y, sin una planificación
y previsión adecuadas, podría llegar a significar la escasez de suministros
físicos.
Después de la subida de los últimos años, los precios de
la energía están en niveles históricamente altos (no solamente a nivel nominal, descontando la inflación también se encuentran en niveles altos)y debido a la multitud de relaciones que
la energía tiene con muchos aspectos de la economía, los precios de otros
productos básicos para nuestra sociedad moderna también han venido aumentando.
Los precios de la energía y las materias primas han aumentado entre un 70 y un
90% sobre los niveles de 2005 a pesar del hecho de que las economías del mundo
desarrollado están enfrentándose a bajas tasas de crecimiento, tales subidas son
complicadas de explicar solamente por parte del incremento de la demanda de los
países emergentes.
Aunque como suele suceder por parte de las instituciones,
siempre hay una solución para todo. En este caso, una de las razones para el
optimismo de la EIA es la mejora de la "intensidad energética" con el
tiempo, que es la cantidad de energía consumida para producir un dólar de PIB.
Aunque como podemos ver en el siguiente gráfico, la
intensidad energética mundial ha estado mejorando en los últimos 50 años a muy
buenas tasas, podemos ver también como el consumo energético no solo no ha
disminuido, sino que incluso se ha incrementado durante toda la serie estudiada,
hecho que se puede explicar mediante la Paradoja de Jevons.
Jevons observó ya en el siglo XIX, que a medida que se
introducían mejoras en las máquinas de vapor de modo que se aumentaba su
eficiencia, el consumo de carbón subía, en vez de la esperada disminución. La
razón es que se produce lo que en economía se llama un efecto rebote: si
disminuyes el coste de un producto (coste en dinero o en energía) sin modificar
otros factores resulta que se está dando un incentivo para consumir más de ese
producto si su mayor consumo nos reporta una ventaja, ya que con la misma renta
disponible podremos consumir más; llegando al punto, de quien antes no podía
acceder a este consumo por tener una renta insuficiente ahora podrá hacerlo.
Así, a pesar que sigamos mejorando en eficiencia, parece
que no podremos disminuir nuestro consumo total de energía.
Como ya hemos visto, la relación entre economía y uso de energía
es bastante estrecha, además, según nuestro modelo económico seguiremos
necesitando cada vez mayores cantidades de energía, una energía que a día de
hoy, proviene mayoritariamente de elementos fósiles no renovables, y que aunque
no haya signos de problemas de abastecimiento en el corto plazo, no es nada
descabellado pensar que a medio puedan empezar a surgir, con grandes
implicaciones para todo tipo de sectores.
Es por eso que una disminución en la disponibilidad neta
de energía podría resultar en conflictos impulsados por la competencia en el
acceso a los cada vez menores recursos energéticos excedentarios.
Una vez que he analizado las grandes implicaciones
existentes entre el uso de la energía y el desarrollo económico a lo largo de
la historia hasta hoy, en el próximo artículo voy a seguir con el análisis de
las implicaciones económicas que tiene la energía enfocándome más en las
expectativas de crecimiento en el futuro.