Los últimos indicadores de la economía europea preocupan, porque implican un paron inesperado después de que el crecimiento del 2017 alcanzó el 2,5%, el más alto en una década. Pero los signos de desaceleración - o incluso retracción - son claros. La producción industrial de Alemania ha caído un 1,6%, y las exportaciones un 3,2%.
Y un encuesta entre los empresarios ha dado resultados nefastos.
Esto se ve corroborado por los clásicos índices de PMI en la eurozona, demostrando que no es sólo Alemania, aunque el tamaño de ésta bastaría para enfriar a todo el conjunto.
Surgen duda sobre si esto va a ser transitorio, o tiene visos de marcar tendencia. Las respuestas no son todas tranquilizadoras.
Por ejemplo, podemos leer en el Financial Times
Sin embargo, algunos economistas temen que haya más factores estructurales en juego, lo que podría inhibir el crecimiento futuro. Algunos sugieren que la desaceleración podría deberse a que la rápida recuperación dejó poco margen para que las empresas alemanas aumenten la capacidad. Muchos grupos empresariales están luchando por encontrar trabajadores calificados.
Henrik Meincke, economista jefe de VCI, un organismo de comercio alemán para la industria química, dijo que si bien las empresas de su sector no esperaban un retroceso económico, muchas tenían cartera de pedidos completos, lo que limitaba la posibilidad de crecimiento.
Los mercados de exportación también son cada vez más desafiantes. Jörg Krämer, economista jefe de Commerzbank, señaló que la competitividad de los bienes de la UE se vio afectada por la apreciación del 7 por ciento del euro frente a una canasta de monedas en los últimos 12 meses.
Otro factor es que el impacto de la política de flexibilización cuantitativa del Banco Central Europeo puede haber empezado a desvanecerse, ahora que las compras de activos se han reducido de € 80 mil millones por mes en 2016 a € 30 mil millones.
Los principales responsables políticos del BCE se reunirán el jueves para analizar si una desaceleración significa que deberían reconsiderar sus planes para reducir la expansión cuantitativa, que solo se garantiza que continuará hasta septiembre y que algunos esperaban terminar este año.
Algunos funcionarios del BCE ya han hablado de una "moderación" del crecimiento, aunque Jens Weidmann, presidente y presidente del Bundesbank, dijo el viernes que el crecimiento aún está en auge.
A lo que se añade: los efectos en las expectativas de la política comercial trumpiana. Si no hay cambio de planes en el BCE, va a haber un choque entre un oferta monetaria en caída, y una economía que se debilita.
A esto hay que añadir la ausencia de resultados concretos en las propuestas de reformas de Macron, a las que Merkel les ha puesto la proa. No habrá Fondo Monetario Europeo, ni unidad bancaria completa, ni seguro de depósitos que evite fugas de capitales. En otras palabras, Europa sigue siendo un conato de país, de Estado, ain todos los resortes para hacer frente a problemas desestabilizadores.